Un escáner orbital para los pulmones del planeta: Entrevista exclusiva a la Agencia Espacial Europea (ESA) sobre el proyecto Biomass
Los bosques del planeta siempre han sido protagonistas silenciosos del equilibrio climático. Hasta ahora.
Con el lanzamiento de Biomass, el 29 de abril, la Agencia Espacial Europea (ESA) da un paso decisivo en su misión de comprender cuánta vida y cuánto carbono se esconde en los ecosistemas forestales. Y lo hace desde una perspectiva inédita: desde el espacio, con un radar capaz de atravesar el dosel forestal para revelar lo que nunca antes había sido visible.
En una entrevista exclusiva con Gizmodo, José-M Morales, ingeniero del programa de Observación de la Tierra de la ESA, describe con pasión el valor de esta misión: “Satélites como BIOMASS nos proporcionan los datos necesarios para extraer hechos, y no sólo opiniones”. La declaración resume lo que está en juego: la posibilidad de tomar decisiones climáticas globales basadas en evidencia empírica, y no en estimaciones.
La promesa de una mirada invisible

BIOMASS no es un satélite más. Es el primero en su tipo en incorporar un radar de apertura sintética (SAR) en banda P, una tecnología que le permite penetrar las copas de los árboles y captar datos sobre los troncos, ramas y tallos donde los árboles almacenan la mayor parte del carbono.
“Medir la masa forestal desde el espacio es un desafío complejo. Pero el radar de BIOMASS puede penetrar toda la capa forestal, y su señal se refleja en distintas partes del dosel. Eso es lo que nos permite ver más allá de lo visible”, detalla Morales.
“La banda P puede atravesar el follaje y cartografiar las partes leñosas inferiores, incluido el suelo del bosque”, añade. Esto significa que, por primera vez, los científicos podrán crear mapas tridimensionales de la biomasa forestal terrestre, midiendo su densidad, estructura y volumen con una precisión sin precedentes.
Bosques, carbono y el reloj del clima

Uno de los mayores retos en la lucha contra el cambio climático es entender el ciclo global del carbono. Desde la Revolución Industrial, los niveles de CO2 han aumentado un 50%, impulsados por la quema de combustibles fósiles y la deforestación. A pesar de los avances en modelado climático, existe aún una gran incertidumbre sobre cómo fluye el carbono entre los principales reservorios del planeta: la atmósfera, los océanos y la biosfera terrestre.
Aquí es donde entra en juego BIOMASS. Sus mediciones de la biomasa permitirán estimar cuánto carbono está almacenado actualmente en los bosques y cómo está cambiando con el tiempo.
“Reducir las emisiones es crucial, pero también lo es entender qué papel juegan los ecosistemas en ese ciclo. Y ahí, los bosques son fundamentales. BIOMASS nos ayudará a cerrar esas brechas”, afirma Morales.

Radiografía tropical: foco en los gigantes verdes

Aunque BIOMASS tendrá cobertura global, su misión se centra en una región clave: los bosques tropicales. Son estos ecosistemas los que concentran el 70% de la biomasa terrestre y, al mismo tiempo, los que han sido menos estudiados con precisión..
“Actualmente, casi no tenemos datos fiables sobre cuánta biomasa hay en las selvas tropicales, que son donde más carbono se almacena y donde ocurren los mayores cambios”, advierte Morales. Esta brecha de información convierte a BIOMASS en una herramienta esencial. “Allí está nuestra prioridad: medir lo que no se ha podido medir antes”.
Dos fases para observar la vida verde

La misión BIOMASS está diseñada en dos grandes fases:
1. Fase Tomográfica: Con una duración de 18 meses, utilizará una técnica similar a una tomografía computada (TC) para obtener una imagen 3D del interior de los bosques. El resultado: un mapa global con resolución vertical de 15 a 20 metros.
2. Fase Interferométrica: A lo largo de cuatro años, se realizarán observaciones repetidas sobre las mismas regiones, permitiendo detectar cambios en altura, densidad y biomasa. Se espera la generación de cinco mapas globales.
“Es como escanear el bosque por capas, primero una vista completa en 3D y luego un seguimiento fino a lo largo del tiempo. Eso nunca se había hecho a esta escala”, explica Morales.

La odisea técnica tras el radar

Detrás del despliegue de BIOMASS hay un esfuerzo técnico colosal. La construcción de su reflector de grandes dimensiones, capaz de captar las delicadas señales de radar en banda P, fue uno de los principales desafíos.
“Fue una tarea compleja que requirió colaboración internacional. El reflector fue desarrollado por una empresa especializada de EE. UU., y el radar vino de Airbus Alemania”, cuenta Morales. “Pero también hubo retos en tierra: los procesadores para convertir esas señales en imágenes útiles, los sistemas de navegación y operaciones… todo tuvo que pensarse desde cero”.
Ciencia, tecnología y responsabilidad

El valor de BIOMASS va mucho más allá de los límites de la atmósfera. Sus datos serán esenciales para mejorar modelos climáticos, apoyar políticas de conservación, verificar compromisos internacionales de carbono y detectar actividades ilegales como la deforestación.
“Me siento muy orgulloso de ofrecer a nuestros ciudadanos herramientas y datos que permitan evaluar con precisión los desafíos del cambio climático”, concluye Morales, quien lleva casi dos décadas trabajando en la ESA. “Satélites como BIOMASS nos ayudan a transformar los datos en conocimiento, y ese conocimiento en acción. Esa es nuestra responsabilidad”.
Cuando los datos reemplazan las conjeturas

Con BIOMASS en órbita, los bosques finalmente podrán hablar. Y lo harán con datos, con mapas, con evidencia. Porque para enfrentar el cambio climático no basta con buenas intenciones. Hace falta información confiable, medible y verificable.
BIOMASS es eso: una ventana abierta a la estructura oculta de la Tierra verde. Un escáner orbital para los pulmones del planeta. Y un testimonio de que, incluso desde cientos de kilómetros de altura, la ciencia puede cambiar lo que sabemos… y lo que decidimos hacer.