‘Il giardino di rose’, un oratorio barroco que florece en primavera: “Queríamos hacer una obra de magnitud y lo más desconocida posible”

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Encontramos a Josetxu Obregón (Bilbao, 1979) tras una sesión de grabación en el Auditorio del Conservatorio de Getafe, un recinto con acústica notable, según nos asegura el solista bilbaíno y director del grupo de música barroca La Ritirata. La obra que están interpretando es el oratorio Il Giardino di rose. La santissima Vergine del Rosario, de Alessandro Scarlatti (Palermo, 1660 – Nápoles, 1725), que hasta la fecha no se había llevado al disco, con lo que el lanzamiento previsto para finales de año será una primicia mundial.

La Ritirata, dirigida por Josetxu Obregón, en una sesión de grabación en el Conservatorio de Getafe.
La Ritirata, dirigida por Josetxu Obregón, en una sesión de grabación en el Conservatorio de Getafe.
© Samuel Pereira

Josetxu y su grupo se unirán de este modo, en 2025, a la conmemoración del tercer centenario de la muerte del músico siciliano, padre del también compositor Domenico Scarlatti, más conocido en España por haber residido en Madrid, en concreto en la calle de Leganitos, como maestro de música de Bárbara de Braganza. “Queríamos hacer una obra de magnitud y lo más desconocida posible -nos señala Obregón. Estuvimos mirando mucha música y encontramos este oratorio en la Biblioteca Diocesana de Münster, en Alemania. El problema es que no tienen nada digitalizado, así que te mandan las partituras en formato microfilm, lo que resulta carísimo”. Para trasladar estos documentos a otro soporte más manejable, se las ha tenido que ingeniar de una manera sorprendente: “Utilizo un escáner de alta resolución empleado para radiografías de ratones. ¡Ya le tengo pillado el truco!”, confiesa entre risas. La investigación médica y musical pueden confluir, como vemos.

Nuria Rial en un momento de la grabación de 'Il giardino di rose'.
Núria Rial en la grabación de ‘Il giardino di rose’, con Alicia Amo (en primer término) y Daniel Oyarzabal al fondo.
© Samuel Pereira

El oratorio gira en torno a cinco personajes alegóricos, confiados a otras tantas voces. Caridad, Esperanza y Penitencia, todas ellas virtudes teologales, son instigadas por la Religión para que se mantengan alerta y no se vuelvan perezosas en ese jardín imaginario. “La Religión es el hilo conductor, como el Evangelista en las pasiones de Bach. Frente a ellos se yergue Bóreas, que simboliza el mal y está interpretado -¡cómo no!- por un bajo”. Sirva como aperitivo de la grabación completa de Il Giardino di rose, esta selección registrada en la Semana de Música Religiosa de Cuenca, hace un par de años.

“Es una obra muy metafórica, situada en un jardín de florecillas en el que, de repente, aparece el viento, como un demonio que lo destroza todo, pero al final triunfa lo que tiene que triunfar. Alessandro Scarlatti colorea estas ideas con música. Si está hablando de unos pajarillos, interviene la flauta; cuando aparece el viento tenemos una máquina de viento que simula su sonido… es todo muy descriptivo”, nos indica Josetxu. “Es una música increíble que posee el corazón napolitano, pero tienen también la orquestación que surge de la influencia de Roma“. El compositor vivió a caballo entre ambas ciudades, aprovechando las enseñanzas y tendencias de cada una de estos dos focos culturales que polarizaron la creación artística entre el siglo XVII y XVIII.

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'La Ritirata' interpretó el oratorio 'Il giardino di rose' en el Auditorio Nacional de Madrid.
‘La Ritirata’ interpretó el oratorio ‘Il giardino di rose’ en el Auditorio Nacional de Madrid.
Adolfo Ortega

Obregón dirigió recientemente este oratorio en la Sala de Cámara del Auditorio Nacional, en Madrid, con las entradas agotadas desde seis meses atrás. “El Barroco tiene mucho tirón entre el público joven y la gente es muy fiel”. Además de su faceta como director, también mostró su virtuosismo con el violonchelo barroco, acompañando el canto de Nuria Rial en alguna de las arias protagonizadas por la Caridad. No en vano, se trata de un consumado especialista en este instrumento, al que ha dedicado toda su vida como intérprete. “Empecé estudiando violonchelo y piano. De niño iba muy contento a las audiciones de violonchelo, pero con el piano me ponía super nervioso y me equivocaba. No me entendía con el instrumento, algo pasaba ahí que no funcionaba y me decanté por el chelo“.

