León XIV

El cardenal estadounidense Robert Francis Prevost se convirtió ayer en el papa León XIV, del que se considera que sería un continuador del legado de su antecesor Francisco, en cuyo papado fue coordinador de los obispos de todo el mundo, por lo que tendría mayor influencia sobre una dividida Curia Romana.

Aunque nació en Chicago, Illinois, el nuevo pontífice ostenta la nacionalidad peruana, con vasto conocimiento de historia, economía y geopolítica del continente, lo que le validó el respaldo de cardenales de Norte y Suramérica en un complicado cónclave que incluyó a prelados de 71 nacionalidades.

En Roma se considera que León XIV ejercería un apostolado de cercanía entre sectores reformadores y conservadores de la Iglesia, con énfasis en políticas esencialmente dirigidas a involucrar al Vaticano con la lucha social, aunque apegadas a un modernismo que el papa hereda de la Orden de San Agustín.

Prevost, nacido en Estados Unidos, su condición de hijo de padre de origen italiano, madre de ascendencia española y con más de diez años de labor como obispo en Chiclayo, Perú, lo convierte en un pontífice representativo de varias regiones y culturas, lo que se convirtió en decisiva ventaja sobre otros papables de Europa, Asia y África.

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El nombre con el que el nuevo Papa será identificado evoca a León XIII (1878-1903) que promovió el diálogo con la modernidad y abordó problemas sociales y laborales, aunque la orden de los agustinos, de donde procede no se considera progresista, Prevost conoció en Suramérica a Gustavo Gutiérrez, padre de la Teoría de la Liberación.

Al nuevo papa, quien como obispo visitó varias veces a República Dominicana, se le define como de perfil afable, moderado y reservado, pero también como un gran conciliador, que en ocasiones ayudó a subsanar fuertes diferencias entre el pontificado de Francisco, la iglesia progresista de Alemania y la muy conservadora de Estados Unidos.

En un mundo signado por incertidumbre política, económica, social, ambiental y por nuevos escenarios de guerra y conflictos geopolíticos, constituye una nota de alivio que la Iglesia católica sea liderada por un papa que continúe el legado de Francisco, de promoción de la paz, justicia social, preservación del medio ambiente y de fortalecimiento de la familia.

Millones de feligreses católicos reciben jubilosos la fumata blanca que anunció al nuevo papa Leon XIV, cuya consagración refuerza también la fe, confianza y esperanza de que su papado redundará en beneficio de una humanidad diezmada y asolada por tempestades de odio, intolerancia, egoísmo y exclusión.

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