Todo sobre las pinturas murales de Sijena, una joya del románico español que por fin podrá regresar a Aragón

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Las pinturas murales del Monasterio de Sijena, en Huesca, son consideradas una de las joyas del románico español. Aunque se pintaron sobre los muros del monasterio oscense, están colgadas de las paredes del Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC) desde 1940. Aragón lleva décadas intentando recuperarlas y da prueba de ello el rosario de sentencias judiciales que han venido avalando su propósito.

Ahora, el Tribunal Supremo parece haber dado el último paso. La Sala de lo Civil del Alto Tribunal ha confirmado la sentencia de la Audiencia de Huesca que ratifica la propiedad aragonesa de las pinturas de Sijena. Lo ha hecho casi nueve años después de que un juzgado oscense confirmara que debían regresar al cenobio.

Únicas y extraordinarias

Las pinturas murales de la sala capitular de Sijena son un ejemplo único y primordial del arte medieval hispánico. Por eso, según criterio de algunos, se han ganado el sobrenombre de “capilla Sixtina del románico español”. Son, sin duda, una obra maestra del arte del 1200.

“Eran tan extraordinarias que hasta bien entrado el siglo XX fueron consideradas góticas, pues no parecía creíble que unas composiciones tan realistas, con figuras que tenían volumen y expresividad, con un colorido tan rico en matices, correspondieran al románico”, escriben en Investigart. Pero las de Sijena eran románicas.

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Según el arqueólogo, historiador y profesor aragonés Antonio Beltrán Martínez, el estilo y la cronología de las pinturas de Sijena “son todavía hoy motivo de controversia por la inusual factura de las pinturas dentro del marco de la pintura aragonesa y peninsular del momento”. Los estudios realizados se decantan por una corriente bizantina que en torno al 1200 habría penetrado en el cenobio a través de la presencia de un pintor inglés. La “tesis inglesa” se basa en la aparente relación de las pinturas con los manuscritos ingleses del momento.

Real Monasterio de Sijena (Huesca).
Real Monasterio de Sijena (Huesca).
GOBIERNO DE ARAGÓN

Según un artículo publicado por Beltrán, se han visto puntos de contacto entre las pinturas de la Sala Capitular de Sijena y el Salterio de Canterbury, la Biblia de la Catedral de Winchester, la Hoja Morgan y el Salterio de Westminster. Según esta teoría, el artista habría viajado previamente hasta el reino normando de Sicilia, entrando en contacto con los mosaicos sicilianos y la pintura monumental de la isla, impregnados de un fuerte bizantinismo que irradiará por el resto de Italia, el norte de Francia e Inglaterra.

El monasterio, un señorío de gran poder

El de Santa María de Sijena, en el corazón de los Monegros de Huesca, era un monasterio femenino, estrechamente vinculado a la corte. Fue fundado en el 1188 por la reina Sancha de Castilla, mujer de Alfonso el Casto. Poco después se convertiría en panteón real: allí estuvo enterrado Pedro II de Aragón y la propia reina Sancha. También albergó el Archivo Real antes de su definitiva ubicación en Barcelona.

En Sijena profesaron durante siglos las damas de los principales linajes nobles de Aragón y de los condados catalanes más próximos. Tuvo extensísimos dominios, fue un auténtico señorío feudal medieval y, en ocasiones, llegó a ser casi una extensión de la Corte real aragonesa.

La Guerra Civil y el “traslado”

Tras siglos de esplendor, la decadencia llegó con la crisis financiera y la Guerra de la Independencia porque Sijena dejó de ser refugio de las damas de la alta nobleza. No perdió su patrimonio con la Desamortización, como ocurrió en tantos otros conventos, pero sí con la Guerra Civil.

Murales de Sijena en el Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC).
Murales de Sijena en el Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC).
EFE/Toni Albir

El monasterio aragonés fue incendiado en 1936. Ese mismo año, y para salvaguardarlas, las pinturas fueron arrancadas por un equipo de especialistas enviado desde Barcelona. Así, arrancaron, trasladaron y, posteriormente, restauraron las pinturas.

Fue el comisario de la Generalitat de Catalunya para el salvamento del patrimonio artístico Josep Gudiol, quien recuperó una parte de los murales de la sala capitular. Desde Cataluña se defiende que lo hizo legitimado por la pertenencia del monasterio al obispado de Lleida. En 1940 ya estaban en el Museu Nacional d’Art de Catalunya (MNAC). 

Cuando la priora vendió tesoros de Sijena

El relato se retoma en 1970, cuando las monjas de Sijena se trasladaron a otro monasterio en Valldoreix (cerca de Barcelona). El patrimonio artístico que tenían lo componían un centenar de valiosos objetos artísticos de los siglos XV a XVIII, además de 21 pinturas al óleo sobre tela. 53 de estas piezas fueron depositadas también en el MNAC y otras 44 fueron a parar al Museo de Lleida. Años después, la madre priora de las monjas vendió las 97 piezas a la Generalitat y al MNAC por 50 millones de pesetas.

