Carlos Cabrera y yo fuimos compañeros de aula en el Colegio Agustiniano y amigos, desde la primaria hasta graduarnos de bachiller.
A partir de ese día, nuestras vidas tomaron rumbos muy diferentes, él para Madrid y yo en un asilo provisional a mi paraíso predilecto, mi pueblo de Constanza.
Muchos años después nos encontramos, ya él todo un intelectual y yo en pleno desarrollo empresarial y haciendo pininos como escritor.
Carlos Cabrera es egresado de la Universidad Autónoma de Madrid, con una carrera que me pareció extraña en principios, Filología Hispánica.
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Debió incursionar en otros idiomas que concurren en el Castellano, como el Latín, el Francés y el Árabe.
Después de sólida formación académica, el joven nativo de La Vega desarrolló una fructífera experiencia laboral en varias editoras españolas, como Plaza & Janes, Playor, donde desarrolla una labor de investigación, redacción y evaluación de textos.
Para un escritor en ciernes, lograr una experiencia de esta naturaleza, significaba conocer la metodología «correcta» para desarrollar un texto perfecto, con todas las técnicas y «truquitos» que persiguen las editoras.
En esos tiempos escribe un texto de mucha utilidad:
«Cómo leer, estudiar y memorizar rápidamente», de utilidad incalculable para los que leen aun sólo periódicos.
Regresa a su patria, ya que «el hombre es un animal de origen».
En 1994 ingresa a Intec, en principio para desarrollar la biblioteca de esa pujante casa de estudios y posteriormente al servicio de la facultad de humanidades, donde ejecutan planes específicos para todo el estudiantado en la etapa primaria.
Tal ha sido la efectividad de estos programas en la formación de los futuros ingenieros, médicos y otros profesionales que Cabrera ha solidificado su posición docente en esta combativa universidad.
Precisamente esa alta casa de estudios ha sido una fiel aliada de su producción literaria.
Destacamos: Tiempos difíciles, Reflexiones de bolsillo, Conjuros y otros microcuentos, Voces de Caudal y Ciudad Colonial.
Una amplia producción literaria, unida a otras que están casi en imprenta.
Al conversar con el amigo de tan larga data, descubrimos un ciudadano serio, apegado a sólidos principios y enamorado de una profesión que no produce tanto bienestar material, pero si amplias satisfacciones espirituales.
Desde 2001 al 2009 dirige y edita la revista Caudal, destacando un rico contenido, no sólo literario; sino, de todas las artes, en sentido general: Pintura, danzas, música. Encontraban un espacio en esta publicación cultural de lujo, de la cual se editaron 29 números, verdaderas joyas, en su contenido, como en su presentación, con ilustraciones que eran verdaderas obras de arte.
Desgraciadamente Caudal, agotó su cauce por falta de apoyo de todos los sectores de la sociedad, especialmente a quien más le competía brindar su soporte: al oficial.
Cuántos Carlos Cabrera necesita nuestra sociedad, nuestras universidades y escuelas..forjadores y defensores de sólidos principios morales e inculcadores de una sólida educación en todos los órdenes.
Por: Fernando Despradel
