Personajes relevantes de la historia cultural y literaria de Jánico (7)

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Lázaro Belio Fernández Luna: poeta, músico y compositor janiquero

Perspectiva biográfica: QUÍMICO AZUCARERO PIONERO

Al nacer, sus padres —Ana de Jesús Luna de Fernández y Domingo Antonio Fernández R.— acordaron bautizarlo con el nombre de Lázaro Belio Augusto. Esto ocurrió en la Villa Santo Tomás de Jánico el 16 de octubre de 1932. Contrajo matrimonio en 1956 con su compueblana Belia Amadea Luna Adames, con quien procreó a Domingo Antonio, Belio Geraldo, Soledad Altagracia, Bernardo Augusto, Ernesto y Damaris Fernández Luna. Tuvo un ejemplar y único hermano, munícipe muy querido y recordado por la comunidad janiquera como uno de sus hijos más distinguidos: el médico Domingo Antonio Fernández, cariñosamente llamado Dr. Papo.

Sus estudios iniciales los realizó, en su pueblo natal, en la Escuela Primaria-Intermedia «José Trujillo Valdez» —designada con el nombre de «Dr. Arturo Grullón» luego de la muerte del dictador Rafael Leónidas Trujillo— y los estudios secundarios en el Liceo Ulises Francisco Espaillat de la ciudad de Santiago de los Caballeros, concluyendo el bachillerato en este centro educativo en 1952. Al año siguiente, fue nombrado maestro en la citada escuela del municipio de Jánico.

Fue poco el tiempo en que permaneció ejerciendo el magisterio allí, ya que, respondiendo a ese espíritu de superación que siempre ha sido su sello, emigro a la ciudad capital de Santo —Domingo para iniciar sus estudios superiores en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), donde se graduó de Técnico Azucarero (Concentración en Química) en la primera promoción de esa disciplina a principios de la década del 60 del siglo xx.

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Luego de haber egresado de la UASD partió hacia Puerto Rico —específicamente a la ciudad de Mayagüez— para realizar estudios especializados: tecnología azucarera en el Colegio de Agricultura y Artes Mecánicas y procesos de fabricación de azúcar crudo y refinado, de análisis y cálculos de control e investigación en el Central Igualdad de Mayagüez y en la Western Sugar Refining Company, en Mayagüez también.

A su regreso de la isla de Puerto Rico se estableció con su familia, a finales de la década del 60 del siglo pasado, en la ciudad de San Pedro de Macorís, para ocupar el puesto de asistente del Superintendente General de Fabricación del Ingenio Porvenir. Esto, a raíz de la creación, en 1966, del Consejo Estatal del Azúcar (CEA), organismo gubernamental que pasó a administrar los doce ingenios pertenecientes al dictador Rafael Leónidas Trujillo. Pasado un tiempo —a finales del año de 1970— instaló su hogar en la ciudad capital de Santo Domingo, pero continuó escalando posiciones en el CEA: asistente de la Supervisaría General de Fabricación, Supervisor General de Refinería y Controles Químicos, Supervisor General de Fabricación y Subgerente de Proceso de la Gerencia de Producción Fabril. En representación del CEA asistió, como químico azucarero, a congresos internacionales celebrados en Puerto Rico, Venezuela, Costa Rica, México y Alemania.

Es miembro distinguido de la Asociación Dominicana de Técnicos Azucareros (ADTA) y de la Asociación Química Dominicana. Por sus méritos acumulados como servidor público y como ciudadano ejemplar ha sido objeto de los siguientes reconocimientos: Mención de Honor otorgada por la Italconsult Argentina, S. A. en la asistencia técnica e implementación operativa prestada al CEA, reconocimiento de recibido de ese organismo estatal por el diseño de un nuevo sistema de producción de azúcar semi-refinado instalado en el Ingenio Ozama y reconocimiento como Hijo Meritorio del municipio de Jánico en el marco de la celebración del primer  centenario de la fundación de esa histórica comunidad (1881-1981).

