Leer, buscar más, las imágenes, leer un libro barato, la edición de Bruguera, la edición del Círculo de Lectores, con un fotograma de la versión de los setenta. Leo a Scott Fitzgerald porque Rodrigo Fresán me recuerda que tengo que hacerlo. Mis favoritos, todos juntos, Hermosos y Malditos, pero también Lunar Park de Bret Easton Ellis. ¿Y American Psycho? Ricos y pobres (“The Ritch Boy”). La introducción a la gran novela americana gracias a Pequeño Gatsby escrita por Rodrigo Fresán y editada por Debate.

Long Island, 1923, viaje a Francia e Italia, 1924 y 1925, una novela surgida en Europa. Libros siameses en el camino, Le grand Meaulnes de Alain Fournier. Una novela que quiere repetir el pasado para alterarlo, hacerlo mejor. Una novela que cuenta el universo entero desde un mundo microscópico, de laboratorio. La recuperación soñada del primer amor. Mejorar la vida. El antiguo y el moderno. La madurez es pasar de la Beat Generation, de los beatniks a la Lost Generacion. Y encontrar la línea que une a William Faulkner, Scott Fitzgerald y Ernest Hemingway con David Foster Wallace y John Cheever.

El autor, con su aguda capacidad para comprender el significado de su tiempo. John Cheever y Scott Fitzgerald. Ambos escribieron sobre la desesperación privada y el alcoholismo público. Editor Perkins le dice, añade Great al título. Como en la canción de Jerry Lee Lewis y, con perdón, el Gran Vázquez de Óscar Aibar, la majestuosidad, lo decadente. A la recepción de la grandeza por parte de sus lectores. La portada, no creo en las casualidades, mientras leo Confeti sobre la vida de Xavier Cugat. Descubro algo de lo que hablaré más adelante. Siempre con Rodrigo Fresán no existen las casualidades, mientras leía Mantra en 2002 estaba volando de Madrid a Buenos Aires sin saber quién era. Francisco Cugat, Xavier, el mambo, la perfidia. Bésame mucho de los Beatles, Perfidia en los bailes de los hoteles.
La idea de un racimo de cuentos en los que Scott Fitzgerald explotó los temas de su novela, probando la narrativa y sus personajes, el tono. Algo que el mismo Rodrigo Fresán (cuando uno es un die hard de su literatura, que lo lleva a buscar relatos en antologías perdidas y colectivas, para encontrar pruebas, demos, maquetas, experimentos que terminan en sus novelas. Novelas río, cuentos interconectados, personajes que pasan no jugable a protagonistas, personajes que encuentran su DLC antes o después, del mismo modo la obra de Discoteque de Félix Romeo, podemos encontrar varios de sus experimentos, de sus pruebas con la idea de historias). Libros con portadas oportunistas, Robert Redford, Leonardo DiCaprio, bien altos. Leed también El club de la lucha, Menos que cero, En el camino, El viejo y el mar. Y, unos días antes de empezar, Enrique Vila-Matas avisa a Fresán de que Antonio Tabucci ya tenía un cuento titulado «El pequeño Gatsby».

La acción es el personaje. Personajes ninguno de ellos en lo que se conoce como «buena persona» aunque algunos son peores personajes que otros. Nick Carraway: testigo principal, de privilegio pero no del todo fiable. Gatsby como mareado Ahab. Él cree que Gatsby debe ser, Nick es el verdadero protagonista de Gran Gatsby. Jay Gatsby, James Gatz (“El soñador despierto”), Gatsby tiene mucha buena suerte a lo largo de su vida para tener mucha mala suerte, toda junta y en cuestión de día, a lo largo de su final. Paisaje, la idea de Xanadú, Hogwarts. Un animal party, en esa Manhattan gótica, parece, como dice Rodrigo, que se trata de solo un Mr. Hyde que solo quiere convertirse en el Doctor Jekyll. El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde. Un Bruce Wayne que no tiene, ni necesita, enmascararse para ser Batman. Herencias, guerra, negocio, dinero del mercado negro, todo se sugiere, nada se demuestra.

Daisy Buchanan, Daisy es desde Madonna en Material Girl. Sublimando, mientras, se trata de una belleza sureña, que da amor con su patriotismo de piel blanca a todos los muchachos que se marchan a la guerra, La Gran Guerra, el destacamento militar. Top Flapper en Manhattan, fantasea con escapar, aguanta infidelidades, pero se queda en el calor de la protección y las apariencias. Thomas “Tom” Buchanan , el malo, pero el más auténtico de todos ellos, gañán, pero sincero, racista que abona en los años veinte lo que estás por llegar. Un hijo de papá, de los de tarta de manzana, champán, whisky y calidades (Ojo, parecen distintos comportamientos que mantenía Hemingway con Fitzgerald), Yale, supremacista. Una buena lista de hombres que se reflejan en estos dos personajes, en Gatsby y Buchannan.

