
Cristina Kirchner y Axel Kicillof le insuflaron algo de tibieza a una relación que venía congelada desde hace largos meses, un primer paso en busca de transitar el camino que conduzca a la unidad del peronismo para el próximo turno electoral.
El llamado de la ex presidenta precipitó una reunión cuyos resultados están por verse. Se abrió un canal de diálogo que no existía, pero las desconfianzas entre ambos dirigentes ya forman parte de la nueva geografía del PJ. Kicillof logró, al menos en una primera etapa, lo que venía buscando: que se lo reconociera como líder de un nuevo espacio, su Movimiento Derecho al Futuro. Es la consagración literal de que el kirchnerismo, como se lo venía conociendo desde hace años, ha sufrido un desgajamiento nacido desde sus propias entrañas.
El tránsito hacia la unidad surge, por ahora, como una expresión de deseos de la que ni Cristina ni Kicillof pueden renegar. Pero la previa a este encuentro dibujada por el proceso independentista que emprendió el Gobernador cuyo punto más elevado quizás haya sido el desdoblamiento electoral decidido pese al rechazo de la ex presidenta, más los continuos desafíos que desde la Legislatura planteó La Cámpora y el kirchnerismo duro ante las necesidades centrales del Gobernador, ha tapizado de obstáculos el camino hacia la confluencia política entre ambos.
Kicillof se ha fortalecido en esa pelea con su antigua jefa en buena parte porque logró congregar bajo su paraguas a la mayoría de los intendentes peronistas. Algunos de ellos porque creen que la figura del mandatario representa la única opción de poder que puede exhibir el PJ de cara al recambio presidencial de 2027. Otros, porque encontraron en esa rebelión el mecanismo que venían buscando accionar para sacarse de encima el yugo de La Cámpora.
Esa dicotomía de apoyos hoy representa todo un desafío para el líder del Movimiento Derecho al Futuro, porque los jefes comunales más duros sospechan de que el llamado de Cristina puede estar escondiendo una trampa política.
Kicillof está empujado a reconocer ese respaldo con el que ha ganado musculatura política. Algunos dirigentes sueltan advertencias y condicionan la unidad a que el kirchnerismo ceda en algunas discusiones. Una de ellas resulta central: que puedan armar sus listas locales sin interferencias ni imposiciones del camporismo.
Buena parte de los desafíos surgen de la Tercera sección electoral donde Cristina Kirchner será candidata. El kicillofismo no discute esa postulación, pero reclama que no haya veto para que Jorge Ferraresi, el intendente de Avellaneda enfrentado con el kirchnerismo duro, tenga juego y un lugar importante en la lista de diputados provinciales.
El ala dura kicillofista en la que abrevan algunos de estos alcaldes, dudan del acercamiento y lo estiman inconveniente de cara a la proyección nacional de Kicillof. “La disputa hay que darla ahora; la unidad sería postergar este debate por el liderazgo del peronismo”, analizan.
No es, con todo, una opinión unánime. Por las dudas, aún quienes creen que la unidad debe imponerse frente a la necesidad política de enfrentar en mejores condiciones al Gobierno nacional, no descartan la ruptura. “Volvieron a hablar. Se verá cómo sigue la cosa”. Sí, existe, un temor respecto al quiebre: tener que competir sin el siempre taquillero sello del PJ que quedaría en manos de Máximo Kirchner.
El armado de Kicillof, por las dudas, dará un paso clave: anotará su propio frente electoral el 9 de julio ante la eventualidad de que tenga que usar esa herramienta si fracasan las gestiones con Cristina a las que se sumará luego Sergio Massa.
Hay otro asunto que sobrevuela el escenario y que podría cambiar dramáticamente toda esta negociación. Tiene que ver con un posible fallo de la Corte Suprema que confirme la condena por la causa Vialidad y saque de la carrera a la ex presidenta. La propia Cristina habría comentado hace algunas horas en Quilmes, donde se reunió con varios intendentes de su espacio, que sospecha de que podría haber una resolución judicial inminente.
Mientras tanto, el acuerdo entre La Libertad Avanza y el PRO sigue dando pasos aún cuando surgen tironeos por el esquema que regirá para el armado de listas. Los libertarios miran a la Tercera sección donde competirá Cristina. Analizan alternativas: desde impulsar a un joven influencer (se habla de Iñaki Gutiérrez, quien maneja la cuenta de Tiktok del Presidente) hasta hacer bajar a José Luis Espert, pese a los deseos del legislador de ir por la reelección como diputado nacional.
El radicalismo, mientras tanto, transita un proceso de introspección que culminará en las próximas semanas. Hay una opinión mayoritaria que apunta a ir hacia el armado de una opción de centro con otros sectores políticos como el GEN y la Coalición Cívica. Una señal en ese sentido se cristalizó en La Plata hace algunos días con el lanzamiento de un sector con la ambición de ocupar ese espacio. Una ruta similar a la que, por cuerda separada, exploraron en las últimas horas en una reunión reservada Facundo Manes y el cordobés Juan Schiaretti.