Trump mueve ficha y levanta las sanciones a Siria a espaldas de Israel

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El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, eliminará las sanciones contra Siria impuestas durante el régimen de Bashar al-Asad para dar a la sociedad siria “una oportunidad de grandeza,” después de las devastadoras consecuencias de la guerra civil que se prolongó durante más de una década. Trump hizo el anuncio en un discurso durante el foro de inversión en Riad, después de reunirse con el príncipe heredero, Mohammed bin Salmán, durante su primer viaje oficial a la región.

“Después de hablar sobre la situación en Siria con el príncipe heredero y con el presidente turco (Recep Tayyip Erdoğan) —quien me pidió algo muy parecido el otro día—, he decidido levantar las sanciones contra Siria. Son amigos míos que respetan profundamente Oriente Medio”, anunció. Según el presidente republicano, las sanciones han sido “devastadoras”, aunque cumplieron “una función importante (…) ahora es el momento de que Siria brille” en lugar de “seguir quitándoles todo lo que les queda”.

“Creo que dará paz a la gente”, señaló, y añadió que Siria cuenta con un nuevo gobierno que espera que tenga “éxito en estabilizar” el país. Este anuncio por parte de Trump se produce horas antes de que se encuentre con el líder sirio, Ahmed al Sahaaa, en Riad, en el que será el primer encuentro entre el presidente estadounidense y el representante del nuevo Gobierno sirio.

Desde Siria, han aplaudido y celebrado la decisión. El ministro sirio de Exteriores, Asaad al Shaibani, ha agradecido a Trump la medida, calificándola como “crucial” para su país mientras “nos encaminamos hacia un futuro de estabilidad, autosuficiencia y de la verdadera reconstrucción tras años de una guerra devastadora”, en declaraciones recogidas por la agencia oficial de noticias, SANA. Junto a esto, ha recalcado que con este anuncio, Trump ya ha hecho por el país árabe “más” que sus predecesores, a quienes acusó de permitir que “criminales de guerra cruzaran la línea roja y cometieran masacres inhumanas”, en referencia al exdictador sirio.

El derrocamiento del régimen de Bashar al-Asad en diciembre del año 2024 en manos de la coalición liderada por Ahmed al Sharaa —conocido por su nombre de guerra Mohamed al Jolani— supuso el fin del régimen de la familia de los Asad. Su caída abrió la posibilidad de construir un nuevo escenario para Siria después de catorce años de destrucción causada por la guerra civil iniciada tras el levantamiento popular en el marco de las Primaveras Árabes.

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El reto para al Sharaa es abrumador: en estos últimos años Siria se ha convertido en un país roto, víctima del conflicto armado, del terrorismo de los diferentes grupos armados y de la violencia sectaria. A nivel económico, el país se enfrentaba hasta este momento a unas sanciones que dificultaban cualquier atisbo de reconstrucción. Y más aún. En el contexto del conflicto civil, las sanciones afectaban gravemente la posibilidad de la financiación de la ayuda humanitaria en un momento en el que se estima que al menos el 90% de la población necesita ayuda.

En este contexto tan extremo —con un estado debilitado, un gobierno incipiente y una sociedad armada y fragmentada— existía el riesgo de que Siria cayese en manos de potencias regionales que le ofreciesen una vía de rescate, como es el caso de Irán o incluso Rusia. A pesar de que el actual gobierno sirio ha mantenido una postura alejada de Teherán, la falta de alternativas económicas y de proyectos en el plazo más inmediato podría haber empujado a la administración a acercarse cada vez más hacia la república islámica, según han apuntado fuentes conocedoras del asunto a El Confidencial. Por ello, el levantamiento de sanciones supone un importante respiro para la sociedad siria a la que ahora se le abre la posibilidad —aunque de forma lenta y paulatina— de reconstruir un país profundamente dañado.

Desde el derrocamiento de al-Asad, la Unión Europea también ha ido ejecutando medidas a favor de levantar las sanciones contra Siria, aunque no todas. El pasado mes de febrero, Bruselas decidió suavizar las sanciones impuestas a Siria en el sector energético, de transportes y bancario para “facilitar el compromiso con Siria, su gente y sus empresas en áreas clave”. Eso sí, no cerraron la puerta a volver a imponerlas en caso de que el nuevo Gobierno sirio no respete a las minorías ni dé pasos a favor de instaurar un proceso democrático.

