Durante siglos, el oro fue sinónimo de poder y riqueza. Sin embargo, existe un metal mucho más raro y cotizado que ha alcanzado cifras exorbitantes en el mercado internacional. Este metal, con presencia en Sudamérica, es imprescindible para tecnologías clave y ha despertado un creciente interés por su limitada disponibilidad. Lo que lo hace tan especial no es solo su precio, sino su rol silencioso en nuestras vidas.
Qué hace tan especial a este metal casi desconocido

A pesar de su bajo perfil en el imaginario colectivo, el rodio es uno de los metales más codiciados del mundo. Su brillo intenso, su resistencia a la corrosión y su elevada capacidad reflectante lo hacen ideal para aplicaciones tanto industriales como estéticas. En el ámbito automotriz, se emplea en la fabricación de convertidores catalíticos que reducen las emisiones tóxicas, un componente esencial en la lucha contra el cambio climático.
Este elemento también ha ganado terreno en la joyería de alta gama, donde se utiliza para dar acabado a metales preciosos, aportando un brillo distintivo. Sin embargo, lo que lo hace verdaderamente único es su extrema rareza: apenas hay una traza de rodio por cada tonelada de roca terrestre.
No se explota en minas exclusivas, ya que se obtiene como subproducto durante la extracción de otros metales como el platino y el paladio. Este detalle eleva considerablemente su valor, al depender de otros procesos para su recolección.
De Sudáfrica a Sudamérica: las fuentes del metal más caro
La mayor reserva mundial de rodio se encuentra en el complejo ígneo de Bushveld, en Sudáfrica, donde se extrae junto con sulfuros de níquel y cobre, así como óxidos de cromo. No obstante, otros países también albergan depósitos significativos. Entre ellos destacan Zimbabue, Rusia, Canadá y Estados Unidos.
Sudamérica, aunque en segundo plano, también figura en el mapa de este metal raro. Brasil y Colombia poseen zonas de extracción de platino que podrían contener rodio, y se presume que parte de este valioso metal es subproducto de dichas operaciones. Incluso Venezuela ha reportado hallazgos preliminares en el estado Bolívar, aunque aún no han sido certificados oficialmente.

Estas potenciales reservas convierten a la región en un actor emergente dentro del mercado global del rodio, y podrían cobrar mayor protagonismo si la demanda continúa en aumento.
Por qué el rodio llegó a costar más de diez veces que el oro
En 2021, el precio del rodio alcanzó su pico histórico: 29.800 dólares por onza, según datos de la Bolsa de Metales de Londres y el sitio especializado Mining.com. En comparación, el oro cotizaba en ese momento alrededor de 1.800 dólares por onza. La diferencia —más de diez veces superior— no fue casual.
La explosiva subida respondió a un desequilibrio entre oferta y demanda. La creciente necesidad de reducir emisiones contaminantes impulsó la demanda de convertidores catalíticos, mientras que la limitada extracción de rodio generó una escasez crítica. Al ser un subproducto y no un mineral que se extraiga directamente, su disponibilidad depende de factores ajenos a su propia demanda.
Hoy, aunque su precio ha descendido de ese récord, el rodio sigue siendo uno de los metales más costosos y estratégicos del mundo. Su valor no solo reside en su cotización, sino en su papel crucial en industrias clave para el futuro del planeta.