Los terremotos acabaron con el gas en esta región. Ahora, la esperanza es otra molécula

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Desde la vista privilegiada que ofrece un puente elevado en la costa de Groninga, la región más norteña de los Países Bajos, recorrer con la mirada el Puerto de Ems (Eemshaven, en holandés) permite echar un vistazo al pasado, presente y futuro de la energía en Europa.

Aquí, una planta de carbón comparte terreno con dos centrales termoeléctricas de ciclo combinado, alimentadas por gas natural, y decenas de aerogeneradores en constante movimiento, que forman el mayor parque eólico onshore del país. Al voltear la cabeza hacia el mar del Norte, el puerto revela la primera terminal de gas natural licuado (GNL) que fue puesta en funcionamiento en Europa tras el inicio de la guerra en Ucrania, en un esfuerzo por reducir la dependencia de Rusia. En el horizonte, imposibles de otear por la distancia, se esconden centenares de molinos que aprovechan los vientos marinos más intensos de todo el continente.

“¿Ves esas torres?”, pregunta Patrick Cnubben, un ingeniero que lleva media vida ayudando a desarrollar proyectos en la región, mientras señala unos pilares colosales de más de 100 metros de longitud. “Pronto estarán en el mar. Esto no para de expandirse”, afirma con una sonrisa. El año pasado, nueve países europeos firmaron una declaración conjunta en la que se comprometían a expandir masivamente el número de aerogeneradores offshore y transformar el mar del Norte en la “planta de energía renovable más grande de Europa”. Eemshaven, el puerto energético del que procede un tercio de la energía producida en Países Bajos, está destinado a jugar un papel protagonista en este y otros proyectos clave para la transición verde a la que aspira la Unión Europea.

Vista aérea de Eemshaven. (Photo Groningen Seaports/Cedida)

Hablar de Groninga es hablar de energía. En tiempos pasados, la región era conocida por su comercio de turba, sedimentos formados por la descomposición de plantas y utilizados para la calefacción y la industria. En 1959, Exxon Mobil y Royal Dutch Shell descubrieron en la zona uno de los yacimientos de gas natural más grandes del mundo, un hallazgo que pronto convirtió a Países Bajos en el mayor exportador de gas del norte de Europa y que desató la construcción de una gigantesca red de gasoductos para conectar al norte del país con el resto de núcleos poblacionales. En cuestión de años, prácticamente todas las casas holandesas se calentaban con las moléculas de metano procedentes de Groninga.

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Sin embargo, la enorme riqueza que el gas aportó a las arcas de Países Bajos vino de la mano de un alto precio para los habitantes de Groninga. Décadas de extracción provocaron un cambio de presión subterráneo en la región, provocando más de mil terremotos a partir de los años 80. Estos sismos no solo han dañado miles de viviendas y edificios, incluyendo múltiples iglesias medievales, sino que han provocado un profundo trauma entre una población alejada de los núcleos de poder de La Haya, Ámsterdam y Rotterdam y cuyas quejas no surgieron efecto durante más de 30 años.

Finalmente, a partir de 2013, las autoridades holandesas empezaron a cerrar gradualmente la explotación de gas en Groninga, la cual se detuvo de facto diez años después, en octubre de 2023, y el pasado 20 de abril el Parlamento decidió poner fin a la extracción de una vez por todas. La población de la región al fin puede descansar tranquila, pero ahora la preocupación es otra: el impacto en el empleo local. “Estamos hablando de más de 20.000 empleos altamente especializados”, señala Cnubben. “Es necesario encontrarles una nueva salida”, agrega.

¿Cómo aprovechar tanta mano de obra especializada en producción y transporte de gas, en una región con una infraestructura energética renovable altamente desarrollada y con una de las redes de gasoductos más densas del continente? El plan que la región ha adoptado pretende sustituir una molécula por otra. Donde antes reinaba el metano, ahora se busca colocar a la gran promesa para Groninga: el hidrógeno verde.

