El Arquitecto Heriberto Sheker

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-El legado de un gran hombre-

Era el último viernes del mes de mayo del 2019, el calor era agobiante, rayaba posiblemente los 33 grados, a pesar del intenso tránsito, aumentado significativamente por las compras del día de las madres, pero como soldados disciplinados los jugadores de tenis del Club Arroyo Hondo habíamos arribado a la hora acostumbrada de casi todos los días, excepto los domingos, cerca de las 5 de la tarde.

Rápidamente se emparejaron para los primeros tres dobles de la tarde; Heri recuerdo ocupó la cancha #3 junto a tres compañeros.

Yo quedé en otra combinación en la cancha #2.

Los juegos se desarrollaban con toda normalidad, alguna que otra bullita de los más escandalosos, pero como a la media hora de iniciado los partidos una bulla mayor invadió el ambiente.

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A todos se nos congeló el alma al ver al sólido atleta caído en silencio próximo a la malla y cerca de las sillas de descanso.

Salimos de nuestra parálisis y estupor, tomando medidas para auxiliar al amigo caído.

Por circunstancias de la vida un joven venezolano, médico o para médico examinó el cuerpo de Heri y percibió algunos signos vitales; ya la canalización de auxilio al 911 se había iniciado y la llegada de una ambulancia no tardó más de lo debido.

El tránsito era infernal a esa hora, pero expertos en rutas de emergencias, se pudo arribar con cierta pruntitud al área de primeros auxilios de La Plaza de la Salud.

Como todos temíamos, ya nuestro amigo había abandonado el plano terrenal.

Por días quedamos anonadados con la partida de un amigo y precisamente haciendo unas de las actividades que más disfrutaba.

Jugaba tenis con pasión e inteligencia, parecía que la cancha era un tablero de ajedrez colocando las bolas donde quería y se desplazaba con una rapidez impensable a su edad.

Pero fuera de la cancha, Heriberto era el pana de todos o casi todos, recuerdo en algún momento tener alguien apartado de su círculo.

Daba consejos propios de la profesión a colegas, aconsejaba como todo un experto a quienes necesitaban esa orientación en asuntos de la vida y casi siempre en la jornada post tenis se libraban los combates de dominó, donde daba clases de estrategias y jugadas maestras.

Nunca faltaba un toque artístico y la interpretación de algunas canciones de su amplio repertorio nunca faltaban.

Heri diseñó y construyó la remozada terraza del área de tenis y nos dejó un retrato caricaturizado de casi todos los tenistas de la época, con la frase identificativa de su carácter y/o actitud en el tenis.

Existe una galería con la reproducción de todas las caricaturas en el área y la cancha #3, está bautizada con su nombre.

Su recuerdo está presente en todos nosotros y los que se han agregado al grupo.

Siempre asumía una posición de liderazgo tomando la iniciativa para anunciar y motivar las actividades del área.

El padre de Heri se llamaba Luis Scheker, de ascendencia directa libanesa, radicado desde la década de 1940 en el sector San Carlos.

Una persona muy capacitada y seriedad a toda prueba, desempeñando varios cargos públicos, todos caracterizados por un manejo probo y con una seriedad a ultranza.

Se desempeñó como director de Aduanas, vice gobernador del Banco Central y otros cargos en el tren gubernamental con la misma misma seriedad y compromiso.

Una calle del Ensanche Naco lleva merecidamente su nombre.

Luis y Luisana son los hermanos de Heri, quienes tienen un sentimiento de amor y cariño que los ha unido por siempre.

La madre de estos ciudadanos ejemplares era Ana Ortiz, de los Ortiz de Sombrero, lo cual lo acercaba a esos campos banilejos, de gente afable y hacendosa.

Más joven Heri era un extraordinario jugador de beisbol y luego que pasaron los años, pasó al softbol; donde era temido por su efectivo y rompiente picheo.

La Liga Atmosférica fué el escenario que lo acogió, junto a sus dos hijos.

Desde hace años Heri convocaba a todos sus amigos para un juego del recuerdo cada primero Enero.

Después de su muerte, la tradición se mantiene a su memoria.

Scheker se graduó de arquitecto en 1966, una época muy convulsionada en el país, recién transcurrida la Revolución de Abril; todos esa intraquilidad permeaba la alta casa de estudios, alterando sensiblemente el calendario académico.

