Europa del Este aprieta los dientes ante un brote de tosferina entre niños. España les lleva ventaja

Hasta comienzos del 2000, como la técnica del PCR aún no estaba extendida en España, cuando tenían que diagnosticar a un niño ingresado por posible tosferina, los pediatras se tenían que situar a los pies de su cama, con la placa de Petri, para que el niño tosiera, recoger la muestra en la tos y “llevárnosla corriendo a microbiología porque es una bacteria difícil de cultivar“, rememora la epidemióloga española Maria Garcés-Sánchez, especializada en Pediatría y adscrita al Área de Investigación en Vacunas de FISABIO.

El salto del escupitajo al PCR no ha sido el único avance que ha permitido luchar contra esta enfermedad respiratoria muy contagiosa, causada por un tipo de bacteria llamada Bordetella pertussis. Debido a la prolongada y feroz tos que provoca, en español, se denomina como “tosferina” del latín tussis ferinat, o lo que es lo mismo, “tos de fiera” y en chino, como “la tos de los 100 días”, porque puede provocar tres meses continuos de tos, “día y noche”, puntualiza Garcés-Sánchez.

Varios países europeos están experimentando un aumento de casos de tosferina, entre ellos, España, donde, en solo dos meses de 2024, se produjeron 1.077 casos, lo que supone un 85% más de casos de tosferina que en los 12 meses de 2023, según informes del Centro Nacional de Epidemiología (CNE). La cifra sorprende en comparación con comienzos de 2023, cuando solo se notificaron siete casos en las primeras ocho semanas, en un año que ya se produjo un repunte, con 2.560 casos de tosferina notificados.

¿Hay que preocuparse? “No, porque son patrones cíclicos”, responde tajante por teléfono la epidemióloga española Maria Garcés-Sánchez, que explica que el incremento de casos de tosferina en varios países en los últimos meses, “es normal porque la tosferina siempre cursa de manera cíclica, cada 3 o 5 años”. El anterior brote, en la mayoría de países europeos tuvo lugar en 2012 y 2018. Sin embargo, insiste la epidemióloga, por esto mismo, es tan importante la vacunación.

Garcés-Sánchez explica que, en los años 50, antes de que se suministrara la vacuna en España, “no solo era tos, que duraba mucho, sino que cuando afectaban a los bebés, si se trataba de una tosferina maligna podía matarlos“.

Existen dos vacunas contra la tosferina. La primera que se comercializó contra la tosferina la desarrollaron dos mujeres investigadoras norteamericanas, Pearl Kendrick y Grace Eldering. “Esta primera vacuna permitió que disminuyeran los casos drásticamente, pero estaba compuesta por todas las células de la bacteria y producía mucha reacción”, explica Garcés-Sánchez. Después llegaría la vacuna acelular, que produce menos reacción y es la que se administra hoy en España.

En España, hoy casi todos los niños están protegidos por la vacuna contra la tosferina. En 2021, un 98,2% de los niños españoles había recibido la vacuna hexavalente, que protege contra difteria, tétanos, tos ferina, hepatitis B, Haemophilus influenzae B y poliomielitis; un 95,3% había recibido la dosis de refuerzo a los 11 meses y un 95,1% la de los seis años, según datos del Comité Asesor de Vacunas.

En España se ha registrado un 85% más de casos de tosferina en 2024

“La incidencia de la tosferina, al ser una enfermedad inmunoprevenible, depende de si se vacuna o no la población”, afirma el doctor Ángel Carrasco, vicepresidente de la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria y expresidente de la Confederación Europea de Sociedades Pediátricas de Atención Primaria. Y esa cobertura, dice, es multifactorial: “Depende de que la vacuna se oferte, que sea sencillo ponérsela al niño, que no haya muchas barreras”, pero, continúa, “también depende mucho de que haya un profesional sanitario que te la recomiende”.

