Cuarta entrega de la serie de posts semanales en las que os presento una veintena de palabras que quizás no conocéis y que os ayudarán a enriquecer vuestro vocabulario.
Bonancible: Se dice del mar, del tiempo o del viento cuando están tranquilos, suaves y serenos.
Crestomatía: Selección de textos elegidos para enseñar o ilustrar algo, especialmente en libros escolares.
Cultipicaño/a: Persona culta que usa su conocimiento con picardía o para sacar ventaja.
Currutaco/a: Alguien que se preocupa mucho por ir a la moda, sobre todo en la forma de vestir.
Dedada: Cantidad pequeña de algo espeso, como miel o mermelada, que cabe en un dedo.
Escurrimbres (o escurriduras): Restos o gotas de un líquido que quedan después de vaciar un recipiente.
Galicinio: Últimas horas de la noche, justo antes del amanecer, cuando canta el gallo.
Lavazas: Agua sucia que queda tras lavar algo.
Lubricán: Momento del atardecer o del amanecer en que la luz es tan tenue que cuesta distinguir un perro de un lobo.
Munúsculo: Regalo o detalle muy pequeño y sin gran valor.
Názora: Capa de nata que se forma en la leche al enfriarse.
Názula: Producto lácteo espeso, como el requesón o la cuajada.
Nubada (o nubarrada): Chaparrón repentino que cae de una sola nube.
Orobias: Granos pequeños de incienso usados en rituales o para perfumar.
Pediluvio: Baño de pies en agua caliente o fría, a veces con sales o hierbas, usado con fines curativos.
Rabear: Cuando un animal mueve la cola de un lado a otro.
Resistidero: Momento del día, tras el mediodía, en el que más aprieta el calor.
Rodrigón: Palo o caña que se clava junto a una planta para ayudarla a crecer recta.
Saetilla (o saeta): Aguja o flecha que marca la hora en un reloj o la dirección en una brújula.
Soledoso: Persona que vive sola o que está acostumbrada a la soledad.