Fue guapo y audaz para llevarse el triunfo y la clasificación

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Qué triunfo, Estudiantes. De la galera, cuando no podía reaccionar, cuando parecía que el sueño era pesadilla. Cuando no había argumentos para revertir la situación, le dio vuelta el partido a Lanús. Le ganó 2-1 y se metió en los cuartos de final de la Copa de la Liga, en la que enfrentará a Barracas, el equipo de Chiqui Tapia versus el de Juan Sebastián Verón.

El Pincha logró la clasificación, que era uno de sus objetivos, porque tuvo la guapeza en el segundo tiempo y porque encontró en Guiado Carrillo al jugador que tanto esperó. En la misma cancha en la que ayudó para el título, anoche le dio la clasificación en un partido que lo tuvo en gran parte en desventaja y jugando mal. Pero los buenos equipos son así: no piden permiso cuando tienen que ir a ganar un partido.

El primer tiempo de Estudiantes fue muy malo. Malísimo. Hizo todo mal empezando por el planteo técnico. No asomaba una buena idea defender tan atrás contra un equipo que lo mejor tiene es su potencial de mitad de cancha y sufre mucho cuando lo atacan. Además, lo más destacado del Pincha no es su fortaleza defensiva.

Lanús fue imparable por las bandas, con Julio Soler por la izquierda y Boggio por derecha. Con Peña Biafore dando juego y con Walter Bou y Marcelino Moreno moviéndose por el todo el frente de ataque. El único que desentonó fue Leandro Díaz. Lo desbordó siempre, jugó mejor la pelota parada y ganó en todos los contactos. Como Estudiantes la semana pasada pero al revés.

El Pincha estuvo incómodo, distraído y superado todo ese primer período. No pudo hacer pie y se vio desbordado siempre. Otra vez estuvo muy impreciso en el manejo de la pelota y ni siquiera sus jugadores que no suelen fallar pases se la dieron a un compañero. No pudo en casi todo el primer tiempo generar una sola situación de gol, salvo una apurada de Ascacibar y una contra de Tiago Palacios que terminó muy mal. La mejor noticia fue irse al descanso 0-1.

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El Grana se dio cuenta que las pelotas cruzadas eran un dolor de cabeza para la defensa rival, que no tuvo un buen cabezazo defensivo. Por eso, luego de soportar cuatro tiros de esquinas seguidos, en la siguiente jugada desde la derecha del ataque y por una falta que no existió, llegó el centro que encontró a Ezequiel Muñoz ganándoles en el salto a Lollo y convirtiendo el gol, que tardó un par de minutos hasta que lo analizara el VAR porque el asistente había marcado off side. La respuesta de Matías Mansilla pudo ser mayor y otra vez una pelota al arco fue gol. Iban 21 minutos y no sorprendía a nadie lo que estaba sucediendo. Es más, el arquero se lo sacó a Bou y Moreno se lo perdió ingresando por el segundo palo, sin marca.

Para el complemento el DT rompió la defensa y mandó al campo a Edwuin Cetré y José Sosa, por Flores y Zuqui. Intentó recuperar el mediocampo, que lo había perdido por completo y desde allí empezar a construir. Pero claro, le costó encontrarse en el campo y se topó con un rival agrandado y sólido que ni de casualidad iba a aflojar su intensidad. Pero al menor logró pisar el área de Acosta y en la primera jugada, a los 7 minutos, Cetré reventó la pelota contra el poste izquierdo. Un aviso aislado porque pese a esa llegada no tuvo el control del partido nunca.

El partido se rompió a los 20 minutos cuando Domínguez mandó a la cancha a la cancha a Pablo Piatti y Guido Carrillo, con la única misión de llegar al gol del empate. Ya sin Meza ni Ascacibar, el Pincha fue al frente pero con muchas imprecisiones y dejando un campo libre para cada contra. Fue a matar o morir, con 25 minutos por delante.

En ese mano a mano que fue puro corazón y desorden Estudiantes llegó al empate a los 32 minutos con un cabezazo de Guido Carrillo, el cambio que mejor le sentó al equipo. Centro de Pablo Piatti y cabezazo del mejor jugador que tiene hoy el equipo. Ya lo había demostrado antes y lo ratificó anoche, no solo con ese gol sino con la actitud y su presencia en el ataque de su equipo. Sin merecerlo, el Pincha gritó el gol que necesitaba para clasificar, ante el silencio local.

De ahí en adelante el partido no se jugó más. Se fue expulsado Loaiza en el local por una fuerte infracción sobre Mancuso y se fue tanto al ataque que en el descuento quedó Javier Correa contra el arquero Acosta, hizo la pausa y le cedió el gol a la figura de la noche: Guido Carrillo, para un resultado que a falta de 15 minutos no estaba en los planes de nadie pero fue realidad.

Estudiantes, que no jugó un buen partido, mostró que tiene algo que lo diferencia de la mayoría de los rivales. Algunos le dirán mística, otros estirpe. Lo concreto es que sacó de la galera un conejo de la suerte para meterse en los cuartos de final, enfrentar a Barracas y, como dicen los hinchas en la famosa canción, “nos volvemos a ilusionar…”.

El partido se rompió a los 20 minutos, con los ingresos de Piatti y Carrillo: a matar o morir

El informe de Martín Cabrera tras la victoria de Estudiantes en La Fortaleza

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