Desde la Asociación Española de Pediatría consideran que el hecho de que en España el pediatra está en los centros de atención primaria es clave en la alta cobertura de vacunas infantiles. A diferencia de otros países europeos como Reino Unido, Irlanda, Países Bajos y los países escandinavos, donde “es un médico de medicina general el que atiende también a los niños”, y “los pediatras están exclusivamente en el medio hospitalario“, afirma Carrasco. Parece más barato que un médico valga para todo, pero dice que, “a larga sale más caro, porque receta más antibióticos y deriva más al hospital”, agrega Carrasco.

La vacuna en mujeres embarazadas está salvando bebés

Otro de los grandes avances tiene que ver con el impacto que la vacunación de las mujeres embarazadas tiene sobre los niños recién nacidos, según acaba de confirmar un estudio en la revista Vaccine. La vacunación contra la tosferina de mujeres gestantes en España redujo un 36% la hospitalización de bebés menores de tres meses entre 2015 y 2019 celebra la revista. En 2022, en España, un 87,2 % de las mujeres embarazadas había recibido la vacuna, una cifra que, en el caso de La Rioja, se eleva al 99,4%.

Garcés-Sánchez explica que, lo que se había comprobado es que, con la vacunación los niños estaban muy bien protegidos. Sin embargo, los que estaban desprotegidos eran los bebés de hasta tres meses de vida, porque la primera dosis de esta vacuna no se administra hasta dos meses de vida; la segunda, a los cuatro y la tercera, a los 11 meses. “Por lo que los casos más graves eran en bebés de tres meses que, o acababan de recibir la vacuna o no tenían protección“, explica Garcés-Sánchez.

En 2012, Reino Unido fue el primer país europeo en iniciar un programa de vacunación materna contra la tosferina para las mujeres embarazadas entre 28 y 38 semanas tras un brote que causó 14 muertes de bebés. Desde entonces, otros países europeos han introducido programas similares, entre ellos, España, Bélgica, República Checa, Grecia, Irlanda, Italia y Portugal.

No es el caso de Bulgaria, que, con al menos 500 casos documentados en lo que va de año, según datos del Ministerio de Sanidad búlgaro, se vive el brote más grave de la enfermedad en el país desde 1977. En 2023, el 92,4% de los niños habían sido vacunados en Bulgaria, sin embargo, la vacuna para mujeres embarazadas no está programada en el calendario de vacunación obligatoria. Por lo que esta enfermedad infecciosa, olvidada por los búlgaros, ha vuelto a manifestar su peor cara a mediados de abril, cuando dos bebés de un mes, que aún no habían recibido su primera dosis, fallecieron.

La tragedia es similar a la vivida en Grecia, donde con 120 casos en los últimos tres meses, también se ha registrado un repunte y dos muertes, la de un adulto con otra enfermedad subyacente y la de un recién nacido.

“Los casos de pacientes gravemente enfermos son raros” y suelen aparecer en niños muy pequeños, los cuales, “o bien aún no están vacunados o su capacidad de adaptación es menor y a menudo, ambas cosas”, afirma el profesor asociado Dr. Valeri Velev, especialista en enfermedades infecciosas de la clínica infantil del Hospital de Enfermedades Infecciosas de Sofía. “Lo más dramático en estos niños es el cese temporal de la respiración, la llamada apnea”, puntualiza el profesor búlgaro.

En algunos países europeos, la pandemia del covid ha conducido a una tendencia preocupante entre algunos padres que desconfían de las vacunas infantiles. Es el caso de Francia o Rumanía, donde la vacunación contra enfermedades infantiles cayó 10 puntos en 2021, según UNICEF.

Mientras que en el Comité Asesor de Vacunas van más allá y son partidarios de la vacunación de refuerzo en la adolescencia, a los 11 o 12 años, para prolongar la protección y evitar los brotes que se han visto en adolescentes este año, porque “el problema que tiene esta vacuna es que no produce protección para toda la vida, como ocurre con la triple vírica, sino que ofrece una protección de unos cinco años“, concluye Garcés-Sánchez.

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