Sucumbir a Fortuny

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David Martín López (Dpto. de Historia del Arte-Universidad de Granada)

Cuando en Europa y en América se nombra a Fortuny, dependiendo de las circunstancias y el contexto académico, se puede pensar en el célebre pintor que condujo a una modernidad inusitada la plástica española, Mariano Fortuny Marsal (Reus, 1838 – Roma, 1874) o en su hijo: Mariano Fortuny y Madrazo (Granada, 1871 – Venecia, 1949), convertido en mito y leyenda, incluso antes de su muerte.

La alta sociedad, la vanguardia y la intelectualidad globalizada de finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX se podría decir que sucumbieron a Fortuny hijo como en pocas ocasiones lo habían hecho con otro artista español. Sucumbir, que no claudicar: una sociedad totalmente entregada y apasionada por Fortuny, cual ‘fan’ que dio paso a una nueva manera de entender la moda, el lujo, el orientalismo e incluso el valor del arte, del diseño y la indisociable relación con la artesanía. Ya Marcel Proust en ‘La Prisionera’, hablaba del encanto de la sombra tentadora de Venecia al describir el vestido de Fortuny que llevaba Albertina.

En verdad, sus creaciones eran y son «joyas de la corona» como apunta Helena López de Hierro para el caso del Museo Nacional del Traje. Es tal la fascinación de Proust por Fortuny que, en ocasiones, lo menciona como «hijo de Venecia». Venecia, tras su estancia en París, fue el lugar donde Fortuny se asentó y configuró su fábrica textil, cuna del sincretismo entre Oriente y Occidente, y que resumía a la perfección la estética del artista. Sedas, damascos, hilos de oro, cristales de Murano … justifican la absorción y experimentación técnica del cosmos del Véneto. No obstante, como apunta este nuevo libro, ‘Mariano Fortuny y Madrazo. Historia, arte, espacios y emociones’ (2024), publicado por la Universidad de Granada y editado por María del Mar Villafranca, Esperanza Guillén Marcos y Ricardo Hernández Soriano, el origen, el germen estético de todo su universo, procede de un contexto previo, español y granadino, fruto azaroso de una biografía de leyenda.

Los diversos especialistas analizan múltiples facetas de un artista prolijo y ecléctico: pintor, inventor, diseñador de moda, escenógrafo, fotógrafo y otro sinfín de categorías profesionales que preconizaban siempre actualidad. Investigadores en el ámbito de la historia del arte, la arquitectura, la moda y el diseño, tanto de diferentes universidades españolas e italianas, como del Museo Nacional del Traje y la Galería Guillermo de Osma, aportan nuevas reflexiones y miradas sobre el artista e inciden, como indica la introducción de Esperanza Guillén, en la modernidad ecléctica de una personalidad compleja, llena de referentes simbólicos y creadora de un lenguaje inherente a sí mismo, en donde lo clásico -grecorromano, no precisamente helenístico- e incluso arcaico, se conjuga con lo oriental haciendo modernidad atemporal.

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En esta línea, en un magnífico ensayo de Guillermo de Osma sobre Fortuny y la moda, se pone en consideración la relación entre artista y moda desde el contexto cultural familiar del artista granadino. La familia de Fortuny, tanto su padre Mariano Fortuny como su madre Cecilia de Madrazo, influyeron notablemente en su derivación estética. El coleccionismo de muebles y textiles antiguos de diversa procedencia, con cierta querencia por los tejidos andalusíes y orientales, permite adentrarse en un universo con el que Fortuny Marsal también comulga: la búsqueda de un traje artístico y racional, ajeno a la moda de la época. También la pintura de romántico-historicista de Alma-Tadema buscaba un supuesto rigor arqueológico que dotara de vida sus lienzos. Así como el prerrafaelismo y otros lenguajes del simbolismo buscaron referentes en el clasicismo, Fortuny consiguió con sus trajes, inspirados en el ‘Auriga de Delfos’ descubierto en 1896, nuevas maneras de entender la alta costura sin pasar por la constricción del polisón francés.

