Silvia Hidalgo gana el premio Tusquets de Novela con ‘Nada que decir’

A la tercera, nunca mejor dicho, va la vencida, y después de ‘Dejarse flequillo’ y ‘Yo, mentira’, la escritora sevillana Silvia Hidalgo (1978) ha saltado de liga y de división con ‘Nada que decir’, novela que le ha valido el XIX Premio Tusquets Editores de Novela 2023. Un galardón dotado con 18.000 euros y que ha querido reconocer el «deslumbrante retrato psicológico de una mujer enfrentada a sus contradicciones y a la vorágine de la vida modera» al que, celebra el jurado, Hidalgo ha dado forma en la novela.

Hidalgo, ingeniera informática de profesión, recoge con ‘Nada que decir’ el testigo de Cristina Araújo y su ‘Mira a esa chica’ con una historia sobre la pasión, el deseo y el mano a mano con la crisis de los cuarenta. Una novela que, ha explicado la propia autora en rueda de prensa en Barcelona, «nace de unos impulsos muy carnales, de sentimientos con los que no nos sentimos cómodos como el despecho, la herida, el enfado y la envidia». Unas (bajas) pasiones que, defiende la autora sevillana, pueden generar «algo bonito» cuando «se abrazan como algo humano».

En ‘Nada que decir’, Hidalgo sigue los pasos de una mujer que espera en el interior de un coche a que su exmarido venga a recoger a su hija mientras ella planea mentalmente una cita con un desconocido. «Quiere huir de los espejismos de una falsa felicidad, pero se sitúa ante el abismo de una relación enfermiza, desquiciada», leemos. Aparece por ahí el nombre de Marguerite Duras y subraya el jurado, formado por Antonio Orejudo, Bárbara Blasco, Eva Cosculluela, Cristina Araújo y el editor Juan Cerezo, lo afilado y descarnado de una voz implacable.

«Al final es una novela sobre la búsqueda de la inocencia y a volver a cosas más puras y simples», ha resumido la propia Hidalgo. El título de trabajo, bromea, era ‘Desquiciadas’, extensión de ese «altar de desquiciadas» al que rinde pleitesía y en el que habitan autoras como Olga Tokarczuk, María Fernanda Ampuero, Elfriede Jelinek y Ariana Harwicz. «Mi universo es más pacífico, o eso creo», ha dicho.

«No es más que una tarada sentado al volante mirando fijamente el móvil». Con estas palabras arranca una novela hecha de relaciones tóxicas, escombros del amor romántico y «sentimientos animales y furia». «Sus escenas nos dejan turbados», ha reconocido Cerezo. «Ella está dañada, y de la tristeza pasa al enfado», ha apuntado Hidalgo. En palabras de Bárbara Blasco, «Hidalgo trata sobre uno de los grandes cambios actuales, la deriva del amor en estos tiempos posmodernos».

 

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