Crisis alimentaria, protestas masivas y sismos en el Gobierno: Cuba está al límite

49

Miles de cubanos protestaron el pasado domingo 17 de marzo en varias ciudades de la isla. Santiago de Cuba, la segunda más habitada del país, rompió la inercia cuando en una aglomeración se comenzó a exigir comida y electricidad. Luego se sumaron otras localidades y la madrugada cerró las mayores protestas reportadas desde el 11 de julio de 2021, cuando se protestó hasta en 60 lugares diferentes.

El pueblo se ha volcado una vez más a las calles por los apagones que han mantenido a oscuras un 50% de la isla en las últimas semanas. Una manifestante de la ciudad de Bayamo explicó al medio independiente Cubanet las causas de estas protestas: “Según ellos no hay combustible para producir energía, pero son barrios que llevan hasta tres y cuatro días sin corriente. Y entonces la gente protesta porque no puede cocinar, hay muchas personas que no tienen gas. La situación es bastante caótica. A los ancianos en sillas de ruedas los sacan a los portales de las casas para que no pasen calor y no los piquen los mosquitos”.

En la mañana del domingo, antes de que comenzaran las protestas, el ministro cubano de Energía y Minas prometió que el lunes comenzaría a producir electricidad la planta más importante del país. Sin embargo, aclaró que la situación seguirá fluctuando en las próximas semanas, porque La Habana no tiene liquidez para financiar un suministro estable de combustible.

En medio de este huracán de escasez, el régimen cubano dio un paso inédito en 65 años de gestión comunista. Ante la incapacidad de entregar leche a los menores de siete años, solicitó por primera vez ayuda al Programa Mundial de Alimentos (PMA) de la Organización de Naciones Unidas (ONU). ¿Qué significa esto para el régimen cubano?

El Gobierno de Miguel Díaz-Canel, presidente de Cuba, se ha visto acorralado ante la crisis alimenticia y la crispación en la isla. La solicitud de ayuda realizada podía haberse materializado mucho antes. Hace más de 30 años que en Cuba hay poca leche. Sin embargo, que La Habana decidiera romper su orgullo y dar este paso ahora, responde a un contexto extremadamente complicado para su economía. Un alimento imprescindible como el pan, por ejemplo, también se ha convertido en un lujo para muchos cubanos.

Brooklyn Tech Support

Comida para los niños no hay nada. Esta semana dieron pan cinco días para los menores de 14 años. Para los mayores de 14 años dieron pan solo un día de la semana”, dijo a El Confidencial Dayana Cabrera González, una madre del municipio Colón de la provincia de Matanzas. Una parte de los alimentos básicos que consumen los cubanos son distribuidos por el Gobierno a través de un sistema de comercio conocido como canasta básica. Fuera de ese entramado, clásico en países de Europa del Este durante sus gobiernos socialistas, es muy difícil conseguir alimentos como la leche. Y, cuando no se tiene nada, solo queda salir a la calle.

“¡Patria y Vida!”

Al igual que los apagones, las protestas continuaron el lunes, pero la gente también comenzó a pedir que no se continuara con la represión. Desde la noche del domingo comenzaron a trascender videos en los que agentes de la Policía prácticamente arrastraban por las calles de Bayamo a cubanos semidesnudos. Cuando los manifestantes detenidos en el poblado santiaguero de El Cobre iban a ser presumiblemente trasladados, una turba comenzó a forcejear con los policías en plena calle. Se trataba de un grupo de cubanos mayoritariamente negros, incluidas muchas mujeres, que le plantaron cara al poder desplegado por el régimen totalitario más antiguo del hemisferio occidental. La represión en la Cuba comunista siempre se ha ensañado con la población afrodescendiente.

Mientras en Bayamo y Santiago de Cuba los cubanos gritaban “¡Patria y Vida!” o “No queremos ‘muela’ (mentiras)”, Miguel Díaz-Canel, el líder del Partido Comunista de Cuba (PCC), culpó del caos a Washington y ofreció un discurso seudoconciliador, cuando en realidad lo que hacía era desplegar todo su aparato represivo. “Varias personas han expresado su inconformidad con la situación del servicio eléctrico y la distribución de alimentos. Este contexto se intenta aprovechar por los enemigos de la Revolución (Gobierno de EEUU), con fines desestabilizadores”, así encabezaba Díaz-Canel un hilo en la red social X.

