Los árboles tienen un secreto que podría salvar vidas antes de una erupción volcánica

Un nuevo estudio impulsado por la NASA y el Instituto Smithsonian ha descubierto que la vegetación puede actuar como una señal de alerta temprana ante erupciones volcánicas. A través de imágenes satelitales y observaciones en tierra, los científicos han encontrado pistas ocultas en el color y el comportamiento de los árboles que podrían convertirse en herramientas clave para la seguridad global.

Cómo las plantas revelan lo que el magma esconde

Cuando el magma empieza a subir por los conductos de un volcán, libera dióxido de carbono (CO₂) mucho antes de hacer erupción. Este gas, invisible y difícil de detectar directamente, se filtra por el suelo y es absorbido por las plantas. El resultado: una vegetación más verde, densa y activa.

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El mecanismo detrás de este fenómeno es la fotosíntesis, el proceso mediante el cual las plantas convierten agua y CO₂ en energía. Al disponer de un exceso de dióxido de carbono, las plantas intensifican su crecimiento y cambian visiblemente de aspecto. Este cambio puede observarse desde el espacio gracias a satélites como Landsat 8, diseñados para monitorear la superficie terrestre y sus transformaciones.

Las imágenes captadas muestran un aumento evidente del verdor y la cobertura de hojas en los meses previos a una erupción. Esta reacción vegetal funciona como una alerta silenciosa de que algo está ocurriendo bajo tierra.

Satélites que leen la piel del planeta

Muchos volcanes están en zonas remotas e inaccesibles, lo que complica su vigilancia directa. Pero la tecnología satelital permite detectar alteraciones vegetales a gran escala, aunque no se puedan medir los gases directamente.

Utilizando datos de Landsat 8, Sentinel-2 y otros satélites, la vulcanóloga Nicole Guinn analizó los cambios en la vegetación del Monte Etna, en Sicilia. Sus hallazgos mostraron una correlación clara entre el aumento de verdor y la liberación de CO₂ por parte del magma.

Además, el climatólogo Josh Fisher lidera investigaciones en California para comprobar en laboratorio lo que se observa desde el cielo. Su equipo estudia cómo responden las hojas al dióxido de carbono volcánico, evaluando tanto el riesgo como el potencial futuro de absorción vegetal en un mundo más contaminado.

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Una pista clave para la seguridad de millones

Aproximadamente el 10 % de la población mundial vive en zonas volcánicas. Mejorar la capacidad de predicción de erupciones no solo implica estudiar movimientos sísmicos, sino también integrar nuevos indicadores como la respuesta de los árboles.

Actualmente existen unos 1350 volcanes activos potenciales. Incorporar las señales que da la vegetación puede ser decisivo para anticiparse con mayor precisión y evitar tragedias. Observar el comportamiento de la naturaleza podría, en el futuro, convertirse en la herramienta más valiosa para proteger a quienes habitan bajo la sombra de un volcán.

Fuente: Meteored.

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