El desolador final de El Jefe del Superagente 86: por qué se ocultó la verdadera causa de su muerte

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50 años atrás encontraban muerte en su casa a Edward Platt, El Jefe de CONTROL, el hombre que con paciencia soportaba las macanas de Maxwell Smart

Alguien se preocupó porque no respondía las llamadas. Cuando uno de sus hijos se acercó a su hogar tocó el timbre y golpeó varias veces. No pudo abrir la puerta con sus llaves. Llamó a la policía sin demasiadas esperanzas. No lo dijo pero pensó que esta vez su padre lo había conseguido. Los oficiales forzaron la puerta y lo llamaron en voz alta. Hubo un largo silencio. Recorrieron los distintos ambientes hasta llegar al dormitorio principal. Lo encontraron tirado boca abajo. Su cuerpo estaba grisáceo y frío. El médico meneó la cabeza apenas lo tocó. Supo que no había nada que hacer. Revisó mínimamente el cadáver. No lo reconoció. En su planilla anotó que se trataba de un hombre de unos 70 años; 12 más de los que tenía en realidad. Uno de los policías codeó a otro y le dijo al oído el nombre del muerto a un compañero. Ambos sonrieron con gratitud. Ese hombre los había hecho felices.

Por infobae.com

50 años atrás, el 19 de marzo de 1974, encontraron muerto en su casa de Los Ángeles a Edward Platt, El Jefe de la serie televisiva el Superagente 86. Su familia y los que lo habían frecuentado en los últimos años no se sorprendieron con la noticia; lo veían mal y sabían que había estado internado un par de veces aunque habían logrado que la prensa no se enterara. En sus obituarios se informó que la muerte la había provocado una súbita crisis cardíaco mientras Platt se encontraba solo en su hogar.

La verdad se supo mucho tiempo después.

Edward Platt nació en Staten Island, Nueva York en 1916. Le pusieron el nombre de un tío que había muerto en el frente durante la Primera Guerra Mundial. Fue un excelente alumno durante su vida colegial. Su padre esperaba que se transformara en un gran abogado o en un eminente médico. Su hijo lo desilusionó cuando le informó que estudiaría a los clásicos en latín y griego. Al año siguiente se pasó a música y terminó estudiando en Julliard. Se convirtió en un buen cantante. Fue la voz en una orquesta de jazz durante un par de años mientras aceptaba roles muy menores en el teatro lírico para ir subiendo escalones profesionales.

De cantante a actor

La vida se trata, muchas veces, de timing. Después de mucho esfuerzo a Edward le llegó la oportunidad de trabajar en una ópera. Sería el cantante principal. Era una obra de temática japonesa y se titulaba Mikado. Aunque anhelaban hacer una larga temporada, sólo tuvo una función. Al día siguiente de su estreno, se produjo el ataque a Pearl Harbor. Estados Unidos entraba en guerra y todo lo que estaba asociado a Japón estaba proscripto. Platt creyó que eso era una señal del destino, una indicación de que el canto y la actuación no eran para él. Mientras pensaba eso, llegó el inevitable llamado para alistarse .Fue operador de radio y locutor en el ejército desde 1942 a 1946.

Después de la guerra trató de reinsertarse en el mundo musical. Le fue muy difícil y los pocos trabajos que conseguía estaban mal pagos. Se decidió a expandir su camino a la actuación. Obtuvo algún papel muy menor en Broadway hasta que se encontró con un viejo compañero de la universidad al que le estaba yendo muy bien, José Ferrer. Gracias a ese vínculo, Platt encadenó cinco obras en Broadway siempre convocado por Ferrer. Pese a estas oportunidades su carrera no lograba despegar. Alguna línea elogiosa pero perdida en alguna crítica importante en un gran diario y no mucho más. Para colmo estaba perdiendo el pelo. Sabía que por esos años, la calvicie limitaba las posibilidades, que a partir de ese momento sería llamado para papeles muy específicos.

Uno de sus hermanos le envió una carta. Le informó que donde él vivía, en una ciudad de Texas, estaban buscando presentador para el noticiero local en un canal subsidiario de la NBC. Edward se instaló en Midland y condujo el noticiero durante un tiempo. Los directivos aprovecharon su experiencia y le dieron otros espacios en la programación. Condujo un ciclo de cocina y uno infantil.

Otra vez acudió en su ayuda José Ferrer. Lo convocó para la versión cinematográfica de The Shrike, una de las obras que habían hecho en Broadway. A partir de ese momento, Platt obtuvo varios papeles menores en películas y series de televisión.

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