El cinismo del PCC no tiene límites: su líder reconoce que no puede garantizar ni alimentos ni electricidad, y culpa de ello a un gobierno extranjero. Vale recordar que la presencia de EEUU es muy limitada. Después de décadas de ruptura diplomática, reabrió su embajada en la isla hace menos de una década. El Gobierno de EEUU no tiene la capacidad real para “desestabilizar” desde adentro la sociedad cubana. Solo el exilio cubano, surgido y polarizado en gran medida por las políticas de La Habana, pudiera ayudar aún más al pueblo en un posible cambio real dentro de la isla.

El descaro del régimen también quedó manifiesto en un presunto interés de diálogo. “La disposición de las autoridades del Partido, el Estado y el Gobierno es atender los reclamos de nuestro pueblo, escuchar, dialogar, explicar las numerosas gestiones que se realizan para mejorar la situación, siempre en un ambiente de tranquilidad”, añadió Díaz-Canel en su citada publicación.

Vender estas movilizaciones como reclamos circunstanciales y no como exigencias de cambio

Cierto es que la líder del PCC en Santiago de Cuba intentó intercambiar con los manifestantes, pero alejó de la política los cuestionamientos recibidos. La manipulación de los reclamos realizados da cuenta de la verdadera estrategia del régimen: vender estas movilizaciones como reclamos circunstanciales y no como exigencias de cambio.

El sistema de medios oficiales que financia y administra el PCC para garantizar su propaganda, también manipuló las manifestaciones y dijo que los policías “custodiaban a los participantes”. Obviamente, estos medios no han informado de las cifras de detenidos que ya cotejan organizaciones independientes.

La última acción tomada por el régimen ha sido convocar al encargado de negocios de EEUU en Cuba (el principal diplomático de Washington en La Habana). En una extensa declaración de la Cancillería cubana, el Gobierno estadounidense ha sido acusado, sin pruebas vinculadas a estas manifestaciones, de “interferir en los asuntos internos” de la isla. Esta maniobra política responde a un patrón histórico del castrismo: justificar sus desastres con la política de embargo que mantiene el “imperialismo yanqui”, su mayor enemigo.

Ahora, pese a su probada pericia para mantenerse en el poder, el régimen tendrá que driblar mucho y mejor para salir de este apuro. En Cuba están pasando cosas que, junto a la crisis alimentaria, han provocado recientes sismos en el poder.

El puesto de Díaz-Canel en peligro

Debido a la perenne escasez de la leche, el régimen se ve obligado a importar grandes volúmenes de leche en polvo. Pero la falta de liquidez financiera que ha mantenido a la isla en ruinas en los últimos años, ha truncado esas importaciones. Ahora ni siquiera los menores de siete años, los únicos que tenían leche asignada por las autoridades, pueden acceder a ella.

La errática política trazada por el Gobierno para el fomento ganadero y el acopio de leche, ha hundido las producciones a niveles incluso inferiores a los del Periodo Especial, la aguda crisis económica que enfrentó la isla en los años 90 tras la caída del campo socialista.

El economista cubano Pedro Monreal valoró la situación existente a raíz de la petición que realizó La Habana a la ONU: “La crisis con la producción nacional de leche no se debe a desastres naturales ni es simplemente una ’emergencia’. Refleja una política agropecuaria fallida y es una ‘situación’ estructural de largo plazo que no va a resolver el PMA”.

Una de las cosas que más agobia a esta cubana de 33 años es la dieta de su hijo, quien ya perdió el derecho a consumir leche por haber cumplido siete años. “En la escuela del niño hay almuerzo con arroz de lunes a jueves, el viernes uno debe llevarle también el arroz. Pero todos los días hay que mandarlo con algo porque lo único que dan es arroz y chícharos. Él lleva dos cursos en la escuela y desde el principio me dijeron los jefes de ahí que no podían garantizar un plato fuerte”, dijo Cabrera sobre la escuela de su hijo, la única que presta servicio de almuerzo en ese municipio.

El desayuno y la merienda del niño es otro dolor de cabeza para esta madre soltera. “Un pan particular (no producido por el Gobierno) vale más de 100 pesos (0,85 dólar según el cambio oficial). Todos los padres no tienen ese dinero. Yo si lo puedo pagar, pero es demasiado dinero a gastar todos los días. A veces, en vez de merienda le doy dinero para que se compre una pizza que vale 80 pesos. El curso pasado faltó el pan como una semana y una vecina mía no mandó a su hija ningún día de esos para la escuela“, explicó Cabrera.