PERSPECTIVA LITERARIA: EL POETA

Su sólida formación en el campo de las ciencias puras y en el de las Humanidades (artista, músico, poeta) le ha servido de base para desarrollar un pensamiento crítico, ya adquirido en la escuela hostosiana que todavía en sus años de estudios iniciales estaba vigente en el sistema de enseñanza pública de la República Dominicana. Y esa formación multifacética adquirida por Lázaro Belio le ha permitido exhibir una envidiable sensibilidad en sus creaciones musicales y poéticas, así como una notable capacidad reflexiva puesta de manifiesto en sus escritos en prosa al opinar sobre temas humanos, históricos o culturales. Es innegable su alto nivel intelectual alcanzado: sus numerosas publicaciones en volumen y sus escritos a través de las redes sociales son valiosas pruebas.

Lázaro Belio es uno de los autores janiqueros más prolíficos, comprobable si revisamos su bibliografía. Hasta ahora ha publicado siete obras: seis en el género poético (Del corazón a la mano, Canto a mi pueblo, En tránsito por la vida, Un poema, una canción, Canto a la mujer y Florilegio) y un libro en prosa en un lenguaje de carácter técnico-científico: El cisne vencido. Vida y muerte del Consejo Estatal del Azúcar (CEA) (Santo Domingo: Editora Amigo del Hogar, 2014. 72 p.), en el que responsablemente cuestiona la decisión del gobierno dominicano de clausurar el CEA, que él califica como «Un gran desacierto lleno de perversidad».

Es un poeta sensitivo y de una profunda vocación romántica. Ahora bien, lo que hace romántico un poema que trate sobre el amor no es el tema, sino el modo de abordarlo. Y Lázaro Belio lo logra en cada uno de sus textos. Cabe repetir aquí lo que ya he dicho: el amor como eje temático ha estado presente ―como inevitable y travieso duende― en la poesía producida dentro de las más variadas tendencias vanguardistas de la literatura universal posteriores al llamado movimiento del Romanticismo ―en boga en Europa entre los siglos XVII y XIX―, pero su tratamiento, el modo en que los creadores lo han abordado a través de la historia, ha recibido el influjo de las circunstancias propias de cada época, especialmente de los cambios en la valoración y visiones estéticas sobre el arte en sentido general y sobre la literatura específicamente.

Con sumo placer hemos leído su poesía, evocando a Bécquer, pero también a Rubén Darío, quien escribió: «Románticos somos… ¿Quién que Es, no es romántico?» Y al Pablo Neruda de los Veinte poemas y una canción desesperada, tan admirado por Lázaro Belio.

En Del corazón a la mano (Santo Domingo: Editora Amigo del Hogar, 2003. 52 p.), como en sus posteriores poemarios, es constante ese latir romántico del poeta. Este es su primer y más voluminoso compendio poético: reúne 30 poemas, en los que el amor y el desamor son los temas preferidos del autor, excepto en los titulados «Un compueblano patriota», de naturaleza épica, referido a la lucha contra tiranía trujillista; y «Canto al planeta», extenso, de largo aliento, en el que destaca su preocupación por el ecosistema, el medio ambiente y el modo en que el hombre atenta contra la naturaleza y ésta se rebela:

Pero el hombre no entiende

y sigue golpeando el planeta,

extrayéndole de sus entrañas

la riqueza que guarda para su existencia

y que él con habilidad utiliza

para explotarlo en cadena.

Destruye su bello ropaje,

quema con fuego su piel,

rompe en pedazos su cuerpo

y mata la vida también.

 

En el poema «Una rosa me enseñó a amar» hay una simbología metafórica bien lograda: la mujer transfigurada en una rosa:

Desperté aclamando la belleza

de una rosa

y aunque quise cultivarla para mí

el destino me llevó

a cultivar otra rosa.

 

Lo evocador, el peso de los recuerdos y la añoranza siempre han sido recursos poéticos propios de la poesía romántica: la vuelta al pasado cabalgando en la nostalgia. Y esos elementos son una constante en la poesía de Lázaro Belio. Su poema «Bruma de recuerdos» responde a esas características:

Cuando llego a ti

se abruma mi mente

de tantos recuerdos

y, sin vacilaciones,

me monto en el tiempo

………………….

Y casi siempre sobreviene la tristeza,

la imposibilidad de hacer

que el tiempo retorne al pasado.

Muy emotivo y atravesado por la ternura es el texto «Reina del planeta», en el que Lázaro Belio le rinde tributo a su venerable madre:

¡Madre, hoy es tu día!

