Por la magnitud de los daños causados al sector agropecuario, que ya se han estimado en más de mil millones de pesos, el Gobierno declaró zona desastre toda la región norte.
Además de provocar la muerte de una persona en Constanza, los torrenciales aguaceros, tornados y ventarrones han impactado en la producción de plátanos, arroz, yuca y varios otros rubros, así como en la ganadería en las diferentes provincias de la región.
Los daños duplican los 500 millones de pesos que según el ministro de Agricultura, Limber Cruz, se tienen reservados para emergencias causadas por fenómenos atmosféricos.
Sin capacidad para prevenir el impacto de los fenómenos, el Gobierno por lo menos no se ha hecho esperar para socorrer a los afectados a través de distintos programas de asistencia.
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Porque además de los daños al sector agropecuario, que han sido cuantiosos, están las incomunicaciones por la destrucción de puentes y carreteras, así como los casos de viviendas arrasadas y familias desamparadas.
Es claro que la reparación de los daños no es una labor de la noche a la mañana, pero en esa tarea el Gobierno no debe perder tiempo ni escatimar recursos.
Esas familias que lo han perdido todo, incluyendo a los productores agropecuarios, no pueden ser desamparadas.
