Sergio Vila-Sanjuán irrumpe en la Barcelona más populosa con ‘Misterio en el Barrio Gótico’: “Sería suicida ir contra el turismo”
Un cadáver emparedado en un palacio y el extraño encargo de la hija de un millonario podrían parecer, sin más, el origen de una novela de suspense y sangre, un thriller, un enigma histórico. La novela con la que el escritor y periodista barcelonés Sergio Vila-Sanjuán ha conquistado el premio Fernando Lara, Misterio en el Barrio Gótico (Planeta), probablemente sea todo es a la vez. Y bastante más.
Vila-Sanjuán (Barcelona, 1957) recupera en este título a su personaje más personal, Víctor Balmoral, que ya debutó en El informe Casabona, para resolver una serie de inquietantes hechos bajo su prisma de periodista cultural y de ilustrado investigador. Balmoral, al que rondan la jubilación y una molesta próstata, recibe la petición de una mujer para que averigüe el paradero de su madre, desaparecida cuando ella era niña, a la vez que unas cartas anónimas le obligan a descifrar un auténtico jeroglífico de pistas.

Con permiso de Víctor Balmoral, el marco, el hermoso y laberíntico barrio medieval de la ciudad condal, es el ‘personaje’ nuclear del argumento. “El Barrio Gótico como tal no había sido abordado en la ficción, -comenta Vila-Sanjuán durante la presentación de su libro con un numeroso grupo de periodistas a los que sirve de guía por las calles y edificios que mejor conoce, en su calidad de local y de ávido estudioso-. Yo aporto una visión de 2025. Aunque soy un periodista veterano, no soy crepuscular. El mundo de ayer está muy bien, pero lo verdaderamente interesante es el de mañana, yo aspiro a estar en él, por eso escribo”.
Esto lo cuenta este cronista de Barcelona, mientras la fila de informadores sigue sus eruditos pasos entre el sol abrasador que pule el tejado de la catedral de Santa Eulalia (cuyas reformas por fin han concluido), las sombras delicadas de la Academia de las Buenas Letras, (con el retrato de Isabel de Requesens esperándonos), los árboles tupidos de la plazoleta de San Felipe de Neri y su olor a jabón y la plástica modernista del Círculo del Liceo, un canto a la pintura de Ramón Casas y a toda la estética de principios de siglo XX.
A veces creo que no hace falta que haya asesinatos, sino la intriga de los personajes, más que el acto de matar
El coordinador del suplemento cultural del periódico La Vanguardia y miembro de la Real Academia de las Buenas Letras de Barcelona ha recibido este premio literario con doble emoción: por una parte, lleva el nombre de quien fuera amigo suyo, Fernando Lara, hijo del fundador de Planeta, fallecido en un accidente de tráfico en 1995. Además, Sergio fue íntimo del primer autor que lo recibió, Terenci Moix, con El amargo don de la belleza (1996), muerto también en 2003.

Es este un libro definitivamente coral, en el que una comunidad de nombres unidos al mundo de la cultura (por lo demás muy sonoros y simbólicos, además de imaginarios, conste, a pesar de ciertos parecidos con la realidad) se desliza por las páginas, como un velo que va cayendo dulce y sutilmente, sin estridencias, sangre ni escenas macabras. “El género de misterio me interesa mucho, yo participé en la creación de Barcelona Negra. Pero a veces creo que no hace falta que haya asesinatos, sino la intriga de los personajes, más que el acto de matar”, apostilla el autor sobre su intencionalidad narrativa.
El fantasma de mi novela está inspirado en un amigo que me llevaba la contraria. Cuando eres mayor le das muchas vueltas a la amistad
A las figuras de carne y hueso, quienes van desnudando periodos de la historia a través de hechos reales que entrelazan las pistas que recibe el protagonista hasta la resolución de los casos, se une un secundario fascinante, el fantasma de Tomás Riquelme: un pintor amigo de Balmoral que se le aparece en momentos de duda, no siempre para ayudar, y que está inspirado en uno de Vila-Sanjuán. “Mi amigo era mi alter ego, siempre me llevaba la contraria, siempre nos peleábamos -recordó-. Si yo decía blanco, el negro, yo Goya, él, Velázquez. Cuando te haces mayor, le das muchas vueltas a la amistad”.
Misterio en el Barrio Gótico viene a recordar que Barcelona es un género literario en sí mismo. Por eso contiene, además, en un homenaje intencionado, ecos de otros autores catalanes que bordearon los límites narrativos de la ciudad, como su admirado Carlos Ruiz Zafón, cuyo La sombra del viento, es el segundo libro más vendido después de Cervantes, recuerda Vila-Sanjuán.