Jordan Baker. Una mezcla de velocidad y automóviles. Jordan y Baker Motor, una hipocresía que ronda toda su vida. «A mí me gustan las fiestas con mucha gente, son muy íntimas. En las fiestas con poca gente no existe la privacidad». La gente de clase baja, mujer infiel y marido lleno de gasóleo y petróleo. George B. Wilson y Myrtle Wilson. Clase baja aún más caída en desgracia por culpa de aletear y acercarse demasiado al sol de la clase alta y que los considera peones útiles y llegada. Meyer Wolfshiem un judío, lo que hizo que a Fitzgerald se le acusara de antisemitismo, por su caracterización exagerada. Tenemos que aprender a demostrarle nuestra amistad a un hombre cuando está vivo y no muerto. Una sentencia importante: «Después mi regla es que cada uno se las arregle como pueda» ¿La luz verde, los desconocidos de siempre, a Nito Mestre, los ojos de búho? Un cartel de un oculista, el símbolo de la divina vigilancia del que no se le escapa nada.

¿Cómo estudiar «El gran Gatsby»? ¿Qué es un Gatsby para principiantes? Leerlo, buscar la versión en la televisión, o mejor, trazar una especie de cuadro sinóptico, para orientarse y disfrutar plenamente de su precisa y bien calculada arquitectura de episodios ensamblándose dinámicamente hasta configurar un rumbo de inevitable tragedia. Una banda toca y canta con la voz de Hal 9000 «Three o´clock in the morning» en la noche oscura del alma. El valle de las cenizas, un vertedero industrial entre los lugares reales de Nueva York, una historia que es una enorme tragedia griega, acumulando, condensando, resumiendo, toda la narrativa universal: amantes, infidelidades, la siempre lejana alta sociedad.
Una luz oscura, una moda negra, ¿es Free cinema, es polar francés? Buena pregunta. Imagina Chicago como ciudad sin ley, los lugares donde ha vivido/traficado/intoxicado Gatsby, la presencia, antes y después de «El largo adiós» de Raymond Chandler y el cameo de un escritor alcoholizado que, superada la prohibición, brinda por Fitzgerald. Lo más cercano, cinematográficamente hablando, incluso superando a las adaptaciones, es «Once upon a time in america» de Sergio Leone. Estamos en 1984. No es una novela de época, así que tendrá que ser una novela de épocas.
Plena de ideas, acción, soledad y amor. Habla Fresán de Bob Dylan, claro. Siempre es azul el cielo y Forever old vs forever young se disuelve en los acordes de Summer days en el enésimo disco de madurez de Old Man Bob «Love and theft». Parece increíble que hayan pasado cinco lustros. Escuchando al Jay cantando «Qué será, será». El Gran Gatsby es el ejemplo literario en el que sus personajes se relacionan con la idea del pasado al que siempre quieren volver. No dejan de pasar cosas, las cosas que pasaron y dejan pasar, por cortesía, a las cosas que están por llegar.
Orgastic, orgásmico, la parrafada final, culmen de la humanidad. Y la novela que se convirtió en lectura pulp para los soldados en el frente, ediciones baratas y terminó, manuscrito, objeto, guardado bajo condiciones controladas en un lugar concreto de la Biblioteca Nacional de los Estados Unidos. Admiradores como Hunter S. Thompson «la teclee completa para sentir cómo se escribió», y cuando, en 2021, al pasar a dominio público, provocó una serie de fan fiction que desarrolla el antes, el después, las vivencias de los personajes, Gatsby vampiro, Gatsby zombi. Y recuerda aquella actuación de Andy Kaufman, el hombre en luna, siete horas de recitado, el spoken word delirante, propio de un sketch del SNL. Y una canción de la replicante, Nexus 6, de Taylor Swift, amenazada por skull&bones, masonería y demás claves extremas llamada «Happiness>> o,mi preferida, «Young and beautiful» de Lana del Rey.
Las casualidades no existen, ya lo he comentado, mientras leo Confeti sobre la vida de Xavier Cugat aparece el diseño y la publicación de la portada de la edición original a cargo de uno de los hermanos del director de orquesta. Confeti y Pequeño Gatsby. Los Cugat, imaginando, con Perfidia, claro. Y el relámpago facial de David Bowie en la época de Aladdin Sane, en el tránsito entre los beatnik y la elegancia del Gran Duque Blanco (personaje de Fitzgerald) en el que en un tren recorre Estados Unidos con su biblioteca… el miedo al avión, el fascio, queda un lustro para la grabación de Héroes.

Es inevitable revisar las versiones cinematográficas, Gran Gatsby (sin prosas, sin grand style), trama melodramática, un comedor de cena decimonónica, Robert Redford quiere ser Nick, Paul Newman quiere ser Gatsby. Mia Farrow que todavía actúa bajo el influjo de la brujería que se llevó por delante a Lennon. La pobre Rosemary. Disparo. Y DiCaprio y Tobey, amigos y animales, lobo y araña, Fitzgerald contra la corriente. EL final de Fitzgerald, mendigando reediciones, nuevas propuestas, el conflicto de Ernest Hemingway que refleja Hotel Florida.

Como últimas palabras, su influencia es tan única como absoluta, tiene una cadencia bíblica y un rezo ideal para el que no cree. El Gran Gatsby, la mayúscula se refiere a la grandeza del libro no ala de las personas o del personaje. Final, una lista de Fresán, que es, volviendo a lo de antes, tan útil como el Gran Gatsby: «En el camino», Jack Kerouac, «El río de la vida» de Norman McLean y Lunar Park>> de Bret Easton Ellis. Hágase (y vuelva a hacerse, por siempre, para siempre) la luz, la única luz: la luz verde