Tras completar con brillantez sus estudios en España, realizó un máster en violonchelo moderno, en Koninklijk Conservatorium de La Haya. Allí entró en contacto con el chelo barroco. “Fue cuando me enamoré de este instrumento y decidí crear mi propio grupo”. Por aquella época, Josetxu Obregón había conseguido ya ingresar en una de las orquestas sinfónicas más reputadas del mundo, la Royal Concertgebouw Orchestra. Formar parte de esa exquisita agrupación, tocando en una sala como la de Ámsterdam, con una acústica extraordinaria, era una tentación que podría haber sido ineludible para cualquiera… pero no fue así para el bilbaíno. “Es una orquesta increíble, de un nivel brutal, pero para mí no dejaba de ser diez chelos tocando lo mismo. Es mucho menos creativo que el grupo, donde vi que había más margen para un trabajo más interesante. Tiré por ahí y no me arrepiento”.

Un retrato de Josetxu Obregón con su violonchelo barroco, construido por Sebastian Klotz en 1740.
Un retrato de Josetxu Obregón con su violonchelo barroco, construido por Sebastian Klotz en 1740.
© Michal Novak

Así es como nació La Ritirata, una agrupación centrada en interpretación histórica, con instrumentos originales de la época o réplicas, para redescubrir repertorios del Barroco, Clasicismo y primer Romanticismo. ¿Podría abarcar hasta las primeras sinfonías de Beethoven? -le pregunto: “Podría. Tiene mucho sentido hacer Brahms, Mendelssohn o Beethoven con instrumentos históricos”.

Las diferencias entre el violonchelo moderno y el barroco no parecen muy sustanciales, en cuanto a la morfología del instrumento, pero sí llama la atención que el más cercano a nuestro tiempo se apoya en el suelo a través de una pica, mientras que el barroco se sostiene entre las piernas. “El violonchelo nace en el barroco y prácticamente la caja no cambia, únicamente las cuerdas, que en aquella época eran de tripa, la misma con la que se envuelve un chorizo o una morcilla. Se enrolla mucho, se deja secar al sol y se lija hasta dar con el grosor que necesitas para la nota. Cuanto más finas, más agudo”. Para conocer ese sonido primigenio, podemos escuchar las primeras páginas escritas para violonchelo solo, una de las siete ‘Ricercari’ compuestas en 1688 por Domenico Gabrielli, interpretadas en este video por el propio Obregón: 

Entre los encuentros que han resultado cruciales en la trayectoria de Josetxu Obregón, no duda en mencionar al gran violonchelista holandés Anner Bylsma (1934-2019). “Cuando empecé a estudiar en la Haya, él ya estaba jubilado pero echaba de menos dar clase. A través de una antigua alumna suya entré en contacto con él. Junto a otros pocos elegidos, estuve casi dos años yendo a clase en su casa y nunca me cobró nada. Todo lo hizo por amor al arte y fue una relación increíble donde aprendí muchísimo”, concluye. También recuerda su colaboración con Jordi Savall, solista y director de gran renombre desde hace décadas. “Me sorprendió que es una persona súper tranquila, muy zen. Probablemente, para llevar esa agenda con 200 actuaciones al año, si eres un tío agobiado te da algo”.

El director Josetxu Obregón en el atril de dirección durante la grabación de Scarlatti.
El director Josetxu Obregón en el atril de dirección durante la grabación del oratorio de Scarlatti.
© Samuel Pereira

Despedimos a Josetxu Obregón tras la entrevista y le dejamos planificando la sesión del día siguiente, con la seguridad de que todo va a seguir según el plan previsto. “Es la primera grabación completa que hago dirigiendo, porque hasta ahora siempre lo había hecho desde el chelo. La sensación es una maravilla, porque estoy pendiente de escuchar a todo el mundo y no del sonido de mi instrumento. Cambia mucho y vamos muy rápido. Me está gustando mucho la experiencia”. A finales de año podremos comprobar cómo este jardín musical de Alessandro Scarlatti, estrenado en Roma el Domingo de Pascua de 1707, ha vuelto a florecer en Getafe para perdurar.

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