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El Auditorio de la Conciliazione, en el corazón de Roma, acogió la semana pasada uno de los eventos más emotivos del calendario eclesial: el Jubileo de los Sacerdotes. En un ambiente de fraternidad y celebración, miles de presbíteros y seminaristas procedentes de todos los continentes compartieron oraciones, reflexiones y una cercanía poco habitual con el papa León XIV. Entre discursos, gestos simbólicos y momentos de comunión, el encuentro dejó imágenes para el recuerdo.
León XIV, antes Robert Prevost, aprovechó su intervención para recordar la importancia de una vida sacerdotal fraterna, alejada del individualismo. “Formar sacerdotes amigos de Cristo significa formar hombres capaces de amar, escuchar, rezar y servir juntos”, dijo, en una llamada clara a fortalecer lazos entre clérigos y a reavivar el impulso misionero de la Iglesia. El papa subrayó la necesidad de “espacios adecuados” para cultivar vocaciones, sobre todo entre jóvenes “sedientos de infinito y de salvación”.
Entre todas las intervenciones, hubo una que se robó el corazón de los asistentes. En un tono entre solemne y desenfadado, el sacerdote castellonense Carlos Dolz Boix subió al escenario para compartir su testimonio que acabó con un conmovedor abrazo con el pontífice ante los asistentes allí congregados y que, gracias a las redes sociales, se ha hecho viral en los días sucesivos al evento religioso, alcanzando millones de visualizaciones y generando una avalancha de comentarios cargados de emoción y ternura.
“¿Me da un abrazo, su santidad, por favor?”
“Hace 23 años, Juan Pablo II me nombró monseñor”, recordó el sacerdote ante el papa. Y acto seguido, presentó dos solideos blancos con una petición cargada de ingenio: “Bendiga el que usted quiera, o se lo pone y ya está, y me lo cambia, santidad”. León XIV accedió con una sonrisa, se colocó uno de ellos y lo devolvió bendecido. Pero lo mejor aún estaba por llegar cuando, de forma espontánea el español le pidió un abrazo al recién elegido papa.
“¿Me da un abrazo, su santidad, por favor?”, dijo Carlos Dolz Boix. Sin dudarlo, León XIV descendió del estrado y se dirigió al obispo. Ante la atenta mirada de los asistentes, le ofreció un abrazo fraterno, sincero y prolongado. El auditorio rompió en aplausos y vivas al papa, mientras los teléfonos móviles captaban el momento desde todos los ángulos.
Sin grandes discursos ni formalidades, bastó un sencillo gesto para acercar a millones de fieles al rostro más cercano de la Iglesia
Lo que más sorprendió fue la naturalidad del gesto. Tras el abrazo, Dolz Boix besó con afecto al papa en ambas mejillas, desatando nuevas ovaciones en la sala. Lejos de incomodarse, León XIV respondió con una expresión de cercanía que refuerza su perfil como un líder accesible, alejado del protocolo rígido. Ese instante, que muchos definieron como “el más humano del Jubileo”, dejó una imagen imborrable del nuevo papa.