¿Qué pinta Argentina en la OTAN? Los cambalaches de Milei con la política exterior

25

Javier Milei prometió en campaña un acercamiento de Argentina a Estados Unidos y al resto de potencias occidentales y, ya como presidente, está cumpliendo su palabra. Su ministro de Defensa, Luis Petri, se reunió el 20 de abril con Mircea Geoana, secretario general adjunto de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) para pedir oficialmente, mediante una carta de intención, la incorporación de Argentina a la alianza como “socio global”. La decisión, que ha sustitado loas y críticas por igual en una Argentina altamente poralizada, es vista con lupa por Pekín, dado que supone un logro geoestratégico de Washington en América Latina después de una fuerte penetración china en la región en los últimos años.

Argentina no será miembro de pleno derecho, porque es un país del sur y no puede ingresar formalmente, pero ser socio global supone cooperar con los miembros de la organización compartiendo inteligencia y le garantizaría a Argentina el acceso a recursos en equipamiento y formación. La OTAN tiene 32 integrantes y nueve socios globales, entre los que se destacan Australia, Japón, Nueva Zelanda y Corea del Sur. Argentina se convertiría, de ser aceptada, en el segundo país latinoamericano en alcanzar el estatus de socio global tras Colombia, que formalizó su ingreso en 2018, durante los últimos meses de Gobierno del premio Nobel de la paz, Juan Manuel Santos.

“Esto no es formar parte de la OTAN. Ni Colombia es miembro de la OTAN ni Argentina lo será. El artículo cinco —de defensa conjunta si uno de los Estados miembro es atacado— se aplica solo a los miembros de pleno derecho, no de los asociados, no hay ninguna obligación de que los países de la OTAN defiendan a Colombia o Argentina”, subraya a El Confidencial Román Ortiz, analista principal de la Universidad Francisco de Vitoria en España.

Muchos se preguntan cuáles son los motivos de Milei para reclamar una vinculación con la OTAN en un país donde muchos hacen alarde de la la tradición política neutral. La razón ideológica no es la única, pero es evidente. “Javier Milei es una persona que tiene una visión más nítidamente pro-occidental de las relaciones internacionales y quiere proyectar eso en la política exterior argentina”, considera el analista Ortiz.

“Muchos están criticando que está llenando de ideología la política exterior argentina, pero ya estaba cargada de ideología antes. Lo que pasa es que la ideología era distinta y a algunos les gustaba más. Los expresidentes Cristina Kirchner y Alberto Fernández estuvieron promoviendo una especie de tercermundismo en la política exterior argentina, y de ese lado vienen un poco los coqueteos con China y Rusia”, puntualiza. Para Luis Rosales, excandidato a la vicepresidencia de Argentina, periodista y experto en política internacional, la decisión de Milei es coherente con su ideario. “Es importante para el Gobierno estar alineado con las democracias occidentales porque encarnan el liberalismo tradicional“, asegura.

Brooklyn Tech Support

La inclusión de Argentina como socio global de la OTAN no será inmediata, a pesar de que las partes desean que sea un proceso expedito. La admisión podría demorarse de dos a cuatro años. Una de las exigencias de la Alianza Atlántica para los asociados es la modernización de las Fuerzas Armadas y esa también es una razón de peso para pedir el ingreso a la organización. Milei no ha ocultado sus intenciones de trabajar en la actualización material y formativa del Ejército argentino y ya se ha puesto manos a la obra.

“Las Fuerzas Armadas argentinas, por una mezcla de problemas políticos y de recursos económicos, han llegado a un estado donde algunas capacidades militares fundamentales han quedado completamente obsoletas. Por ejemplo, la capacidad para controlar el espacio aéreo o vigilar la zona económica exclusiva, donde Argentina ha tenido un problema con la pesca ilegal practicada de forma masiva por las flotas chinas”, destaca el analista Ortiz.

