La misteriosa tumba de la momia maldita hallada en Egipto

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No se ha encontrado con una hoz alrededor del cuello, como la supuesta ‘vampira’ del siglo XVII hallada en Polonia en 2022, aunque la intención fue la misma. El equipo hispano egipcio que excava el Templo de Millones de Años de Tutmosis III, al oeste de Luxor, ha dado a conocer el descubrimiento del extraño enterramiento de una mujer de unos 40 años que también fue temida en vida. Su cadáver fue depositado boca abajo en su tumba y sobre el ataúd de madera, prácticamente desaparecido por el paso del tiempo, colocaron adobes y piedras de caliza. No fuera a abrir desde dentro su caja mortuoria.

«Es muy intrigante. Debió haber sido algún tipo de castigo o tenían miedo de esa mujer a la que considerarían algo así como una bruja«, sostiene la egiptóloga sevillana Myriam Seco, directora de las investigaciones, en conversación telefónica con ABC.

El cadáver momificado de la mujer fue enterrado con dos recipientes a sus pies, su único ajuar funerario, en una tumba abovedada, construida con ladrillos de adobe. Se halló en uno de los dos túmulos localizados en la necrópolis más antigua descubierta junto al recinto del templo. En este cementerio de hace 4.000 años, situado en el exterior del muro perimetral norte, se enterraba a gente humilde que vivió en la antigua ciudad de Tebas en tiempos de la dinastía XI, a finales del Primer Periodo Intermedio y comienzos del Reino Nuevo. Para los arqueólogos, el hallazgo de esta misteriosa tumba fue una «gran sorpresa», según Seco.


Reconstrucción virtual del túmulo de la momia al revés


Juan Carlos Lara Bellón

Siglos después se emplearían métodos similares en Europa para asegurarse de que individuos considerados malignos o que habían sufrido crueles enfermedades no salieran de su sepultura. Hay ejemplos de época romana y más numerosos en cementerios medievales de países de la Europa oriental. Hace poco más de un año se descubrió en Polonia la tumba de un niño ‘vampiro’ enterrado también boca abajo y en este caso con un candado en el pie. Sin embargo, «este sistema de enterramiento no es nada habitual en Egipto y constituye una de las evidencias más antiguas de intentar neutralizar la fuerza negativa de un difunto creándole dificultades físicas para salir de la tumba», asegura la doctora en Historia y profesora de la Universidad de Sevilla.

Una «rareza»

Su compañero Javier Martínez Babón, epigrafista en el Templo de Tutmosis III, se refirió a este «entierro excepcionalmente misterioso» durante su reciente intervención en el XX Encuentro de Egiptología organizado por la Fundación Gaselec, donde Seco también expuso las novedades de la última campaña de excavaciones. «Es una auténtica rareza en el ámbito funerario egipcio», señaló Martínez al constatar que ese deseo de impedir ya no el retorno de su espíritu sino el regreso físico de la fallecida es «algo realmente novedoso en la cultura egipcia» y «abre un espectro nuevo en lo que sería la relación entre vivos y muertos».

Imagen después - El yacimiento del Templo de Millones de Años de Tutmosis III, en 2002 y en 2021
Imagen antes - El yacimiento del Templo de Millones de Años de Tutmosis III, en 2002 y en 2021
El yacimiento del Templo de Millones de Años de Tutmosis III, en 2002 y en 2021
Tutmosis III Temple Project

Según explica Seco, los antiguos egipcios, que eran muy supersticiosos, creían que los difuntos que no lograban pasar al otro lado podían perjudicar a los vivos. «De hecho, en el antiguo calendario egipcio había un día que era recomendable no salir de casa porque los muertos vagaban por el mundo de los vivos y se conservan rituales escritos de protección para combatir el mal procedente de demonios o muertos malvados que podían atacar a través de las pesadillas. Incluso, algún texto amenazaba con la destrucción de la tumba de cualquier difunto que pretendiera dañar a algún viviente», relata la directora de este proyecto del Ministerio de Turismo y Antigüedades de Egipto y la Universidad de Sevilla, financiado por Arabian Cement, Fundación Gaselec y Fundación Cajasol y en el que colaboran el Instituto de Medicina Evolutiva de la Universidad de Zürich y el Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico.

Ritual contra la temida Apofis

En el basurero descubierto en el exterior del templo, junto con toneladas de cerámicas rotas de jarras de vino, cerveza o miel -algunas de ellas de ofrendas presentadas por Nefertari, Ramsés II o Tutankamón, según indican los sellos hallados en tapones de barro-, los arqueólogos han recuperado numerosos fragmentos de papiro que ahora están estudiando. Creen que varios de estos pequeños trozos podrían pertenecer al papiro más antiguo hallado hasta el momento en Egipto sobre el ritual contra la terrorífica Apofis. Esta gigantesca serpiente trataba cada noche de interrumpir el recorrido de la barca solar para que no volviera a amanecer y los antiguos egipcios, que la temían, celebraban rituales en los templos para que no lograra su propósito.

