Una traición en familia: la peor amenaza para Orbán no viene de la oposición, sino de dentro

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Un caso de pederastia e intimidación de testigos, una cinta con conversaciones ‘íntimas’ grabadas en la aparente santidad de un matrimonio y una traición desde el interior del principal partido político de Hungría. El primer ministro húngaro Víktor Orban, quien elección tras elección desde su regreso en 2010 ha logrado imponerse a todos los esfuerzos de la oposición liberal, se enfrenta ahora a una compleja crisis política, quizá la mayor de su mandato. Y, como en las grandes familias, el peligro viene de dentro.

El pasado marzo, Péter Magyar, un antiguo cercano aliado dentro de Fidesz, el partido ultraconservador de Orbán, presentó ante la policía una cinta con la grabación de una conversación con su entonces esposa Judit Varga, ministra de Justicia del Gobierno de Orbán. En la cinta, cuyo contenido completo no ha trascendido a los medios, se escucharía cómo Varga relataba a su marido interferencias del gobierno de Orbán en un caso judicial y de corrupción de alto perfil.

Según Magyar, este audio y otros que habría ido acumulando en sus años de matrimonio y ascenso político de su mujer dentro del escalafón del gobierno húngaro y el partido demostrarían cómo Orbán y su núcleo duro dentro de Fidesz se habían convertido en un nido de corrupción y enchufismo.

Desde entonces, la figura de Magyar se ha convertido en una estrella ascendente del panorama público húngaro, que acaba de comenzar la campaña para las elecciones europeas del 9 de junio, que en el caso de Hungría coinciden también con las parlamentarias (las presidenciales no serán hasta el próximo 2026, salvo adelanto). Durante meses, sin siquiera encabezar un partido concreto (acaba de unirse a Tisza, un pequeño partido conservador), ha ascendido de una figura en la sombra de Fidesz prácticamente desconocida para el gran público hasta establecerse por encima del 10% en intención de voto, la tercera fuerza del espectro político húngaro.

Las multitudinarias protestas se suceden en la capital húngara. Gábor Török, analista político húngaro, señala que “la crisis política en Hungría actual es una como no se había visto en nueve años, y que Fidesz ha perdido el control del discurso público desde el 2 de febrero”, cuando se entregó la cinta.

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Con más de 14 años consecutivos en el poderdesde su último regreso al panorama político— Orbán ha alimentado el mito de su infalibilidad como líder de Hungría con hechos: desde su innegable amplia permeabilidad y apoyo popular en zonas rurales, a un ecosistema mediático favorable y sistema electoral tejido ‘a medida’ por el propio Fidesz.

Desde su Gobierno, Orbán ha ido desarrollando tanto su oposición “a Bruselas” como encarnación de todos los males de la “burocracia sin rostro” de la Unión Europea y las “imposiciones liberales” a su modelo autodenominado “iliberal”, como un control más férreo del poder interno y limitaciones cada vez más absolutistas a la sociedad civil húngara. Los sucesivos intentos de la oposición de apearlo del poder, desde la alcaldía de Budapest a un candidato de perfil más clásico y conservador para intentar aunar a los votantes e incluso atraer a alguno de Fidesz cayeron en saco roto.

Es por eso que el movimiento de Magyar, que parte desde el interior mismo de Fidesz, donde creció como empresario afín al partido, representa la punta de lanza de la que puede ser mayor crisis política interna para el irreductible Orbán. Y la reacción ha sido acorde.

Por un lado, Orbán ha recortado drásticamente sus apariciones en prensa. Zoltán Lakner, redactor jefe del medio Jelen, hace una recopilación de esta reacción, hablando de “fracaso de la comunicación gubernamental”. Según Lakner, “en 2024, Orbán solo ha concedido cuatro entrevistas. En comparación con años anteriores, el primer ministro acudía casi cada dos viernes a la radio pública, para transmitir sus mensajes sobre la pandemia, la guerra de Ucrania, la inflación, Bruselas y la oposición, que entonces marcaba durante días toda la dirección de la maquinaria mediática del gobierno”. El partido ha evolucionado en su estrategia: si primero decidió ignorarlo como una mosquita molesta pero insignificante, los nuevos carteles propagandísticos en las calles del país, donde se coloca a Magyar vestido como criado de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, junto a otros líderes de la oposición húngara.