Esa renovación ya está en proceso con la ayuda de Washington. La Casa Blanca envió a Buenos Aires 40 millones de dólares en financiamiento militar para costear la compra de 24 cazas F-15 que Argentina le compró el mes pasado a Dinamarca y el Gobierno negocia con Noruega la adquisición de otras aeronaves.

“Un país como Argentina busca prestigio. Ser aliado global de la OTAN significa, especialmente para las Fuerzas Militares de cualquier país, un reconocimiento de que su formación, sus procedimientos de trabajo y eventualmente sus capacidades técnicas y de combate pueden tener utilidad para el mantenimiento de la paz y la seguridad internacional. Para cualquier aliado global es un espacio de aprendizaje para mejorar su desempeño”, asegura el analista Rafael Piñeros, profesor titular de la Universidad Externado de Colombia. “Es, además, una jugada política y diplomática para un Gobierno que quiere posicionarse más cerca de EE.UU. que, eventualmente, de otros países como China”, añade.

“De alguna manera la vinculación con la OTAN va a facilitar un incremento del peso internacional y también regional de Argentina“, considera Ortiz. “A Milei le gustaría posicionar a Argentina como un socio fiable para EEUU y Europa frente, fundamentalmente, a Brasil, que ha estado durante los últimos años coqueteando también con Rusia y ha sido extraordinariamente ambigua en la guerra de Ucrania, distanciándose de la política exterior norteamericana, a pesar de que mantiene unas relaciones fluidas con Washington”, abunda el analista de la Francisco de Vitoria.

Hay también posibles razones económicas. La pertenencia al principal bloque occidental sin lleva consigo ventajas para un país tan endeudado como Argentina. Los mecanismos financieros internacionales clave están manejados precisamente por las mismas potencias miembro de la OTAN. En esa ecuación entra también contrarresta la apetencia de los países latinoamericanos por ingresar en el club de los BRICS, grupo cuyo mayor socio es China. Milei, mientras tanto, ha revertido la intención de integrarse en ese club del anterior Gobierno.

El alineamiento geopolítico de Argentina con Washington avanza a toda marcha. A comienzos de abril Milei recibió en Ushuaia, la ciudad más austral del globo, a Laura Richardson, jefa del comando sur de EEUU que lleva años advirtiendo en Washington de los avances de Pekín en el control de los recursos naturales del cono sur, especialmente del litio, un mineral clave en el siglo XXI. Allí anunció la construcción de una “base naval conjunta” con el país norteamericano en la Patagonia.

Tanto Washington como la OTAN consideran una amenaza a sus intereses una base china en esa misma región argentina que, sospechan, es utilizada con fines militares y de inteligencia, aunque Buenos Aires destaca que allí no hay militares. Así lo afirmó la ministra de exteriores del país, Diana Mondino, usando una salida de tono difícil de explicar: “Nadie detectó que hubiera personal militar allí. Los que fueron de investigación no identificaron que hubiera personal militar. Son chinos, son todos iguales”.

“En Argentina se está avanzando mucho en revertir algunas posiciones más cercanas a China del Gobierno anterior, como por ejemplo la base científica en la provincia de Neuquén. Una base que tiene una serie de cláusulas por el tratado por el cual se constituyó que la hace un poco hermética. Yo diría que incluso polémica o compleja desde el punto de vista de que Argentina controle su funcionamiento“, considera el periodista Rosales. “Otro tema importante es la intención de la provincia de Tierra del Fuego, en el extremo sur, de habilitar un puerto chino que es claramente un trampolín hacia la Antártida“, añade sobre un punto clave en el comercio mundial.

Entre occidente y oriente Argentina ha estado cerca de las democracias liberales occidentales durante la mayor parte de su historia. En 1998, durante el Gobierno del peronista neoliberal Carlos Menem, el país se convirtió en aliado ‘extra OTAN’ de EEUU. Buenos Aires llegó a abrir una oficina en Bélgica y recibir equipamiento militar. “Es una categoría de aliados que no forman parte de la OTAN,pero tienen una serie de privilegios en la relación de seguridad con Washington. Milei lo que está haciendo es construir sobre eso y abrir el abanico de relaciones con los países occidentales”, comenta el analista Ortiz.