En el papiro Bremner-Rhind, datado en el 305 a.C. y conservado en el Museo Británico, se detallan los pasos que se debían seguir para neutralizar a Apofis y que parecen cumplirse en los fragmentos hallados en el Templo de Millones de Años de Tutmosis III. «Fredrick Hagen, el especialista en escritura hierática de la Universidad de Copenhague que trabaja con los papiros, se quedó impactado cuando vio que los bordes de estos fragmentos (que están escritos en rojo y con la serpiente dibujada) estaban quemados, porque al final del ritual se quemaba la figura de cera de Apofis y el papiro», recuerda Seco, satisfecha de los «importantes» hallazgos realizados por el equipo de unos 30 profesionales que dirige junto al egipcio Fathi Yassin Abd el Karim, director general de Antigüedades en El-Qurna.

Pagos en cerveza

Durante la última campaña han continuado excavando la zona de talleres y almacenes del templo y han sacado a la luz un sector con 20 pequeñas salas cuadradas que contenían numerosos recipientes para cerveza, un elemento fundamental en la dieta del antiguo pueblo egipcio. «A los obreros se les pagaba con pan y con cerveza», apunta la egiptóloga sevillana. Algunos de estos contenedores de jarras de cerveza conservaban unas marcas en carbón de cobras rampantes y aspas, que ahora se están estudiando. Al igual que dos óstracas con cuadrados dibujados. Los expertos sospechan que estos trazados en una piedra arenisca y en cerámica son planos de ese lugar de aprovisionamiento datado hacia el 1450 a.C.

Imagen principal - Los egiptólogos han descubierto una zona con 20 habitaciones cuadradas (arriba) con recipientes para cerveza, algunos con marcas que están estudiando (derecha). A la izquierda, un óstraca que creen que sirvió de borrador para la decoración de las paredes del templo
Imagen secundaria 1 - Los egiptólogos han descubierto una zona con 20 habitaciones cuadradas (arriba) con recipientes para cerveza, algunos con marcas que están estudiando (derecha). A la izquierda, un óstraca que creen que sirvió de borrador para la decoración de las paredes del templo
Imagen secundaria 2 - Los egiptólogos han descubierto una zona con 20 habitaciones cuadradas (arriba) con recipientes para cerveza, algunos con marcas que están estudiando (derecha). A la izquierda, un óstraca que creen que sirvió de borrador para la decoración de las paredes del templo
Salas de cerveza
Los egiptólogos han descubierto una zona con 20 habitaciones cuadradas (arriba) con recipientes para cerveza, algunos con marcas que están estudiando (derecha). A la izquierda, un óstraca que creen que sirvió de borrador para la decoración de las paredes del templo
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En otra de estas piezas se aprecia un boceto, en tinta negra, de una lista de ofrendas en forma de cuadrícula que debió de ser dibujada durante la construcción del templo, como borrador para la decoración de las paredes.

Otro óstraca, escrito en hierático y que contiene los nombres de una familia (padre, madre, hijo e hija), induce a pensar que los familiares de los trabajadores vivieron en el templo durante su construcción y que las mujeres también pudieron realizar tareas en el mismo. «Los óstraca nos están proporcionando informaciones de la vida cotidiana que no se conocían sobre estos templos y sobre aspectos sociales que son muy interesantes», subraya Seco. Otros hallazgos anteriores revelan, por ejemplo, que los responsables de este templo intercambiaban artesanos con los del cercano de Hatshepsut, en Deir el Bahari, construido al mismo tiempo.

Hasta 300 óstracas se han recuperado en el templo funerario de Tutmosis III. Gran parte de estas piezas y muchos de los papiros se han hallado en un edificio administrativo que los arqueólogos desenterraron al otro lado del muro perimetral, tras retirar la montaña de tierra arrojada por los primeros arqueólogos que intervinieron en el templo a finales del siglo XIX y principios del XX. Cuando llegó el equipo de Myriam Seco en 2008, el yacimiento llevaba 70 años abandonado.


Equipo del proyecto del Templo de Tutmosis III


Tutmosis III Temple Project

Desde el inicio, emprendieron una excavación extensiva de toda el área, con el objetivo de musealizarla en un futuro. De ahí que abordaran la limpieza de las terreras de sus antecesores que rodeaban el recinto. Curiosamente, Seco sostiene que han sido estas áreas externas, donde nadie había excavado antes, las que les han «dado la clave de los descubrimientos más importantes», como el citado edificio administrativo, el basurero y dos necrópolis.

Entre tumbas

Cuando Tutmosis III decidió construir su templo de Millones de Años en la necrópolis tebana, para asegurarse una vida eterna y que no se borrara su memoria, este sitio de gran prestigio religioso estaba lleno de tumbas del Reino Medio. Pero el poderoso faraón de la dinastía XVIII, que gobernó Egipto de c. 1479 a 1425 a.C., no se arredró. Arrasó con las superestructuras exteriores de adobe y construyó encima. Como los pozos funerarios quedaron en el subsuelo, los arqueólogos han podido descubrir enterramientos de la alta sociedad tebana, como en el que hallaron una concha y pulseras de oro que ahora se exhiben en el Museo de Luxor.

En un área exterior han dado con tumbas de esta época, que conservan su patio y su fachada de adobe. En las últimas excavaciones localizaron la número 36, que consta de un pasillo de casi 20 metros de largo tallado en la roca y que, a pesar de haber sido saqueada y reutilizada en diversas ocasiones, aún conservaba «bastantes materiales» de interés.

Al construir su templo para la eternidad, Tutmosis III, sin pretenderlo, perpetuó también la memoria de otros antiguos egipcios que ahora rescatan los arqueólogos. Incluso la de la mujer maldita que tanto temieron sus contemporáneos.

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