Las relaciones de pareja no siempre se rompen por grandes conflictos, sino por una erosión silenciosa provocada por la rutina, la distancia emocional y la falta de atención mutua. Sin embargo, según el psicólogo Mark Travers, existen pequeñas acciones diarias que, lejos de ser superficiales, constituyen el verdadero pegamento emocional que mantiene un vínculo fuerte y estable. A continuación, exploramos cuáles son y por qué transforman por completo una relación.
Expresiones lúdicas que refuerzan la confianza
Uno de los pilares más poderosos en las relaciones emocionalmente sanas es la capacidad de jugar con el otro. No se trata solo de diversión, sino de seguridad emocional. Travers sostiene que las muestras físicas de afecto, no necesariamente sexuales, como las caricias espontáneas o los juegos tontos, actúan como señales profundas de confianza.
Un estudio publicado en Scientific Reports analizó a más de 460 parejas adultas y concluyó que aquellas que mantenían actitudes lúdicas presentaban una menor evasión emocional y más cercanía. El juego compartido genera una sensación de libertad emocional que se traduce en mayor conexión. No es casualidad que muchas relaciones florezcan en sus primeras etapas gracias a este tipo de interacciones, aunque luego tiendan a desaparecer con la rutina.
La clave, según Travers, está en no dejar que esa espontaneidad se diluya. Volver a jugar, reír y bromear con la pareja puede ser más poderoso de lo que parece.
Las tareas domésticas como puentes emocionales
Brooklyn Tech Support
En vez de ser una fuente de conflicto, las actividades del hogar pueden convertirse en un espacio de conexión si se abordan con una mentalidad colaborativa. Travers destaca que hacer cosas juntos, desde cocinar hasta ordenar una habitación, puede convertirse en un acto íntimo si se acompaña de buena comunicación y empatía.
Un estudio de Socius en 2020 demostró que las parejas que comparten las tareas domésticas reportan mayores niveles de satisfacción y bienestar emocional. Pero más allá de la distribución justa, el impacto más profundo reside en cómo se conversa durante esas actividades y en la sensación de estar “en el mismo equipo”.
El simple hecho de decir “lo hacemos entre los dos” puede convertirse en una afirmación de compromiso y cuidado mutuo que fortalece la relación día a día.
La importancia de registrar emociones a diario
Otro hábito clave en las relaciones estables es el registro emocional: pequeños momentos diarios donde uno se detiene a preguntar al otro cómo está, cómo se siente. Puede ser durante un desayuno tranquilo o en una conversación antes de dormir.
Estos instantes de atención plena, aunque breves, generan un efecto profundo. Travers menciona un estudio que vincula la práctica del mindfulness con una disminución de actitudes negativas y un aumento de comportamientos afectivos. Cuando uno de los miembros se muestra más presente emocionalmente, el otro responde con mayor calidez y afecto.
Además, en los días en los que la pareja no logra estar sincronizada, existe una tendencia natural a compensarlo con más ternura al día siguiente. Es una forma de autorregular la dinámica emocional con amor y compromiso.
Crear juntos, incluso sin hacer lo mismo
Por último, Travers señala que la cocreación compartida, también llamada “juego paralelo”, es otra forma potente de conexión. Se trata de estar juntos en un mismo espacio físico, aunque se estén realizando tareas diferentes, o bien colaborar en algo creativo como pintar, tocar música o diseñar un proyecto.
Un estudio en Psychology of Music reveló que las parejas que improvisaban música juntas reportaban niveles más altos de compromiso y comunicación emocional. Curiosamente, no era la actividad planificada lo que generaba cercanía, sino el hecho de crear sin presión, de forma orgánica y libre.
Este modelo, conocido como SMAR, refleja que compartir el proceso creativo –aunque no sea perfecto– construye un vínculo más profundo que muchas palabras.
Conclusión:
La estabilidad emocional en pareja no depende de regalos costosos ni grandes promesas. Está en las pequeñas decisiones diarias: reír juntos, colaborar con empatía, prestar atención a los sentimientos del otro y compartir momentos, incluso en silencio. Cuatro hábitos sencillos que pueden redefinir por completo lo que entendemos como una relación plena.
[Fuente: Infobae]
