La reina de las matemáticas y su gran pasión por el saber

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“Si los trenes andan, yo voy”, confirma María Inés Baragatti al acordar la entrevista en la redacción de EL DIA. Es que, aunque esta mujer que pronto cumplirá 77 años vive en Bernal desde que nació, conoce de memoria el viaje a La Plata ya que durante décadas dictó clases de matemática en la UNLP.

En las pocas cuadras que separan al Diario de la Estación, un hombre la frena porque la reconoce “de los videos”.

“Si la hubiera tenido a usted de profesora, yo hoy sería ingeniero”, le dice. Le pide una foto, María Inés accede, sonríe y retoma el camino.

Licenciada en Matemática desde 1970, dejó huellas profundas en la Universidad platense y en la de Quilmes -entre otros ámbitos- aunque ganó popularidad después de que un ex alumno suyo, Damián Pedraza, la invitó a dar clases en YouTube para su canal “El Traductor de Ingeniería. Resultado: el material se viralizó por redes y hoy sus videos alcanzan el millón y medio de reproducciones (ver aparte).

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“Tengo una cierta habilidad”, dice, “soy maestra y bachiller”.

En los años 1964 y 1965 María Inés cursó en dos colegios secundarios de Quilmes de manera simultánea, en el Normal y en el Bachillerato nocturno. De esa época recuerda que su padre la llevaba y la iba a buscar en auto. “Un sacrificio para él”, reconoce.

En 1966 ingresó en la Facultad de Ciencias Físico Matemáticas de La Plata, de donde se recibió cuatro años y nueve meses después, cuando ya se llamaba Ciencias Exactas.

Siempre supo que quería estudiar matemática, aunque en la escuela primaria disfrutaba de aprender todo, supone, por la calidad de sus maestras. Las recuerda tanto como a ella le gustaría mantenerse en la memoria de sus estudiantes y menciona los nombres y apellidos de dos que eran de La Plata. Por una de ellas es que su hija se llama Lía.

La pasión por esta ciencia tan increíble se la contagió, cuenta, un ingeniero que tuvo como profesor en “el primer año del Normal. La explicaba tan bien, que ni siquiera tenía que estudiarla”, apunta. Entonces fue que se propuso ser “maestra”.

DECADENCIA

Los resultados de la última prueba Aprender dibujaron un pésimo panorama en materia de alfabetización: menos de la mitad (45%) de los alumnos de escuelas primarias argentinas alcanza el nivel esperado de lectura al terminar tercer grado.

Docente por amor, profesión y formación, Baragatti reconoce la decadencia en materia educativa, aunque considera que el fenómeno no es nuevo. Como prueba pone como ejemplo una anécdota que vivió con su propia hija, que hoy es una mujer de 48 años, cuando iba al séptimo grado de una escuela en Bernal. Cierto día le dijo: “Mamá, hoy no entendí matemática”. Y ella sintió algo parecido a una puñalada en el pecho. Después de mirar el problema que la había complicado, María Inés felicitó a Lía porque “fue la maestra la que lo hizo mal”.

Adjudica las fallas educativas a una combinación de muchos factores, entre los que resaltan la falta de decisión política, un desinterés por el aprendizaje y fallas graves en la formación docente, como “la escasa voluntad de que se entienda lo que están diciendo”.

Lo sabe porque da clases de apoyo gratuitas y recibe consultas de alumnos secundarios y universitarios de ámbitos públicos y privados de todo el país, que “repiten sin entender por qué”, lamenta.

En septiembre del año pasado, María Inés fue distinguida como profesora honoraria de la Facultad de Ingeniería de la UNLP. Admite que le hubiera gustado ser investigadora, “pero cuando yo me recibí no era fácil entrar al Conicet”. Luego, la docencia le demandó todo su tiempo: “Es que hay que seguir aprendiendo”, dice, “no podés ir a dar clases y pasar papelones”.

Todavía recuerda a aquel alumno que le hizo una pregunta que ella no supo responder y prometió hacerlo la próxima clase. “No me da vergüenza decir ‘no sé’”, aclara, en una época en que conviven la jactancia y el pudor por la ignorancia, pero no el afán por aprender.

LA INFLUENCIA DE SU PADRE

Baragatti reniega de aquellas definiciones vacías a las que llama “decretos”, convencida de que el mejor aprendizaje se adquiere recurriendo a ejemplos simples y cotidianos como los que usaba con ella su padre Emilio, a quien recuerda como “un genio”. Era un herrero que no pudo estudiar más allá de la Primaria, porque en cada familia solo estudiaba un hijo y le tocó al hermano, pero toda su vida “leyó mucho, se interesó por todo y me preguntó, cuando yo ya era matemática, por cosas que quería saber”.

Emilio trabajó desde los 12 años y a ella le enseñó con ejemplos prácticos “aquello que no explicaban los libros, como las figuras rígidas”. Recuerda María Inés que lo hizo con un triángulo, clavando tres palitos, y la desafió a deformarlo.

RELIGIÓN E INTELIGENCIA ARTIFICIAL

“Hay muchas cosas que no puedo responder”, admite María Inés, entre otras razones, “porque soy católica”. Y ya se sabe que la fe y la razón no se sientan a la misma mesa. “Al cura de Bernal lo tengo loco”, acota enseguida, pero no con cuestionamientos religiosos, sino por actitudes vinculadas con el compromiso o empatía hacia los fieles. Se pone como ejemplo: “Si yo estoy en el aula es porque tengo una función y tengo que darme cuenta si alguien quiere hablar conmigo”. Su tendencia natural a cuestionarlo todo también la ha llevado a chocar en ciertos ámbitos académicos, como aquel colegio secundario ante el que insiste desde hace años para que retiren un libro de matemáticas “plagado de errores”.

Famosa en redes sociales y YouTube, Baragatti no duda en reconocer que se lleva muy mal con las nuevas tecnologías. “Aborrezco el celular”, advierte, pese a los intentos que hace su único nieto por amigarla con ese aparatito. De inteligencia artificial dice “no saber demasiado”, pero admite que le sorprende la posibilidad de formular preguntas desde el celular. Eso sí, retruca, “hay cosas que no me contesta”.

Por ejemplo, buscando la dirección del Hospital Británico se topó con un apellido que le resultó desconocido y la IA no supo responderle que Gregorio Perdriel (el nombre de la calle) fue un militar argentino que participó en la lucha contra las Invasiones Inglesas y en la Guerra de la Independencia. También obtuvo magros resultados al indagar en una ecuación matemática. De paso, se declara preocupada por el aprendizaje en la escuela secundaria de los números irracionales, así como por las limitaciones por el uso de la calculadora.

Lo cierto es que, ya jubilada, María Inés sigue dando clases, asesorando y respondiendo preguntas a todo aquel que tenga dudas, sin dejar de estudiar matemáticas, el gran amor de su vida.

Inundación

“Nunca falté a la facultad”, dice María Inés Baragatti. Y no exagera. El 3 de abril de 2013 llegó a una La Plata devastada por la inundación y fue directo a Ingeniería. “Estaba todo abierto, pero no vi ni a un ordenanza”, recuerda. Fue al salón donde ella daba clases y la estaba esperando un alumno: “Yo sabía que usted iba a venir”, la recibió él

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