En 2015, un juez de primera instancia de Huesca consideró nula la venta por tratarse de Bienes de Interés Cultural. No se habían cumplido los requisitos para una compraventa. Mientras, en 2016, el juez ordenó la devolución de los 97 objetos a Sijena, lo cual se cumplió en parte. No obstante, la Generalitat y el MNAC habían recurrido. La Audiencia Provincial de Huesca desestimó su recurso en 2018.

La sala del MNAC en la que se exhiben las pinturas murales del Monasterio de Sijena.
La sala del MNAC en la que se exhiben las pinturas murales del Monasterio de Sijena.
ACN

Ahora, el Supremo ha confirmado la sentencia de la Audiencia de Huesca y ratifica la propiedad aragonesa de las pinturas del Monasterio de Sijena.

El MNAC, que se presenta como “el museo de referencia para el arte medieval en España, desde los años 40”, siempre se había opuesto al traslado de las pinturas. “Todos los informes científicos entregados desaconsejan una operación de ésta magnitud, que supondría un perjuicio irreparable para unas pinturas”, se lee en la web del MNAC.

Por su parte, el president de la Generalitat, Salvador Illa, dijo este jueves desde Osaka durante una gira institucional por Japón que “al menos” el Govern no tiene voluntad de obstruir la sentencia judicial. “No volveremos con la voluntad, al menos desde el Govern de Catalunya, de obstruir la aplicación y la ejecución de una sentencia, pero si de garantizar que no se estropean”.

Illa apuntó que desde la Generalitat “pondrán en conocimiento de quienes han de tomar las decisiones” si hay, a su juicio, opiniones fundamentadas sobre si el traslado puede destruir las obras.

El presidente del Gobierno de Aragón, Jorge Azcón, ha apelado por su parte a la “lealtad institucional” y al seguimiento de los principios de “cooperación y colaboración” para dar cumplimiento a la sentencia. “No quiero pensar que Cataluña tiene otra alternativa”, ha apuntado.

Cómo son las pinturas de Sijena

La pieza más famosa del conjunto monástico fue su sala capitular, por las pinturas murales que decoraban sus muros y los cinco arcos diafragma que sostenían la techumbre de madera, esta última, asimismo, obra excepcional de carpintería de raigambre islámica, policromada y dorada, con tallas de gran maestría.

La iconografía alterna escenas del Antiguo y Nuevo Testamento. Lo hace en una perfecta articulación con el marco arquitectónico de la sala, combinando los temas entre los muros y los arcos. Los episodios del Antiguo Testamento se disponían en las enjutas de los arcos de diafragma.

Acuarela de Valentín Carderera sobre la Sala Capitular del Monasterio de Sijena
Acuarela de Valentín Carderera sobre la Sala Capitular del Monasterio de Sijena
CEDIDA

Las pinturas murales se conservaban casi íntegras (se habían perdido únicamente fragmentos de la parte baja de los muros). Formaban un ciclo iconográfico completo, que desarrollaba pasajes del Antiguo Testamento en los arcos y del Nuevo Testamento en los muros, así como una serie de genealogías de Cristo en los intradoses de las arquerías.

Los cinco arcos de la Sala Capitular

  • Primer arco: escenas de la Creación de Adán y Eva, desaparecidas por el incendio; en el otro lado, Dios muestra el Paraíso a Adán y Eva, y el Pecado Original.
  • Segundo arco: la Expulsión del Paraíso, y el Ángel que enseña a Adán a trabajar la tierra; en el otro lado, la Condena al trabajo y las Ofrendas de Caín y Abel.
  • Tercer arco: la Muerte de Abel en manos de Caín y Noé construye el arca; en el otro lado, la entrada de los animales en el arca y el regreso de la paloma después del Diluvio.
  • Cuarto arco: este ciclo cierra con la Embriaguez de Noé y sigue con el Sacrificio de Isaac; en el otro lado el Ejército del faraón anegado en el mar Rojo y Moisés y Aarón muestran al pueblo judío la columna de fuego.
  • Quinto arco: Moisés recibe las tablas de la Ley y la Adoración del becerro de oro; en el otro lado Moisés hace brotar agua de la roca en el desierto y la Unción de David por Samuel.

Lo que hubo y se perdió

En los muros de la sala se desplegaba un ciclo sobre la vida de Cristo, del que solo se han conservado parcialmente las escenas del lado sur, con las representaciones de la Flagelación, la Crucifixión y la Visita de las Marías al Sepulcro, que simboliza la Resurrección de Cristo. 

El ciclo empezaba en el muro norte, con escenas de la Natividad, tal como se puede observar en una fotografía hecha antes del incendio de 1936. En los intradoses de los arcos, aparece la serie de retratos de las genealogías de Cristo, que conectan simbólicamente los dos Testamentos.

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