“Varias veces he ido a los puntos de venta particulares y tampoco tienen porque en la noche anterior no tuvieron electricidad para hornear”

Los cubanos ni siquiera pueden acceder regularmente al pan que produce el sector privado. “Con este tema de los apagones lo otro es que los panaderos no pueden hacer pan. Varias veces he ido a los puntos de venta particulares y tampoco tienen porque en la noche anterior no tuvieron electricidad para hornear”, añadió esta cubana.

Los métodos para sobrevivir en Cuba se han ido complejizando en la misma proporción que la crisis múltiple que no logra aplacar el Gobierno. Por ejemplo, una odontóloga como Cabrera no puede vivir de su profesión porque desde el 2020 hay muy pocos insumos en las clínicas del Estado (únicas legales). Ella viaja con regularidad a La Habana para comprar cosas que luego revende en Colón. En su último viaje obtuvo muchos sobres de gelatina que luego le comprarían otras madres de su barrio para alimentar a sus hijos.

“Yo trabajo (como odontóloga) solo en las mañanas de dos días de la semana. Ahora no había ni guantes ni papel (imprescindible para resguardar el instrumental esterilizado), y prácticamente solo atendemos urgencias. Tampoco hay lo necesario para hacer empastes dentales. Si las personas no llevan sus propios recursos, es casi imposible atenderlas. Sin embargo, hace poco una jefa le dijo a una compañera mía que no podía utilizar cosas que llevaran los pacientes”, detalló Cabrera sobre la precariedad que se vive dentro del sistema sanitario cubano.

El derrumbe de los servicios de Salud Pública en la isla quedó evidenciado en una encuesta de agosto de 2022 realizada por el proyecto independiente Cubadata. El 57,6% de los cubanos consultados consideraba imposible o muy difícil obtener atención médica, y el 80,3% tenía “mucha dificultad” para encontrar medicamentos.

La crisis migratoria cubana y el aumento de la inseguridad en las calles son otros síntomas de los malos tiempos que corren en la isla. Pero hay uno nuevo, y quizás más esperanzador, que expone una crisis política dentro del siempre monolítico poder del PCC. Se trata de la defenestración de Alejandro Gil Fernández, el ministro de Economía y Planificación que escogió el presidente Miguel Díaz-Canel en 2018, uno de los vice primeros ministros más activos dentro del Gobierno.

La salida de Gil fue anunciada junto a otras destituciones, y era más que entendible dada la pésima hoja de ruta que acumuló por encabezar sucesivas políticas que fracasaron. En X, Díaz-Canel se despidió a principios de febrero de quien fuera uno de sus más cercanos, y Gil devolvió el “entrañable” gesto. Un mes después, un mensaje firmado por Díaz-Canel anunció que Gil estaba siendo investigado por “graves errores cometidos”.

Aunque no se precisaron las faltas ni su magnitud, Díaz-Canel aseguró que no permitirán “la proliferación de la corrupción, la simulación y la insensibilidad”. Dado que ninguna investigación exprés podría generar tales acusaciones contra un funcionario de alto rango, y teniendo en cuenta la cercanía expresada poco antes por Díaz-Canel, algunos analistas cubanos aseguran que el proceso le fue ocultado al presidente. A pesar de que Díaz-Canel es el primer secretario del Comité Central del Partido Comunista, nonagenarios como Raúl Castro y Ramiro Valdés, quienes mantienen una agenda activa dentro del Gobierno y conservan un alto capital simbólico por haber luchado en la Sierra Maestra, podrían estar detrás de la defenestración de Gil.

En cualquier caso, este tipo de hechos se dan en Cuba cada mucho tiempo, y lo que se sabe de ellos es lo que al régimen cubano le interesa que se sepa. Por eso, otra lectura de la situación es que pretenden crear un chivo expiatorio, uno con el potencial de cargar con todas las penurias que ha tenido que enfrentar el cubano de a pie en los últimos años. Gil, por ejemplo, fue uno de los arquitectos de la dolarización de gran parte del comercio minorista en la isla, y su ministerio impulsó la eliminación del CUC (la moneda cubana que desapareció a inicios de 2021 durante la conocida como Tarea Ordenamiento).

De investigaciones similares desarrolladas por el régimen cubano contra uno de los suyos, como el caso del general Arnaldo Ochoa en 1989, o de Carlos Lage (vicepresidente) y Felipe Pérez Roque (canciller) en 2009, La Habana ha generado auténticos shows mediáticos para lavar su imagen. Ahora, el gran relevo de poder que el PCC forjó durante décadas en la figura de Díaz-Canel, pudiera estar en peligro tras la caída de Gil.

Leave A Reply

Your email address will not be published.