Como si todos los días

no fueran tu día,

como si cada día

tu nombre no quedara grabado

en las páginas del tiempo.

 

«Seguiré caminando» es un poema existencialista que expresa una actitud de desafío de su autor ante la vida: «Nadie me detendrá en el camino» es como un grito de guerra. En «Una reflexión» el poeta se hace una pregunta ontológica hija de la tradición filosófica:

¡El hombre!

¿De dónde viene el hombre?

¿Del polvo por obra de Dios

o por evolución

con las leyes naturales del universo?

Dramática y dolorosa descripción es la que el poeta hace del mundo en el que vive una prostituta, esclava de su desdicha y de su triste destino. Eso hace en el poema «Mujer de cabaret», que inevitablemente ha traído a nuestra memoria aquella famosa canción del cantautor argentino Leonardo Favio titulada «La rubia del cabaret». Lázaro Belio escribe:

 

Tu belleza se levanta en las noches turbulentas,

mostrando tus encantos en el depravado cabaret,

paseando con delirio por las sendas licenciosas,

despidiendo el último suspiro del crepúsculo celestial.

En «Te odio y te quiero» lo paradójico, reflejando en un conflicto emocional interior, provoca la tristeza y el sufrimiento del poeta:

Cuando pienso en ti

la felicidad llega a mi alma

y la intensidad de los recuerdos

se acentúa,

convirtiéndose la felicidad primera

en sufrimiento.

 

En su segundo poemario, Canto a mi pueblo (Santo Domingo: Editora Amigo del Hogar, 2004), Lázaro Belio expresa su amor por la patria chica que le vio nacer y cuenta su legendaria historia: Jánico, municipio de la provincia cibaeña de Santiago. Es un único poema, de largo aliento: tiene 182 versos, distribuidos en 16 estrofas irregulares de 6, 7, 8, 9, 11, 16, 17 y 27 versos. Es un canto épico, de denuncia histórica contra el conquistador español:

Saqueo y muerte

es el plan de la conquista.

Por eso en ti

el crimen se cometió,

extrayendo el oro de tus entrañas

y asesinando con vileza

tu legítima población.

Su tercer poemario, como el anterior, también contiene un solo y extenso poema: En tránsito por la vida (Santo Domingo: Editora Amigo del Hogar, 2004). Es de naturaleza autobiográfica y está escrito en sesenta y siete párrafos, pero en forma estrófica, pues más que párrafos o poesía en prosa son estrofas de 4, 5 y 6 versos. Hay una de 7. Lázaro Belio utiliza un lenguaje llano, casi discursivo, nada metafórico y un tanto anecdótico. Es un texto de carácter histórico-político y autobiográfico, cuya lectura resulta refrescante y agradable:

El pueblo se lanza a las calles,

toma las plazas publicas

y con valor espartano

comienza a desmontar y destruir

los símbolos de la dictadura.

 

Nosotros aquí, en mi pueblo,

desmontamos y arrastramos por las calles

el busto del dictador

y luego en el local del Partido Dominicano,

como paso definitorio, arriamos del asta

la bandera de esa institución.

En su Canto a la mujer (Santo Domingo: Editora Amigo del Hogar, 2005) Lázaro Belio, como todo un caballero, enaltece a la mujer: «A Eva y en ella a todas las mujeres de la tierra», es su dedicatoria. Es un solo texto con alusiones bíblicas, referidas a la aparición de la primera mujer aparecida en el planeta: Eva. Leamos estos hermosos versos, cargados de lirismo:

Basta con verte desnuda en la fuente,

flotando en sus aguas con tu cuerpo en cruz,

pidiéndole al cielo fulgores de luna

para salir de la fuente vestida de luz.

 

O verte en el prado buscando una rosa,

montada al lomo de un brioso corcel.

Con tu pelo al viento y la mirada libre

encuentras la rosa que cae a tus pies.

