Oscurantismo electoral

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El autor es escritor y periodista. Reside en Estados Unidos

Los extractos relevantes de la política dominicana se podrían definir con las primeras tres letras del abecedario A, B, C, con la diferenciación matemática de algunos adláteres y vanagloriados por el capitalismo tardío que utilizan sus fortunas para incidir en cada proceso que organiza mediante la inyección de recursos que luego de la contienda en cuestión deben ser devueltos con las caricias del político indecente que logra dirigir los destinos del país.

Esa impronta abismal que alfabéticamente envuelve la A (sector capitalista), se adhiere al poder empresarial que desde su despacho  dicta órdenes al ejecutivo, a fin de que se les faciliten bienes que tienen que ver directamente con la evasión de impuestos, bajas tarifas de energía eléctrica, agua, cargos en el gobierno y otros beneficios provenientes del Congreso Nacional.

Esto también se explica esencialmente, en las preferencias que determinan las inversiones de sectores, muchas veces oscuros que se dedican al lavado de dinero proveniente del narcotráfico organizado a cambio de protección judicial o candidaturas a senadores y diputados.

La segunda enmienda que corresponde a la B se enmarca en un estrato de ingresos más bajos en su referencia comercial pero que no deja de influir en las lides político-gubernamental, al igual que el primer referente, pero que en menor cuantía sintetiza sus ansias de poder para no quedarse en las graderías y tocar parte del pastel que se reparte durante el cuatrienio.

En consecuencia, la consistencia de estos dos sectores están blindadas para evadir, enfrentar, ensombrecer y catapultar la letra C, compuesta por familias de bajos ingresos, por no decir pobres, ataviadas por candidatos que en campaña los abrazan , le toman el café, el jugo y hasta el remanente que deja el arroz en la paila (concón), pero finalizado el proceso electoral les dan la espalda, como reza el dicho: “si te he visto ni me acuerdo”.

A costa de definir las preferencias por un candidato, el sector más vulnerable, compuesto por la mayoría, es el más avasallado por los maltratos de los aspirantes que convergen en la cúpula partidista, los cuales desarrollan sus actividades proselitistas en violación de la Ley Electoral.

Intereses electorales 

Los intereses de los candidatos conocidos son igualitarios, no tienen propuestas dirigidas a salvaguardar los intereses del país, en tanto, los que pertenecen a otros partidos, además de no tener un historial político definido, pues no cuentan con la capacidad suficiente para enfrentar a sus adversarios.

El lado oscuro de las elecciones 2024-2028, tiene su ascendencia negativa en las costumbristas y sesudas discusiones fuera de record que constantemente se generan en los programas de radio, TV, redes sociales campus universitarios y hasta en los restaurantes, donde se debaten temas acusatorios contra los propios aspirantes y se articulan improperios sobre fraudes, además de las manipuladas encuestas pagadas a empresa que responden a partidos de su interés.

¿Por qué la abstención? 

Cada cuatro años las abstenciones de votantes son mayores. Ahora bien, ¿por qué los ciudadanos deciden no acudir a las urnas para ejercer el derecho al sufragio? Primero: La constitución no le prohíbe abstenerse al voto, debido a la abstención, término que se deriva de la voz latina abstentio, es un no hacer o no obrar que normalmente no produce efecto jurídico alguno. Segundo: Cuando un régimen democrático se asocia a la ciudadanía el deber cívico o moral de votar, jurídicamente, la abstención electoral aparece con el sufragio mismo.

El ciudadano que está consciente de cuál es el beneficio de emitir un voto, no necesariamente para elegir un presidente, senador, diputado, alcalde, regidor o funcionario de cualquier otra estipe, no lo hace de manera per se, analiza cuáles son los beneficios para no arrepentirse del deber cumplido. El votante se abstiene porque el liderazgo común basa su campaña electoral en promesas que nunca se cumplen.

Sin entrar en tecnicismo, el régimen democrático admite y tolera la abstención como forma de expresar el sufragio; sin embargo, es deber de la JCE (Junta Central Electoral), como gestora de los diferentes procesos, crear estrategias de convencimientos ante su principal público, los electores, mediante una estructura que pueda convencer al votante. Claro, para lograrlo el gobierno de turno debe cumplir más y robar menos.

jpm-am  

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