Un solitario tanque soviético para celebrar el Día de la Victoria: “No permitimos amenazas de nadie”

Por segundo año consecutivo, un único tanque soviético ha desfilado por las calles de Moscú para conmemorar el 79º Día de la Victoria, uno de los momentos más significativos del calendario político ruso. No es un carro de combate cualquiera, sino el legendario T-34-85 de la Segunda Guerra Mundial, apodado el “tanque de la victoria”. La pasada edición de la marcha militar que celebra el triunfo contra la Alemania nazi ya había sido modesta. Pero la de este jueves confirma que Vladímir Putin mantiene todos los recursos militares del país comprometidos en la guerra en Ucrania y que, pese a llevar ahora la iniciativa en el frente, el horno no está para bollos. Ni siquiera para bollos simbólicos.

“Rusia está atravesando un período transitorio difícil”, reconoció Putin en su ya clásico discurso del 9 de mayo, una fecha central en su agenda ideológica en la que, tradicionalmente, Moscú aprovechaba para mostrar músculo bélico. “Rusia hará todo lo posible para prevenir un conflicto global. Pero al mismo tiempo, no permitiremos que nadie nos amenace. Nuevas fuerzas estratégicas siempre están listas para el combate”, agregó amenazante el líder ruso, quien esta semana comenzó un quinto mandato presidencial anunciando unas maniobras con armas nucleares tácticas como respuesta a la nueva oleada de ayuda occidental a Kiev.

Horas antes de la parada, la página especializada Oryx, que hace un seguimiento de las pérdidas de material bélico en la guerra, informaba de que Rusia ya había superado los 3.000 carros de combate perdidos desde el inicio de la invasión, frente a los 800 ejemplares de Ucrania. De estos, 2.000 habrían sido destruidos, 156 dañados, 329 abandonados y 514 capturados por el enemigo, según las evidencias visuales en las que el medio basa sus cálculos. El gran total de equipos militares rusos destruidos desde febrero de 2022 supera las 15.000 piezas, incluyendo vehículos, aviones, buques y cañones de todo tipo. Pese a las abultadas cifras, el Kremlin tendría músculo industrial y arsenal suficiente para sostener la ofensiva durante 2-3 años, incluso más, según estimaciones del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IIEE).

La ceremonia, celebrada bajo una rara ventisca primaveral, congregó a unos 9.000 efectivos, unos 70 equipos y dos grupos de aviación con apenas 15 aviones. Al igual que en 2023, los medios terrestres expuestos fueron más bien exiguos. Al T-34 le siguieron varias familias de vehículos blindados, incluyendo los Tiger, VPK-Ural y Kamaz o los de transporte de tropas BTR-82A y Boomerang. En los desfiles previos a la invasión, más de 30 carros de combate También pasaron los misiles tácticos Iskander-M, los sistemas antiaéreos S-400 y lanzadores móviles de proyectiles estratégicos Yars, base del escudo nuclear ruso.

Pero ni rastro de las emblemáticas 4.ª División de Tanques de la Guardia Kantemirovskaya, 2.ª División de Fusileros Motorizados de la Guardia Taman, de la 27.ª Brigada de Sebastopol de Fusileros Motorizados de la Guardia Separada ni de la 45.ª Brigada Separada de Ingenieros, que sí participaron en la jornada de 2022. Tampoco se presentó ningún medio moderno, avance tecnológico o unidad de elite. El equipo más novedoso en el acto fue el nuevo blindado sanitario Linza, con protección adicional y capacidad para transportar hasta seis heridos, que entró en servicio en 2020.

“Es verdaderamente gracioso que el T-14 Armata (el tanque ruso más sofisticado) no solo es demasiado costoso para utilizar en Ucrania, sino que tampoco hay suficientes para sobrevivir al desgaste del Día de la Victoria en Moscú. Menos mal que el T-34 no ha sido despachado a Ucrania todavía”, ironizó Oliver Alexander, analista militar de fuentes abiertas, en redes sociales.

La principal novedad fue el retorno del espectáculo aéreo, aunque limitada a la maniobra acrobática Diamante Cubano ejecutada por un escuadrón de nueve cazas MiG-29 y Su-30SM y el sobrevuelo de media docena de Su-25VM que pintaron el cielo capitalino con los colores de la bandera rusa. Muy lejos de los más de 50 aviones y 18 helicópteros que sobrevolaron el Kremlin en 2021. En 2022 la parte aérea fue cancelada por mal tiempo y en 2023, directamente, no hubo medios aéreos. El otro gran cambio fue la presencia de más de 1.000 veteranos de la guerra de Ucrania que atravesaron los adoquines de la Plaza Roja formando una columna separada, elevando el protagonismo a los efectivos que participan en su “operación especial” (el eufemismo que todavía Putin obliga a utilizar en Rusia para referirse a la guerra).

La insólita imagen del solitario carro soviético encabezando los aguados fastos han generado chistes y chanzas entre los críticos de Putin. Sin embargo, los analistas advierten que la principal conclusión de este lacónico desfile es que el líder ruso, pese a su gusto por las efemérides épicas y los gestos grandilocuentes, no está dispuesto a que sus tropas pierdan el foco. Además, el Kremlin aprovechó para mandar un mensaje a sus militares al colocar detrás del presidente a varios oficiales acusados de crímenes de guerra en Ucrania, como el comandante Boris Dudko, cuya división estuvo en la sangrienta ocupación de Bucha.

Paradójicamente, el equipo bélico más moderno presente en Moscú estos días son los equipos capturados por las tropas rusas en Ucrania. El pasado 1 de mayo, informaron medios locales rusos, se inauguró una exposición en la colina Poklonnaya donde se pueden ver varios blindados occidentales como un tanque estadounidense Abrams y un europeo Leopard 2, además de varios vehículos de combate de infantería (el M2 Bradley estadounidense, el AMX-10RC francés y el Marder alemán).

Por segundo año consecutivo, un único tanque soviético ha desfilado por las calles de Moscú para conmemorar el 79º Día de la Victoria, uno de los momentos más significativos del calendario político ruso. No es un carro de combate cualquiera, sino el legendario T-34-85 de la Segunda Guerra Mundial, apodado el “tanque de la victoria”. La pasada edición de la marcha militar que celebra el triunfo contra la Alemania nazi ya había sido modesta. Pero la de este jueves confirma que Vladímir Putin mantiene todos los recursos militares del país comprometidos en la guerra en Ucrania y que, pese a llevar ahora la iniciativa en el frente, el horno no está para bollos. Ni siquiera para bollos simbólicos.

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