No se trataba, como Osma sugiere, de una imposición estética propia del neoclasicismo y el estilo imperio, sino de una tendencia de corte intelectual que convivió con otras realidades y modas, y que se difundió en ambientes selectos por Europa y América con la producción veneciana de Fortuny. Los ‘Delphos’, confeccionados para la alta sociedad, la aristocracia, Hollywood y la danza de Isadora Duncan, llenaron de elegancia y atemporalidad las ‘soirées’ de gran parte del mundo desde 1907. Este fue un hecho inaudito que nadie en la moda había creado con anterioridad: la validez de una pieza -aún vigente- que no estaba sujeta a los cánones normativos de la pasarela y que salió de la combinación perfecta entre arte y arqueología. Es importante subrayar la mirada que proyecta el libro, especialmente en el capítulo de Francisco Sotomayor, sobre el papel de Henriette Nigrin (Fontainebleau, 1877 – Venecia, 1965), mujer de Fortuny y artista francesa vinculada al vanguardista ‘grupo Marlotte’, no sólo como inspiración sino también como forjadora de la idea del diseño ‘Delphos’. En cambio, las técnicas empleadas, son más propias de la voluntariosa investigación de Fortuny como nos apunta Lucina Llorente.

Este libro, imbuido de emociones, paisajes y lugares, se encuentra asistido de fuentes documentales inéditas y fotografías, completan una mirada novedosa sobre el artista, que va del personaje al mito, como indica María del Mar Nicolás en esta obra para el caso español.

Otra temática relevante y, en ocasiones, apagada simbólicamente en el conocimiento general sobre el autor, y analizada por tres de los autores de esta publicación, es su faceta como inventor y escenógrafo asociado a la luz. Creó diseños de lámparas y otros artefactos como su singular ‘Cúpula Fortuny’ (1902), analizada detenidamente por Ricardo Hernández Soriano.

Mariza Maino sugiere que en el imaginario de Fortuny, luz y escena son inseparables. En cuanto a su idea transformadora de la escenografía teatral, supone un punto de inflexión como apunta Lourdes Jiménez, y sigue la línea wagneriana de obra de arte total –’Gesamtskunstwerk’-, presentando incluso su diseño en el teatro de Bayreuth en 1903, como reacción a la decepción inicial que las escenografías de Wagner causaron en su viaje familiar de 1890. Tanto su halo simbolista como su fascinación por las nuevas tecnologías asociadas a la luz eléctrica, como las dinamos de Siemens, provienen de su infancia, y así lo apuntan sus manuscritos.

El nuevo libro que ha editado la Universidad de Granada, transita desde lo local a lo universal, siendo lo local algo tan rotundamente universal como Granada. María del Mar Villafranca ahonda, con agudeza descriptiva, en los viajes del propio Fortuny a su ciudad natal. Mediante el análisis sistemático de las películas cinematográficas que Mariano Fortuny hace junto con su esposa Henriette en España entre 1923 y 1929, permite configurar un itinerario por la ciudad, que transita especialmente por los caminos de la Alhambra, el Generalife, el Sacromonte y el Albayzín.

En definitiva, este libro propone una mirada multidimensional sobre Fortuny y Madrazo que responde a nuevas y viejas preguntas sobre el genio granadino y su influencia en la moda, el diseño y el arte contemporáneo internacional.

Imagen - Sucumbir a Fortuny

Ficha

Título: ‘Mariano Fortuny y Madrazo; Historia, arte, espacios y emociones’

Autores: Mª del Mar Villafranca Jiménez, Esperanza Gillén Marcos y Ricardo Hernández Soriano (eds.)

Editorial: Editorial Universidad de Granada

Año de edición: 2023

Disponible en Editorial UGR

Disponible en Unebook


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