El nuevo sueño energético de Groninga

A diferencia del gas natural, que se extrae del subsuelo, el hidrógeno se obtiene mediante la electrólisis del agua, un proceso que descompone el agua en oxígeno e hidrógeno utilizando electricidad. Cuando ésta proviene exclusivamente de fuentes renovables, se produce el llamado “hidrógeno verde”, un combustible que no emite dióxido de carbono en ninguna etapa de su producción o uso.

En el corazón del plan para convertir al norte de Países Bajos en un pionero de la economía del hidrógeno verde se encuentra la Fundación HyNorth, de la que Patrick Cnubben forma parte, además de ser CEO de Hydrogen Architects. Esta compañía busca, a través de una colaboración público-privada, desarrollar cada paso en la cadena de valor del hidrógeno en la región: la electrólisis, el almacenamiento, el transporte, y su uso como combustible para la industria, los barcos, los autobuses, los aviones e incluso la calefacción residencial.

Desde HyNorth afirman que Groninga y el resto del norte de Países Bajos suponen el escenario ideal para el desarrollo del hidrógeno verde debido a la combinación de recursos humanos, naturales y tecnológicos. A la gran cantidad de mano de obra y el potencial eólico de la región se le suma un amplio espacio en los puertos para desarrollar la electrólisis y una red gasística que facilita la transmisión y almacenamiento de las moléculas. Destacan, por ejemplo, la posibilidad de utilizar como depósitos las cavernas salinas de Zuidwending, en el noreste holandés. La impermeabilidad y estabilidad estructural que ofrece la sal ya ha demostrado su utilidad a la hora de almacenar gas natural de forma segura y a alta presión, un éxito que, aseguran, podría replicarse con el hidrógeno.

Todos los proyectos relacionados con el hidrógeno verde todavía se encuentran todavía en fase de desarrollo, pero la fiebre ya se ha extendido por la región. El aeropuerto de Groninga-Eelde, un modesto aeródromo situado en la provincia vecina de Drente, ahora utiliza otro nombre: el de Aeropuerto del Valle del Hidrógeno. El recinto cuenta con 63.000 paneles solares y aspira a utilizarlos para la electrólisis en un futuro cercano. Más de 30 autobuses propulsados por hidrógeno ya circulan entre Groninga y Dentre y compañías locales como Holthausen ofertan con entusiasmo vehículos de todo tipo que utilizan este combustible, desde monovolúmenes hasta camiones o incluso tractores.

Poca inversión, mucho escepticismo

Si el proyecto de hidrógeno verde en el norte de Países Bajos se materializa, representaría un sueño convertido en realidad. Estaríamos hablando de transformar una región energética históricamente dominada por la explotación de combustibles fósiles en una totalmente renovable, sin perder ni un solo empleo y forjando una nueva economía y cadena de valor para la región. Suena demasiado bueno para ser cierto. Precisamente por ello, muchos opinan que lo es.

Cuando uno habla con los líderes de HyNorth, del aeropuerto de Groningen o del resto de actores al frente de la iniciativa del Valle del Hidrógeno Verde, el mismo problema reaparece una y otra vez: la falta de inversión privada. En un contexto de alta inflación y retrasos en las cadenas de suministro, estos proyectos enfrentan costos crecientes que amenazan la rentabilidad a largo plazo y que, por lo tanto, no logran atraer capital. La drástica reducción de los precios globales del gas, cuyo valor por las nubes a raíz de la invasión rusa de Ucrania fue uno de los mayor propulsores del interés por el desarrollo del hidrógeno verde, tampoco ayuda a la hora de seducir a los inversores.

Pero este escepticismo no es nuevo. Marcos Rupérez, consultor de proyectos de ingeniería relacionados con el hidrógeno, señala que existe una desconexión significativa entre la retórica optimista y la realidad financiera y técnica en prácticamente todos los proyectos ambiciosos relacionados con el hidrógeno verde. “Tú puedes decir y vender al público lo que quieras, darle todo el bombo del mundo, pero si luego nadie quiere invertir tus proyectos, no tienes nada”, afirma en entrevista con este periódico.

