Las masivas detenciones ni la represión han evitado que las protestas estudiantiles en universidades estadounidenses sobre el genocidio del Gobierno de Israel contra el pueblo palestino se propaguen como reguero de pólvora en el territorio.
Más de 2,500 estudiantes han sido detenidos desde que comenzaron unas manifestaciones con características similares a las protestas contra la guerra en Vietnam.
Los centros académicos más prestigiosos de Estados Unidos no solo han tenido que suspender sus actividades, sino que han solicitado la intervención de la fuerza pública para desalojar los campamentos en los campus levantados por los estudiantes.
El movimiento ha alcanzado tal magnitud que el presidente Joe Biden y el expresidente Donald Trump, principales candidatos en las elecciones de Estados Unidos, han tenido que pronunciarse.
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Ambos para condenar un movimiento, que ya ha cruzado el Atlántico con una carga que podría universalizarse.
Los estudiantes no solo condenan los genocidios, sino que reclaman, como en el caso de la Universidad de Columbia, que las autoridades rompan sus vínculos con empresas israelíes.
Esa irrupción estudiantil representa un sonoro toque de atención para Estados Unidos y las demás potencias sobre la necesidad de acelerar su intervención para conseguir por lo menos un alto al fuego en la Franja de Gaza y evitar ataques como los anunciados por Israel a Rafah.
