Ha burlado la muerte 15 veces: ha sobrevivido a mordeduras de serpientes y hasta al impacto de un rayo


Euclides Mosquera ha sobrevivido a 14 mordeduras de culebra y al impacto de un rayo. | Foto: CORTESIA

Por las calles de Acandí, Chocó, en Colombia, se pasea un milagro andante. Se trata de Euclides Mosquera, el hombre de 53 años que con sus 54 kilos de peso ha desafiado a la muerte, al menos, en 15 ocasiones. Desde hace más de una década parece estar persiguiéndolo. La primera vez que la sintió cerca fue por el veneno de una serpiente. Era noviembre de 2010, trabajaba en un cultivo de plátano y justo en el momento en que mandó la mano para correr la maleza sintió la mordedura del reptil, que enredó sus tres metros de largo sobre el brazo.

Por Semana

“A medida que corría el veneno por las venas sentía un calor que me quemaba”, narra aún con la angustia que experimentaba cuando el aire le empezó a faltar. La lengua, los brazos y los pies empezaron a inflamarse, de su cuerpo brotó sangre.

El 22 de septiembre de 2012, Luz Marina Díaz, esposa de Mosquera, pensó que perdería para siempre a quien eligió como compañero de vida. Eran las diez de la mañana cuando estaba en la ventana mientras arrullaba a su hija de 8 meses de nacida, vio que él llegaba a casa antes de lo previsto, se tambaleaba de un lado para el otro y antes de cruzar la puerta se desvaneció, alcanzó a decir que lo mordió una culebra.

¡Por séptima vez!, la mujer relata que la vereda en la que se encontraban está ubicada a hora y media del casco urbano. Le untó en la boca algunas gotas de leche con la esperanza de que eso cortara el veneno, era consciente de que “la única manera de salvarlo era con el suero antiofídico, pero ¿si lo cargaba a él hasta un puesto de salud, cómo llevaba a la niña? No podía dejarla sola, llamé al patrón para que me ayudara y hasta que él llegó me arrodillé a orar”.

Mosquera dice que ese día, como otros tantos, Dios les hizo el milagro. Lo cargaron en hombros y asegura que en esos momentos se sentía como un muñeco de trapo, sin poder moverse ni decir nada, pero con la mente lúcida. Temía que así pasara los últimos minutos junto a su familia y sin alcanzar a despedirse de sus otros tres hijos.

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