Rupérez, como otros expertos que llevan tiempo advirtiendo sobre las limitaciones del hidrógeno verde, argumenta que no existe el suficiente mercado para justificar la dimensión de estos proyectos, especialmente cuando existen alternativas energéticas más directas y eficientes, como la electrificación. “El hidrógeno tiene usos muy concretos en los que tiene una ventaja competitiva, como la producción de amoniaco, fertilizantes y demás industria química. Pero hablar de hidrógeno como combustible para coches, para calentar hogares, para cualquier cosa donde la electrificación es mucho más eficiente… ¿para qué?”, plantea el consultor.

Pero estas dudas contrastan con la meta ambiciosa que ha establecido la Unión Europea de incorporar 20 millones de toneladas métricas de hidrógeno verde en la mezcla energética del continente para 2030. Se trata de un objetivo más que desafiante, no solo porque el consumo actual en el continente solo equivale a unos 6.5 millones de toneladas métricas, sino porque la aplastante mayoría se produce a partir de combustibles fósiles. Según la Revisión Global del Hidrógeno 2023 de la AIE, el hidrógeno verde todavía representa menos del 1% de la producción y el uso total del combustible.

Es esta ambición europea la que continúa alimentando las esperanzas de los impulsores del hidrógeno, ya sea en el norte de Países Bajos o en el sur de España, donde también se está desarrollando un Valle Andaluz del Hidrógeno Verde. “Para 2030, el norte de los Países Bajos (…) abastecerá más del 25% de la demanda de hidrógeno en el noroeste de Europa. Más allá de 2030, cuando el ecosistema de hidrógeno europeo esté completamente desarrollado, será el centro global de infraestructura y conocimiento en hidrógeno, renovando su papel como un importante hub y centro de mercado para combustibles verdes, excelencia en manufactura, conocimiento e innovación”, afirma el Plan de Inversión en Hidrógeno 2020 del Norte de los Países Bajos, el documento fundacional de los proyectos actuales.

El huevo y la gallina

Desde el puerto de Eemshaven, los propulsores del Valle del Hidrógeno Verde hacen un uso recurrente de la analogía del huevo y la gallina para ilustrar el desafío. ¿Qué va primero? ¿La oferta o la demanda? Por un lado, para que el combustible renovable se establezca como una solución energética viable, necesita una infraestructura significativa, como plantas de electrólisis, depósitos de almacenamiento y redes de distribución. Pero al mismo tiempo, la construcción y expansión de esta infraestructura requieren una demanda garantizada que justifique la inversión inicial.

Los líderes de HyNorth argumentan que el compromiso gubernamental y las políticas de apoyo son esenciales para romper este ciclo. Sostienen que mediante subvenciones, incentivos fiscales y legislaciones favorables, los gobiernos pueden estimular tanto la oferta como la demanda, estableciendo un mercado sostenible para el hidrógeno verde. Los críticos, mientras tanto, afirman que esta sólo es una manera de trasladar a los ciudadanos los costes de una opción energética que no tiene sentido a nivel de mercado.

Un barco transporta aerogeneradores cerca de Eemshaven. (Justin Jin/Cedida)

En última instancia, el combustible que puede salvar a Groninga supone una herramienta más para una transición energética para la que todavía no existe un futuro definido. En una rueda de prensa para varios medios españoles en La Haya, el ministro de energía neerlandés, Rob Jetten, afirmó que la colaboración entre España y Países Bajos para impulsar el hidrógeno verde es importante, pero que el principal esfuerzo para los próximos años seguirá siendo el de construir parques eólicos marinos para que la energía renovable represente el 80% de la mezcla energética.

“Debemos utilizar cada técnica probada que poseamos y que podamos implementar para desacelerar el cambio climático y acelerar la transición energética. No hay soluciones mágicas. En la política neerlandesa, el hidrógeno verde ha sido tratada como una bala de plata durante los últimos años”, reconoció Jetten tras ser cuestionado por El Confidencial. “Pero no es así. Necesitamos una combinación inteligente de todas estas técnicas”, sentenció.

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