Dos jarras de agua

8

La crisis de Haití está a punto de escalar desde recrudecimiento de la violencia a conflagración civil después que bandas armadas, que controlan ya más del 90 % de Puerto Príncipe, intentaron otro asalto al Palacio Nacional, lo que fue repelido por la diezmada policía haitiana, con saldo de cinco agentes heridos.

El Consejo Presidencial de Transición, integrado para promover estabilidad política, no ha podido ser instalado porque según el gobierno actual no responde a ningún precepto constitucional, aunque se ha prometido habilitarlo por decreto.

La mayoría de países y agencias multilaterales con legaciones diplomáticas en Haití, incluidos Estados Unidos, Canadá, Francia, Unión Europea y México, han retirado a sus funcionarios y connacionales ante el desbordamiento de la delincuencia y criminalidad.

El alto comisionado de Naciones Unidas (ONU), Volker Türk, reclamó que se instale sin demora un gobierno en Haití que enfrente a las bandas armadas que en menos de tres meses han causado 1,434 muertos y 797 heridos, pero el exgolpista Guy Philippe, convocó a un levantamiento armado que lo proclame como líder de la transición.

Haití vive ya “la hora de los hornos”, sin que todavía se avizore algún rayo de luz en el largo y oscuro túnel de su desbordante crisis política, institucional, económica y social, matizada por irrefrenable violencia y cruenta miseria, sin que al día de hoy la comunidad internacional presente reales alternativas que alivien ese drama.

Brooklyn Tech Support

Gobierno, liderazgo político, empresariado y sociedad civil de República Dominicana deberían prestar toda la atención posible a lo que acontece en Haití, en el entendido de que el previsible recrudecimiento de esa crisis tendría a la corta o a la larga consecuencia negativa sobre el país.

Se incurriría en un grave error si, arrastrados por conveniencias electorales, actores nacionales confieren mayor importancia al impasse con Haití por la construcción de un canal de desvío del rio Masacre, que al grave e inminente peligro que para República Dominicana representa la crisis haitiana en todas sus vertientes.

Oponerse resueltamente a las intensas presiones foráneas para que el Gobierno acepte instalar aquí refugios para haitianos y para que abra las compuertas al desenfreno migratorio, es tarea mil veces más urgente que litigar ahora por dos jarras de agua.

Leave A Reply

Your email address will not be published.