Uno ve cosas que cree que son del Medievo y son contemporáneas de los Beatles
Por supuesto, están también el aludido Moix, y desde luego, Manuel Vázquez Montalbán, autor de Los mares del sur, que sale repetidamente en este texto. En su caso particular, Vila-Sanjuán plantea una visión contenida contra la turistificación de la ciudad, una mirada al modelo de construcciones falsas que conviven con las originales en una sucesión de reformas que no tienen más de 80 años: “Uno ve cosas que cree que son del Medievo y son contemporáneas de los Beatles”, ironiza el autor.
Sin embargo, él no discrepa de este modelo mixto de paisaje urbano. “Lo que me fascina es que este gran proyecto, que unos señores de Barcelona decidan convertir esta zona homogénea en clave medieval y se termine en un centro de referencia para toda Europa. Podemos pasearlo y nos quedamos fascinados“.

El cadáver con el que comienza la narración durante unas obras es una excusa para abordar este asunto que adquiere derivas políticas y sociales, como es el control del turismo y la gentrificación, si bien en el libro es un símbolo de las capas que tiene la ciudad. “Una de las cosas que ha ocurrido es que algunos de los edificios los han reformado por dentro para hacer apartamentos de alto standing; hay cierta estratificación ahí. Pero también la ciudad tiene gente sin techo, con malas condiciones de vida. Gente con situaciones muy problemáticas e instituciones que se ocupan de paliar estas situaciones. Quise incorporar esta parte, sin querer hacer una novela realista”.
Para él, buen conocedor de la Barcelona impulsora de la industria del Diseño y de la olímpica de 1992 que cambió la faz de la urbe, el debate tiene una salida: “El turismo afecta a todas las grandes ciudades europeas hermosas. Contribuye a generar dinero y a que los cascos históricos estén bien conservados. Sería suicida empezar a hacer campañas anti turismo. Yo no estoy nada a favor de boicotear el turismo”. Y define Barcelona como “estimulante”.

Aunque el protagonista, Víctor Balmoral, da vueltas a una oferta para jubilarse, su creador, el vital Sergio Vila-Sanjuán, no piensa en ello. Es importante subrayarlo porque este personaje tiene mucho de él. “Es veterano, periodista, tiene mucha curiosidad por las cosas. Está vinculado a Barcelona, pero no quiere jubilarse espiritualmente. Le interesa más el mañana que el ayer. Con él comparto, además, parte del insomnio y del gusto musical”, resume.
Entre tanta piedra milenaria, hay un asunto que la lírica ‘ya’ no respeta, como es el uso de la Inteligencia Artificial en la creación y de la que Vila-Sanjuán habla rotundo. “Me propuse no tocarla ni de lejos. Lo primero, si tú le haces una pregunta a la IA ya se la queda. La maneja y la incorpora en sus respuestas a otros que hagan preguntas parecidas. Yo, toda la investigación que hice, la hice al viejo estilo”.

“Cuando le preguntas a la IA también le estás dando y hay que ser muy cauteloso con lo que le das. Yo he firmado un manifiesto de Cedro para que se regularice el copyright y la autentificación de fuetes. Nos va a ayudar mucho, pero hay que regularla bien”, concluye.
A la pregunta de si piensa ya en su novela como un best-seller, el ganador del Fernando Lara ‘marea’ su respuesta: “El Gótico es un barrio que me gusta, de cuando era pequeño, he venido mucho a investigar sobre la historia y quería hacer una ficción que pudiera interesar a mucha gente. El lector se adentra donde no puede entrar normalmente. Dicho esto, ojalá sea un gran best-seller”.