Qué fue la Revolución de los claveles y qué pasó el 25 de abril de 1974

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Todo cambió en Portugal. Era primavera y en los primeros albores de aquel 25 de abril de 1974, sonaba en Rádio Renascença, la emisora católica portuguesa, la canción Grandola, Vila Morena, compuesta por José ‘Zeca’ Afonso y cuya emisión estaba prohibida por el Gobierno. Era la señal escogida por el Movimiento de las Fuerzas Armadas (MFA) para la sublevación en los cuarteles del país luso. Comenzaba así la Revolución de los claveles, que devolvió la democracia a Portugal y puso fin a la dictadura europea más duradera del siglo XX.

Con un gran número de militares izquierdistas en sus filas, el ejército luso se levantó para derrocar el gobierno de Marcelo Caetano, sucesor de Antonio de Oliveira Salazar, quien tras un golpe en la cabeza en 1968 quedó apartado de sus funciones como primer ministro de Portugal, aunque las personas que trataron con él hasta su fallecimiento en 1970 le hicieron creer que aún seguía gobernando el país.

Para entender todo lo que ocurrió en 1974, hay que remontarse a 1926, cuando un grupo de jefes militares puso fin a la Primera República del país, instaurando la dictadura militar que duró dos años. En 1928 comenzó la ‘Ditadura Nacional’, elegida por sufragio universal y que estuvo vigente hasta 1933 cuando se refrendó una nueva constitución que daría paso al ‘Estado Novoo Segunda República, con Salazar al frente de un régimen político dictatorial y autoritario. En total, 48 largos años de dictadura.

El poder de los claveles

El alzamiento militar de 1974 ocupó los puntos estratégicos del país, coordinados por el mayor Otelo Saraiva de Carvalho en el cuartel del Pontón de Lisboa. Tanto los sublevados como el Gobierno hicieron llamamientos a la calma por radio para que los portugueses se quedraran en sus casas, pero la población se echó a la calle para apoyar la revolución.

El gesto de colocar un clave en el cañón del fusil, se propagó como la pólvora por todo Portugal para simbolizar que la Revolución era pacífica

El gesto de Celeste Martins Caseiro, una camarera que iba cargada de claveles para celebrar el primer aniversario del restaurante donde trabajaba, rodeó de un halo romántico esta revolución, que aún hoy se sigue manteniendo. La mujer entregó un clavel a un soldado que permanecía en la plaza de Rossio de Lisboa esperando las órdenes militares a seguir. Este lo colocó en el cañón de su fusil y sus compañeros imitaron el hecho, para demostrar que se trataba de un levantamiento pacífico. El símbolo rápidamente se propagó por todo Portugal, dando nombre a la revuelta.

El símbolo que marcó la Revolución de los claveles en Portugal (Archivo)

El Gobierno, incapaz de contener la situación y sumar los apoyos suficientes en las Fuerzas Armadas, se refugió en el cuartel del Carmo, que fue cercado por los militares y apoyado por una multitud de manifestantes. Tras un ultimátum, Caetano se rindió ante el general António de Spínola, uno de los jefes del MFA, y que posteriormente se erigió en presidente de la Junta de Salvación Nacional encargada de establecer un gobierno provisional que convocara elecciones libres.

Exilio, liberación de presos y elecciones

Horas después, con la mediación de Estados Unidos y las potencias europeas, Caetano y sus exministros fueron autorizados por el nuevo Gobierno revolucionario a volar hasta las islas Azores, desde donde se dirigieron al exilio en Brasil. Se arrestó a altos cargos del Gobierno depuesto y los partidarios del salazarismo abandonaron el país hacia España y Brasil. Se liberó a los presos y se pidió el retorno de los exiliados políticos, entre ellos Mario Soares y Álvaro Cunhal, líderes socialista y comunista, respectivamente. Solo hubo que lamentar cuatro fallecidos.

Vista de la placa situada en el antiguo cuartel de la PIDE en Lisboa (EFE/Brian Bujalance)

Tras la revolución, se convocaron elecciones en 1975 y se otorgó la independencia a las últimas colonias portuguesas (Angola, Mozambique, Guinea-Bisáu, Cabo Verde y Santo Tomé y Príncipe), a excepción de Macao, que la logró en 1999, y Madeira, que sigue siendo portuguesa. A pesar de su espíritu pacifista, los primeros años de la revolución fueron muy tensos, sobre todo por el pulso político entre los sectores más izquierdistas y los moderados. Finalmente, ganaron los segundos y en 1976 se proclamó la Constitución que devolvió la soberanía popular a Portugal.

Todo cambió en Portugal. Era primavera y en los primeros albores de aquel 25 de abril de 1974, sonaba en Rádio Renascença, la emisora católica portuguesa, la canción Grandola, Vila Morena, compuesta por José ‘Zeca’ Afonso y cuya emisión estaba prohibida por el Gobierno. Era la señal escogida por el Movimiento de las Fuerzas Armadas (MFA) para la sublevación en los cuarteles del país luso. Comenzaba así la Revolución de los claveles, que devolvió la democracia a Portugal y puso fin a la dictadura europea más duradera del siglo XX.

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