Por otro, según denuncian sus partidarios, ha puesto en marcha la maquinaria mediática y judicial en su mano para acabar con aquel que puede arrastrar a una buena base de su electorado, conservadora pero “cansada de la corrupción” de un Orbán desatado: su exmujer, la exministra de Justicia Judit Varga, lo ha denunciado por violencia de género (verbal) y asegura que, aunque efectivamente es ella la que pronuncia las palabras recogidas en la cinta, solo lo hizo “atemorizada” por la presión de Magyar. También ha presentado cargos por financiación irregular de su campaña, un cargo habitual contra medios independientes, ya que prohíbe donaciones desde el extranjero.

Pederastia en un orfanato

El escándalo comenzó antes de la cinta y añade otros sórdidos elementos como un juicio por pederastia e intimidación, así como tráfico de influencias en la sombra. A principios de año, la entonces presidenta de Hungría, Katalin Novák, otorgó un perdón presidencial —sin anunciarse oficialmente— para un hombre condenado en un caso de pederastia y muy cercano al propio Orbán. El caso se remonta a 2011, cuando comenzaron a acumularse acusaciones de pederastia contra el director de un centro de huérfanos de un pueblo cercano al natal de Orbán. Tras la muerte de un niño del centro por suicidio, la justicia decidió abrir caso y finalmente condenó, en 2017, al director del centro por pederastia y a su segundo, el vicedirector, por amenazar a varios de los testigos (menores) implicados para que retiraran su testimonio. Es a éste segundo hombre a quien perdonó Novák.

El perdón fue encontrado casi por casualidad por un abogado y filtrado a la prensa, desatando un escándalo social. Tanto el director del orfanato como su segundo eran cercanos aliados de Orbán. La presión fue tal que la presidenta húngara, Katalin Novák, tuvo que dimitir. También lo hizo la entonces ministra de Justicia y candidata a las elecciones europeas por Fidesz, Judit Varga, exmujer de Magyar, salpicada por el escándalo. Aquí es donde empieza a desatarse Magyar. “Ni por un minuto más quiero participar en un sistema en el que los verdaderos culpables se esconden detrás de las faldas de las mujeres”, escribió en Facebook, en referencia a las dos aliadas de Orbán que dimitieron en un intento de absorber la culpa.

Magyar, de 43 años y exdiplomático, apunta a los votantes de Fidesz descontentos con las redes clientelares y corruptelas de un primer ministro que llevaría demasiado en el gobierno, y no necesariamente a la versión más liberal o europeísta de Hungría. Es, por eso, que puede hacerle más daño a Orbán. “Lo que ha empezado aquí es muy peligroso. Puede que no sea suficiente para impulsar a Magyar, pero puede socavar a Fidesz”, afirma el analista Török, en declaraciones al canal político Partizán.

En sucesivas entrevistas que ha ido concediendo en los últimos días, Magyar habla de una “relación crítica pero constructiva con Bruselas”, que la Comisión Europea entregue los fondos congelados por las violaciones del Estado de derecho del Gobierno de Orbán. “Me río de estos carteles que dicen que soy una izquierdista o una marioneta de Ursula von der Leyen. Nunca lo seré”, afirmaba Magyar en entrevista con Euronews en húngaro.

“La realidad es que, en ausencia total de una fuerza de oposición política creíble y unificadora en Hungría para desafiar el gobierno de Fidesz, los votantes húngaros están ansiosos por encontrar un nuevo rayo de luz y promesa. Incluso al precio de recurrir a un exempresario de Fidesz que critica al régimen actual, filtra documentos y promete más pruebas como hace Magyar”, apunta György Folk, periodista húngaro.

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