Las canciones de Serrat: un poeta, una guitarra, a orillas del Mediterráneo

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El último verso fue, también el primero. Se despidió Joan Manuel Serrat en el Palau Sant Jordi, el final de casi todo, y lo hizo agarrado a esa guitarra con la que, golpe a golpe, verso a verso, empezó a hacer historia a mediados de los setenta. «Quan els amics se’n van, sols queda una guitarra, per fer d’acompanyant», cantaba Serrat, lejos aún de la despedida, desde las primeras páginas de una antología de versos desordenados que se vuelve a llenar de acordes y palabras. De guiños a Miguel Hernández, Alberti y Machado. De himnos memorables e intergeneracionales como ‘Penélope’, ‘Lucía’, ‘Pare’ y ‘Canço de matinada’. Y, cómo no, también de ‘Mediterráneo’. El Santo Grial de la discografía ‘serratiana’; la fuente de la que mana casi todo lo demás

«’Mediterráneo’ es un puñado de canciones que se escribieron entre agosto y noviembre de 1971 en Calella de Palafrugell (Girona), Fuenterrabía (Guipúzcoa) y Cala de Oro (Mallorca). Siempre cerca del mar», dejó el dicho el propio cantautor cuando publicó el disco. Así, con los pies en remojo, nació uno de los discos esenciales de la música española del siglo XX; un disco que lo tiene todo y en el que la vida, la muerte y la amistad se arremolinan alrededor de catedrales portátiles como ‘Pueblo blanco’ o ‘Aquellas pequeñas cosas’.

Es el disco de ‘Lucía’ y ‘Mediterráneo’, sí, pero también de ‘Vagabundear’ y ‘Tío Alberto’. El cantor, el embustero, en estado de gracia; olvidándose de las patrias y cantándole a las personas. «No es una propuesta convencional, es una declaración vital», celebraba en su día Manuel Vázquez Montalbán en la revista ‘Mundo Joven’.

‘Mediterráneo’, publicado en 1971, es la cima, el pináculo, pero hay más: un par de años antes, de hecho, ya se había acercado a la cumbre con ‘Joan Manuel Serrat’, su primer gran disco en catalán, el de ‘Paraules d’amor’, ‘Cançó de matinada’ y ‘Com ho fa el vent’. De ‘Dedicado a Antonio Machado’, álbum de 1969 en el que musicaba poemas del poeta sevillano, salió ‘Cantares’, himno que casi nunca faltó en sus conciertos; de ‘Mi niñez’, una ‘Señora’ que revivió años más tarde en manos de Los Enemigos. «La poesía cantada de Serrat es una parte indispensable de su obra, tan trascendente como aquellas canciones que son de su propia autoría en letra y música», aseguró Luis García Gil, autor de ‘Serrat y los poetas’. Y, en efecto, de su mano a mano con Miguel Hernández surgieron discos notables como ‘Miguel Hernández’ (1972) e ‘Hijo de la luz y de la sombra’ (2010). Para la libertad, ya saben, «mis ojos y mis manos, como un árbol carnal, generoso y cautivo, doy a los cirujanos».

Una auténtica rareza a la hora de simultanear lanzamientos en catalán y castellano, en los setenta brilló por igual en ambos campos: antes y después de ‘Mediterráneo’, por ejemplo, llegaron ‘Per al meu amic’ (1973), ‘Mi niñez’ (1970) y ‘Para piel de manzana’ (1975), disco en el que canciones como ‘El carrusel del furo’, ‘La Casita Blanca’ y ‘Malasangre’ contrastaban con las tensiones políticas que acechaban a Serrat en aquellos tiempos. embarcado en un exilio de casi un año en México.

‘En tránsito’ (1981) saludó los ochenta con Serrat reubicándose y sacándose de la chistera clásicos tardíos como ‘Hoy puede ser un gran día’ y ‘Esos locos bajitos’, mientras que el costumbrismo se hizo fuerte en discos como ‘Cada loco con su tema’ (1983). A partir de ahí, Guadiana: vuelo alto con ‘Fa vint anys que tinc vint anys’ (1984); cumbre de estrellas brasileñas, Caetano Veloso y Gal Costa incluidos, en ‘Sincerament teu’ (1986); idealismo utópico en ‘Utopía’ (1992) y ‘Nadie es perfecto’ (1994)…

Con lanzamientos cada vez más espaciados y últimos discos que suman ya más de una década (‘Mo’, su homenaje a Mahón, se remonta a 2006; ‘La orquesta del Titanic’, a medias con Sabina, a 2012), Serrat es la memoria hecha canción; así que ahí quedan, incrustados en el magma cultural, los versos oscuros de ‘La tieta’, la euforia de ‘Fiesta’ y el ajuste de cuentas de ‘Disculpe el señor’. El desgarro de ‘Pare’, la siempre profética ‘Me’n vaig a peu’. «Però no vull que els teus ulls plorin / Digue’m adéu. El camí fa pujada / I me’n vaig a peu», canta, Pero ahí sigue, Por suerte.

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