Desde temprana edad tenía criterios muy firmes sobre su posición honrada, anticorrucción, anti injusticias, democrático a carta cabal; sin pertenecer nunca a ninguna agrupación política.

En 1960 participaba activamente contra la dictadura en algunas manifestaciones, repartiendo volantes y otras acciones.

Ya estaba en el radar de las fuerzas represivas del régimen trujillista, alguien enquistado en los altos mandos militares le dio la voz de alerta a don Luis, logrando sacarlo en un vuelo a New York.

El asilo le duró muchos meses, hasta que las condiciones indicaron que estaba fuera de peligro.

En sus primeros años de profesión fué acogido por su tío Salvador Dájer, ingeniero de una reconocida trayectoria y lo cual contribuyó a completar la profesión del arquitecto Scheker.

Cuenta su hijo del mismo nombre que una característica distintiva en la amplia cartelera de obras de su padre “ es la funcionalidad para sus ocupantes», que antes de trazar la primera línea en el boceto de una obra su padre se adentraba en los hábitos de los que ocuparían los espacios, conectando con sus movimientos y hábitos conductuales.

Cuenta su hijo que Heri diseñó y construyó viviendas y edificios residenciales, sucursales bancarias, salones y talleres para empresas automotrices, villas turísticas en playas y montañas, oficinas contables, edificios para laboratorios, urbanizaciones, condominios, colegios, hoteles y resorts..

Es una lista interminable de obras las que constituyen el «Universo de Heri».

Pero además de ese testimonio físico por toda la ciudad y muchas zonas del país, Heriberto le devolvió a la Universidad Autónoma su capacitación, pagando con una cátedra de diseño y arquitectura en sus aulas por más de 15 años.

Tener amigos, muchos y buenos amigos es preferible a tener una fortuna en dinero.

De igual manera que el catálogo de las obras concebidas y/o construidas por Heri, asi mismo es el listado de amigos.

Estos son algunos: Antonio Ocaña, Jorge Asmar, Rubén Andújar, Luis Puello, Narciso Issa Conde, José Henriquez, Leonardo González, todos los del grupo de tenis y softbol, para no hacer una lista interminable.

Relatan entre sus principales características la habilidad para conectar con sobrinos y primos jóvenes por lo jocoso y divertido que era.

Heriberto estaba casado desde hacía décadas con Fernanda Diaz, una mujer afable, simpática que congeniaba perfectamente con el carácter cariñoso y alegre de su compañero.

Le cantaba los sones de Barbarito Diez y tangos de Carlos Gardel a su padre en los momentos de reuniones familiares, lo cual era un gozo para don Luis.

Pero el amigo era un tercio, el catálogo de artistas de cuyas canciones nos deleitaba es amplio y diverso.

Desde los grandes vocalistas Frank Sinatra, Johnny Mattis hasta los Beatles, pasando por Charles Aznavour, Leonardo Fabio, Ana Belén, José José, Facundo Cabral, Silvio Rodríguez, Joan Manuel Serrat, Sabina.. Heri los gozaba y nos deleitaba con las maravillosas canciones de esos intérpretes.

Pero además de buen cantante y oyente de la mejor música era también un excelente bailador, lo cual demostraba en todas las actividades.

Sus hijos Luisito, Heriberto, Ana y Gabriela son los mejores y fieles delegados que el amigo Heri dejó a la posteridad.

Debo testificar que Heriberto era un caricaturista que reflejaba el temperamento y caracter del personaje que retrataba.

Pero además «miniatururizó esos dibujos», de por si difíciles en una superficie que lo hacía mucho más dificultoso, en piedras de tamaño reducido.

Muchos de sus amigos, poseen sus respectivos retratos en esas piedras.

Me siento muy honrado, porque poseo retratos caricaturizados de 5 artistas muy populares, mi imagen de tenista y una figura de pirata que me hizo para una celebración.

Heri permanecerá vivo en nuestros recuerdos, está presente en las canchas de tenis, softbol, aulas universitarias, en todas las obras ejecutadas y en todos los campos donde le encantaba marotear frutas, en su hogar y en las calles de su inolvidable San Carlos.

Por: Fernando Despradel.

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