¿Un distanciamiento con Israel?

Sin embargo, no todos están satisfechos con la decisión adoptada por Trump. Israel —su principal socio en la región y país que se oponía firmemente al levantamiento de cualquier tipo de sanción— ha presionado a la administración republicana a través de lobbies para evitarlo. De hecho, a Tel Aviv era a quien más le interesaba mantener a Siria fragmentada para ejecutar el plan sionista del “Gran Israel” que incluye partes de Siria, Líbano e Irak.

Pero, según ha demostrado Trump con sus últimos movimientos, el presidente estadounidense no ha estado teniendo en cuenta los intereses de Israel a la hora de tomar decisiones vinculadas con la región. Y los ejemplos son muchos. El pasado 10 de mayo, la administración estadounidense llevó a cabo una negociación directa con Hamás que implicaba la liberación del último rehén estadounidense con vida en la Franja de Gaza, sin contar con la opinión de Israel. Tampoco ha sentado muy bien a la Administración del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, el hecho de que Trump quiera dar pasos a favor de negociar con Irán un acuerdo para su programa nuclear.

El pasado mes de abril, el Gabinete de Netanyahu aseguró estar “muy preocupado” por si Estados Unidos se estaba acercando cada vez más a “un mal acuerdo” con Irán que no estipulase las medidas requeridas por Israel, según apuntó un informe publicado en The Times of Israel. Además, el canal 12 israelí criticó que las negociaciones estarían “muy, muy avanzadas” y que Washington no estaría compartiendo la suficiente información al respecto sobre los avances.

“Trump está tomando medidas para que sean los intereses de Estados Unidos —y no los de Netanyahu— los que definan la agenda en la región”, afirma Daniel Bashandeh, analista experto en Irán. “Su viaje al Golfo Pérsico responde a objetivos principalmente económicos, en un contexto marcado por las negociaciones arancelarias con China. Reforzar los vínculos comerciales con los países del Golfo se ha convertido en una prioridad estratégica para su administración”.

“Trump lanza estos anuncios económicos y políticos como una maniobra para ganar tiempo en plena negociación con Irán“, opina. Sin embargo, “la realidad es clara: mientras no se aborde de manera directa la cuestión del uranio enriquecido, difícilmente podrá alcanzarse un nuevo acuerdo con Teherán”, aunque vaticina que todos estos movimientos implicarán que veamos “cambios importantes en la región”.

Además de las negociaciones con Irán, el pasado miércoles, los hutíes accedieron a adherirse al alto el fuego anunciado por el presidente de Estados Unidos, en el que se comprometían a dejar de atacar los objetivos yemeníes en el país si estos frenaban sus ataques en el mar Rojo. Un acuerdo en el que, según el ministro de Exteriores israelí, Gideon Saar, Trump no contó con Israel y denunció que su país tiene “un aliado muy fuerte, que nos da un respaldo político enorme, pero que no trabaja con nosotros”.

Todo esto con el telón de fondo de que Trump, en su primera gira en la región de Oriente Medio, no va a aterrizar en Israel. De hecho, que el presidente republicano haya levantado todas las sanciones sobre Siria puede interpretarse por Arabia Saudí y otros aliados del Golfo como una forma de respaldar a sus aliados árabes. Más en este momento en el que se puede considerar como prácticamente inviable que Riad avance en los Acuerdos de Abraham, como forma de rechazo a la indiscriminada violencia de Israel ejercida en Gaza y en Cisjordania desde el inicio de la guerra, además de en Siria, Irak, Líbano, Yemen. Pero, para Trump, no tiene por qué interpretarse como un escenario inamovible. En el foro, con bin Salmán entre el público, ha subrayado que es “su sueño” ver a Riad formar parte de los Acuerdos de Abraham, aunque recalcó que Arabia Saudí “lo hará a su propio ritmo”.

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