Es absurdo que la final del torneo se juegue en Santiago del Estero

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La entidad que rige los destinos del fútbol argentino debiera sopesar debidamente las ventajas y desventajas de elegir estadios ubicados en zonas alejadas de las sedes de los clubes participantes y, por lo tanto, atender a situaciones que le plantean a la gente serias dificultades para viajar y eventualmente hospedarse por una noche.

El aparente objetivo de que los habitantes de ciudades del interior de la Argentina presencien los partidos de fútbol definitorios de un campeonato en la práctica está absolutamente desvirtuado. Ocurre que los simpatizantes de los clubes que disputaran el partido adquieren la casi totalidad de las entradas. En esta ocasión los simpatizantes de los clubes Vélez Sarsfield y Estudiantes deberán trasladarse unos 1.100 kilómetros con los peligros de transitar una etapa del viaje en un camino que solo tiene un carril para las dos manos. Llegarán a un aeropuerto colapsado y tendrán dificultades para encontrar alojamiento adecuado. Se los obliga a gastar considerables sumas de dinero sin que todo ello tenga el menor sentido. Realmente es inentendible que el mencionado partido se dispute en Santiago del Estero y la AFA despreocupadamente no ha dado ninguna explicación coherente.

La seguidilla de partidos organizados en las últimas semanas -a los que se suman los que se disputan por la Copa Libertadores y otros torneos nacionales, algunos de ellos en días hábiles- así como las enormes distancias a recorrer no sólo pueden dejar exhaustos los bolsillos de miles de hinchas, sino generar embotellamientos viales o también demoras por operativos policiales en las rutas, que suelen demorarlos y hacerlos llegar tarde a los partidos. Y antes que ello, claro está, procurar resolver serios trastornos para conseguir entradas y pasajes para viajar a esos lugares.

Cuando se formulan estos planteos, que se reiteran asiduamente, la Asociación del Fútbol Argentino suele señalar que el interior del país merece contar con estos espectáculos que tanta pasión despiertan, anclándose así en un sentido federalista que suena bien. Y también en que las entradas suelen agotarse en todas esas oportunidades. Ambas conclusiones son ciertas, pero debieran ponerse en la balanza otros factores.

El ejemplo más cercano es el que atraviesan ahora los hinchas de Estudiantes, interesados en asistir al partido final de mañana contra Vélez Sarsfield, que se disputará en la ciudad de Santiago del Estero.

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Tal como se informó en este diario, los hinchas tuvieron pocas horas para resolver una serie de dificultades -ya puede hablarse de imposibilidades en miles de casos- para conseguir entradas populares, que se agotaron a los 50 minutos de ser puestas a la venta. Esa misma escasa cantidad de entradas también había afectado a los hinchas de Estudiantes cuando el club debió jugar un anterior partido contra Barracas, en el estadio de Platense, de poca capacidad. Desde luego que también debiera analizarse que se está hablando de pérdidas cuantiosas en materia de recaudaciones.

A los hinchas platenses se le sumó la imposibilidad de conseguir pasajes aéreos y de micros, también agotados, a Santiago del Estero, condicionándose así el viaje a esa ciudad que, por vía terrestre, se encuentra a unos 1.100 kilómetros de la sede de Estudiantes.

Si de lo que se tratara es de jugar en un campo neutral, en la ciudad de Buenos Aires se encuentran los estadios de River, Boca y San Lorenzo, y en la Provincia los de Racing e Independiente que pueden albergar a muchos más espectadores y no obligarían a los hinchas de Estudiantes y de Vélez a gastar verdaderas fortunas en viajes y estadías azarosas.

Tal como se dijo en este diario, estaba claro que la cantidad de localidades disponibles para mañana era muy escasa y que iba a suceder lo que finalmente sucedió. En verdad, no fue la mejor idea llevar la final tan lejos de Buenos Aires.

A los dirigentes que impulsan estas iniciativas habría que señalarles que la pasión por el fútbol de la gente, que es por cierto incondicional, tiene también límites que no deberían ser transpuestos.

La grave crisis económica que se atraviesa, los problemas de seguridad que plantea el traslado y permanencia a distancia de miles de personas, la necesidad de contar con escenarios aptos para los partidos finales de todos los torneos, debieran considerarse como factores prioritarios a la hora de tomar estas decisiones.

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