El aparente incontenible avance de la ola delictiva en nuestra región

Entre la rica variedad de modalidades delictivas que acosa a los habitantes de la Región se destacan, de pronto, algunas que resultan más preocupantes, ya sea por el salvajismo con que se cometen algunos delitos o por su recurrencia, que deja traslucir la falta de reacción institucional frente a ellas.

En esta categoría pueden incluirse los cinco robos sufridos en los últimos cinco meses -es decir uno cada treinta días- por un negocio ubicado en pleno centro de La Plata, exactamente en la esquina de 5 y 49, a tres cuadras de la Casa de Gobierno. Y en tres de esos episodios, con el local abierto.

En el quinto robo perpetrado en las últimas jornadas, las cámaras de seguridad del barrio captaron el último embate sobre las instalaciones del negocio, en cuyas imágenes se aprecia a un ladrón, presuntamente menor de edad, cuando arroja piedras contra la vidriera.

Bandas juveniles, motochorros, especialistas en entraderas y salideras, descuidistas, asaltantes que ingresan a los domicilios de noche, robos de bronces, de medidores y de tapas metálicas, sustracción de vehículos o de neumáticos, la ola delictiva se presenta en nuestra zona con sus mil modalidades, cada día más violentas.

Ya el año pasado comerciantes del centro de La Plata se habían declarado en estado de alerta por la inseguridad reinante. Los empresarios ubicados sobre calles 8, 9 y sus adyacencias anunciaron en su oportunidad que se reunirían con la Federación Empresaria La Plata para analizar el tema de la inseguridad. “Son muchos los negocios que han sido blancos de asaltos o robos en sus locales”, dijeron. Agregaron que la situación “está desbordada, no da para más, por eso la idea es ver los pasos a seguir”.

En esas mismas jornadas la población se vio conmocionada por una feroz entradera en La Loma en la que un jubilado de 86 años fue víctima de una brutal agresión durante el transcurso de un asalto.

En esas mismas horas un terror similar padecieron una madre y sus hijos en su vivienda de Villa Elisa, a raíz del asalto que sufrieron por parte de una banda que ingresó a plena luz del día. Dinero, celulares, alguna joya, todo pasó a manos de los delincuentes.

En todos estos episodios ocurridos con diferencia de pocas horas -y que en realidad se repiten día tras día- existió un gran ausente, que es la Policía.

Una fuerza policial que debería estar en las calles a toda hora, previniendo estos episodios, averiguando en dónde se refugian los ladrones o quién compra los objetos robados, realizando las mínimas tareas de inteligencia que le correspondería desplegar a esta fuerza de seguridad.

Se sabe, claro, que le faltan recursos y que también existe un déficit notorio en la formación de nuevos policías, entre muchos otros de los motivos que podrían explicar su inoperancia.

De todos modos, mientras la Policía siga en estado de ausencia, los delincuentes continuarán dando su presente a toda hora y en cualquier lugar de nuestra región.

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