En contra del eurozorra | Opinión de Carlos García Miranda

Arranca la semana del Festival de Eurovisión, la mejor del año para los eurofans que viven la competición musical entre países con tanta pasión como Martínez -Almeida un chotis. Luego estamos los que pensamos que cómo es posible que ese Operación Triunfo mundial genere audiencias locas, millones de tuits y otros tantos números gordos en las casas de apuestas.

Criticarlo te convierte automáticamente en snob musical que no entiende la creatividad y la vanguardia del festival. El caso es que las letras de las canciones no suelen ser física cuántica. Además, a mí me suenan todas parecidas; sobre todo, comparten facilidad para olvidarlas. También suelen ser bastante horteras, con excepciones como Salvador Sobral, algo que no tiene por qué ser malo si gana la diversión –ahí está la década de los 80–. Eso sí, hay horteradas que salen más a cuenta, que la retrasmisión, el decorado, el vestuario y demás intendencias las pagamos todos y no ganamos nunca. Encima, los pobres cantantes no se llevan un duro.

Este año la competición se libra en Suecia, medio siglo después de la victoria de ABBA con Waterloo. Me pregunto cómo hemos pasado de ese temazo que comparaba la rendición ante el amor con la de Napoleón en la batalla de Waterloo al Zorra de Nebulossa, propuesta de nuestro país. Dicen que es porque el festival se ha liberado de prejuicios, como los que deben quitarse las mujeres cantando a los cuatro vientos que son unas zorras. El caso es que yo preferiría que el día de mañana mi hija cantase que es ingeniera aeronáutica, pero igual es que no lo entiendo como dicen con superioridad los defensores de la canción frente a las críticas –he leído más tuits de hombres alabando la propuesta que de mujeres–.

Me extraña que se me escape algo, que la letra no se maneja desde el subtexto. Intenta una reapropiación del insulto como acto de reivindicación, pero el artificio oportunista de la propuesta hace que suene más a perpetuación de estereotipos que a resignificación. Los que criticamos Zorra y su propuesta de coreografía con maromos –para una vez que el micrófono lo lleva una mujer entrada en los cincuenta– estamos en la fachoesfera y nos mola más el Cara al Sol. Eso fue lo que dijo Sánchez. Nuestro presidente alabó cantar el insulto como reivindicación, en su línea de feminismo cosmético, elevando así el tema al plano político. Paradójicamente, lo hizo insultando. Total, que estoy por salir a la calle a cantar que soy facha, rollo resignificación del insulto.

A ver qué pasa en las semifinales de Eurovisión, aunque la ‘zorrapolémica’ se va a ver ensombrecida por la de la participación de Israel y las manifestaciones propalestinas. No está mal para un festival tan libre que alardea de no ser político… La cosa es que si Nebulossa gana dirán que ha sido gracias al feminismo, pero si pierde se le podrá echar la culpa al machismo. Bien pensado, la canción es perfecta.

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