El poemario Florilegio (Santo Domingo: Editora Amigo del Hogar, 2005) reúne 15 poemas de variada temática: hay textos románticos («Destino», «Sufrimiento», «Encuentro», «Ella», «Juramento», «Suspiro de amor”, «Descanso eterno», «Cosas del destino», «Aflicción» y «Testimonio»); elegíacos («Rasgos de una estrella», in memoriam a su hermano; «Tú y una estrella», in memoriam a su pariente Reynaldo Luna P., poeta también); a su pueblo («Hablando con mi pueblo»); patrióticos («Soneto»); y reflexivos («Nunca antes»). El poema «Sufrimiento» —de un marcado lirismo, en el que Lázaro Belio ha logrado un uso feliz del lenguaje poético—  nos ha impresionado profundamente:

Sufrimiento

 

Te busco y la esperanza se pierde

en el espectro de mi pensamiento.

Apenas oigo el eco de tu voz,

que se desvanece en el silencio

tortuoso del recuerdo.

Tu silueta es nube en llama

que se quema en el ardor de mi ceguera.

Camino y vivo tirado

entre los brazos del recuerdo.

¡Cuánto sufro por llevar encima

el peso de tantos recuerdos!

Porque en unos, sufro llorando;

en otros, sufro sonriendo;

porque para mí, recuerdo es sufrimiento.

PERSPECTIVA ARTÍSTICA: EL MÚSICO, EL COMPOSITOR

En la contraportada de su poemario Un poema, una canción (Santo Domingo: Editora Amigo del Hogar, 2008) con sorpresa nos enteramos sobre esa faceta de músico que desconocíamos en Lázaro Belio. El segundo párrafo de la nota editorial es el siguiente:

Estudió solfeo, soprano, clarinete y saxofón en la Academia Municipal de Música de Jánico y al quedar formada la Banda Municipal de Música, pasó a formar parte de ella, primero, tocando el soprano y luego el clarinete y el saxofón, siempre como músico primo. Concomitantemente con este ejercicio practicaba la guitarra y el violín, y luego, ya radicado en Santo Domingo, el bandoneón y el teclado electrónico.

 

Además, toca el violín el bandoneón y el órgano. Definitivamente, estamos ante un artista multifacético, poseedor de una gran cultura: un virtuoso del arte musical.

Otra faceta a resaltar en Lázaro Belio: la de compositor. De hecho, el poemario citado reúne seis de sus piezas poéticas convertidas en seis canciones cuyas partituras musicales, escritas por él mismo, aparecen recogidas en ese volumen: «Una rosa me enseñó a amar», «Te odio y te quiero», «Despierta», «Te vas», «Camino a mi pueblo» y «No pensar en olvido». «Te vas» había aparecido en su primer poemario. Es el poema del desamor, del amor sufriente:

Te vas de mi lado

sin saber hasta cuándo;

te vas de mi vida

arrancándome el corazón.

Su primera producción discográfica (CD), Amor. Canciones románticas, es del 2012 y contiene cinco temas de su autoría interpretados por el cantautor dominicano Samuel González: «Amor», «Camino a mi pueblo», «Destino», «Juramento» y «Suspiro de amor». Los arreglos musicales fueron realizados por el reconocido pianista y jazzista dominicano Rafelito Mirabal, fundador en 1987 de la banda de jazz denominada Sistema Temperado.

El segundo de los temas citados, “Camino a mi pueblo”, pertenece a su poemario Del corazón a la mano; mientras que los últimos tres aparecen en su obra poética Florilegio. El primero de los cinco, «Amor», no está contenido en ninguno de los seis poemarios publicados por Lázaro Belio.

Hemos tenido el privilegio de escuchar todas esas hermosas y emotivas canciones y tanto la musicalización como como la magistral interpretación de Samuel me han dejado profundamente impresionado. ¡Excelente el trabajo del arreglista Rafelito Mirabal! Todos los janiqueros amantes de su patria chica deberían escucharlas y disfrutar del talento poético y musical de uno de los más brillantes hijos del municipio de Jánico: Lázaro Belio Fernández Luna.

Concluyamos con la lectura de un fragmento de una de las canciones contenidas en su disco:

 

 

Camino a mi pueblo (Fragmento)

 

Ya llegando a mi pueblo,

radiante y bello como el Sol,

alumbrado por sus rayos

parece un arco vestido de arrebol.

 

Así llego yo a mi pueblo

a la puesta del Sol

y al entrar la noche

la luna lo pinta más bello

que el mismo Sol.

 

Todo es alegría, abrazos,

sonrisas y melodías,

porque eso es mi pueblo:

escenario de amor,

canción y poesía.

 

 

 

 

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