El Atlántico que arde: el triángulo silencioso que amenaza la pesca en Sudamérica

El Atlántico Sudoccidental es uno de los mares más ricos del planeta, pero también uno de los más amenazados. Nuevas investigaciones advierten sobre una combinación crítica de fenómenos que alteran los ecosistemas y complican su conservación. La ciencia ha identificado un punto de inflexión que exige acción inmediata y colaboración sin precedentes entre países vecinos.


Un ecosistema bajo presión sin precedentes

Este tramo del océano, compartido por Argentina, Brasil y Uruguay, ha sido históricamente una fuente vital de especies como la merluza, el calamar illex y la corvina. Sin embargo, los cambios en las temperaturas oceánicas y las prácticas extractivas están alterando profundamente su equilibrio.

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Según un estudio reciente publicado en Marine Policy, la región está sufriendo una «tropicalización»: las especies de aguas cálidas están desplazando a las de aguas frías debido al calentamiento del mar, que avanza más rápido que el promedio global.

La científica Bárbara Franco, del Conicet y la UBA, advirtió que estos cambios ya están obligando a muchas especies a migrar hacia los polos. Esta redistribución exige nuevos modelos de manejo pesquero, más flexibles y dinámicos, que contemplen el comportamiento cambiante de las especies.


Un análisis histórico que enciende las alarmas

El estudio analizó datos recolectados en los últimos 70 años, incluyendo capturas, desplazamientos de especies, temperatura del agua y medidas de conservación. Se utilizaron modelos matemáticos, tecnologías satelitales y observadores embarcados para obtener una visión detallada del ecosistema marino.

Los resultados son contundentes: un 40% de los stocks pesqueros están siendo explotados de manera insostenible. La merluza, pilar de la pesca regional, está en declive, mientras que especies cálidas avanzan sin control. El calamar argentino, además, enfrenta una fuerte presión en aguas internacionales donde no hay vigilancia efectiva.


La amenaza invisible: gobernanza fragmentada y pesca ilegal

El principal problema no reside solo en la biología o el clima, sino en la falta de acuerdos sólidos entre los países. Argentina, Brasil y Uruguay comparten especies, pero no siempre comparten reglas. Esta desconexión entre jurisdicciones y los movimientos naturales de las especies ha generado un vacío legal que es aprovechado por flotas extranjeras.

En 2022, un 24% del esfuerzo pesquero en la zona provino de buques foráneos, muchos sin controles claros. A esto se suma la pesca ilegal, no declarada y no reglamentada, que mina cualquier intento de sostenibilidad y provoca daños económicos y ecológicos.

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¿Hay solución? Las propuestas para evitar el colapso

El equipo internacional de científicos propone varias estrategias clave:

  • Manejo adaptativo y dinámico: Adaptar las políticas a los cambios ambientales y migratorios de las especies.

  • Mayor cooperación regional: Crear acuerdos multilateralmente vinculantes entre los tres países.

  • Mejor tecnología de control: Fortalecer la vigilancia mediante satélites, sensores y observadores humanos.

  • Modelos climáticos integrados: Prever impactos futuros considerando variables socioeconómicas y ambientales.

  • Acuerdos internacionales: Gestionar recursos en aguas internacionales con reglas claras y compartidas.

El doctor Omar Defeo resumió el diagnóstico: “Hay un triple punto crítico —climático, biológico e institucional— que debe ser abordado de forma conjunta y urgente”. Sin ciencia, sin colaboración y sin herramientas modernas, el Atlántico Sudoccidental podría perder su riqueza para siempre.

Fuente: Infobae.

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