Un cambio difícil de revertir

Los gobiernos peronistas posteriores giraron la política exterior hacia el socialismo del siglo XXI capitaneado por Venezuela, alejándose de Washington. Precisamente por eso, no se puede descartar un nuevo cambio tras la presidencia de Milei, pero, aún así, es destacable que ni los Kirchner ni Fernández cancelaron el pacto como aliado extra OTAN de EE.UU. Los tratados, por ende, parecen ser resistentes a gobiernos no tan alineados con los postulados de Washington. “Lo que se crean son canales de cooperación que tienen más o menos relevancia dependiendo de hasta qué punto el gobierno de turno quiera utilizarlos”, subraya Ortiz.

El caso de Colombia es paradigmático. Su presidente, Gustavo Petro, acaba de romper relaciones diplomáticas con el mayor aliado de Washington en todo el globo, Israel, y su discurso es crítico con EE.UU, pero no ha acabado con el estatus del país cafetero como socio global de la OTAN. El presidente colombiano ha recibido también en su país, de hecho, a la general Richardson, siendo criticado a su izquierda.

“Petro no ha echado atrás el tema de la asociación con la alianza atlántica, pero básicamente lo ha dejado completamente vacío de contenido y ha hecho algo mucho peor que es reducir radicalmente las capacidades de las Fuerzas Armadas colombianas, lo cual quiere decir que, en la práctica, la asociación ha perdido una parte importante de su significado. Es lo mismo que hicieron los Kirchner primero y Fernández después cuando no denunciaron la posición de Argentina como aliado extra OTAN de los EE.UU. pero, básicamente, se dedicaron a fortalecer el acercamiento a países como China y Rusia“, abunda Ortiz.

El colombiano Piñeros asegura que, ahora mismo, en su país no se habla mucho de la asociación con la OTAN, “más allá del prestigio que da a ciertos estamentos militares”, pero sí recuerda que ha contribuido a “compartir experiencias colombianas de lucha contra el terrorismo insurgente en conferencias dictadas en Bruselas por soldados colombianos”, y, al mismo, un pequeño grupo de militares del país sudamericano han sido adiestrados en tareas de mantenimiento de paz.

La postura de Milei con respecto a Israel es radicalmente opuesta a la de Petro. El presidente argentino ha viajado al país mediterráneo y se ha rodeado de importantes rabinos en un proceso no habitual de adopción del judaísmo. Defiende las acciones de Israel en Gaza. El acercamiento de Argentina a la OTAN tiene, eso sí, un punto débil, y no es una cuestion baladí. Reino Unido es uno de los socios clave de la alianza atlántica y, a la vez, el único país con el que Argentina mantiene un conflicto territorial. Ambos estados se fueron a la guerra en 1982 por las Malvinas y el conflicto, lejos de estar resuelto, sigue muy presente en las mentes de muchos argentinos.

La visita de la general Richardson a Ushuaia, de hecho, dejó una imagen que a buen seguro fue difícil de digerir para Londres. En un momento de la ceremonia todos escucharon solemnemente la ‘marcha de las Malvinas‘, que defiende vehementemente la pertenencia del archipiélago a Argentina. El ingreso del país austral como socio global, se recuerda estos días, requiere el consenso de los 32 estados miembros.

Además del posible rechazo de los nacionalistas argentinos y de la izquierda la idea, la vinculación a la OTAN también supondrá inversiones en Defensa en un momento de fuertes recortes y esos gastos son potencialmente impopulares para amplios sectores de la población. El equipo de Milei, eso sí, destaca estar elevando el estatus político de Argentina. Su próxima cita clave será la reunión del G7 en junio. El presidente del país sudamericano ha sido invitado a la cita por la anfitriona, la líder italiana Georgia Meloni, con quien comparte afinidad ideológica.

Leave A Reply

Your email address will not be published.