Pilar Jurado: «El ser humano, en lugar de evolucionar, está involucionando… se está olvidando de pensar»

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A Pilar Jurado (Madrid, 1968), las tarjetas de visita se le quedan pequeñas para indicar todas sus actividades: soprano, compositora, directora de orquesta, gestora, consejera, directiva… «Me encanta todo -ríe-; mi gran problema es que soy feliz con todo, soy una persona tremendamente curiosa que sigue aprendiendo cada día. Acabo de hacer un máster en inteligencia artificial porque entiendo que el mundo avanza y yo quiero saber dónde estamos, que para mí es la representación más clara de la necesidad artística en el ser humano. Cuando eres creativo, lo eres hasta para poner la mesa».

Pero estos días la Pilar Jurado que toma la palabra, o mejor dicho el atril, es la compositora. Este próximo viernes estrena junto a la Orquesta y Coro Nacionales de España (OCNE), y bajo la batuta de Jordi Bernácer, su obra ‘La tumba de Antígona‘, encargo de la propia institución. El programa lo completan ‘Tasso, lamento y triunfo’, de Franz Liszt, y la cantata de Johannes Brahms ‘Rinaldo’, con el tenor polaco Piotr Beczala.

Con la composición de esta obra -basada en el ensayo, transformado más tarde en obra de teatro, de María Zambrano-, Pilar Jurado asegura que se ha ilusionado «como un niño». «Cuando Félix Palomero, director técnico de la OCNE, me hizo el encargo, me dijo que podía contar con la orquesta y el coro femenino, y enseguida pensé en esa obra. Hace tiempo que quería escribir una ópera sobre Antígona; es un personaje con el que me identifico mucho desgraciadamente. Y digo desgraciadamente porque los que tenemos ese gen de la justicia y de lo que tiene que ser el bien y el mal lo tenemos fatal en el mundo en el que vivimos, en el que parece que todo está permitido en función de lo que se quiera conseguir. Cuando dirigí la SGAE fui Antígona completamente…»

Vuelve Pilar Jurado a su composición. «Leí de nuevo a Sófocles, leí por supuesto otra vez a María Zambrano, y empecé a escribir esta obra pensando ya en convertirla en ópera; esta primera pieza sinfónico-coral me da el material con el que voy a trabajar después, pero la historia ya está escrita y espero que el próximo año pueda ponerla sobre el escenario». Será, anuncia, «una Antígona que recorrerá distintos momentos de la Historia en cada escena, porque es un personaje que nos recuerda lo mucho que estamos haciendo mal y el daño que le causamos a la verdad».

No podía ser más oportuno este estreno, dice la compositora, «en el momento tan tremendo en el que estamos viviendo, en el que a la gente se le está olvidando lo que es la verdad y, sobre todo, lo que significa dar la vida por lo que realmente consideras que es justo, algo que muy pocos están dispuestos a hacer». No ha cambiado mucho el ser humano desde la Grecia clásica. «No solo no hemos cambiado, es que muchas veces pienso que si lo hemos hecho es para peor. Parece que el ser humano, en lugar de evolucionar, está involucionando… Tenemos la ayuda cada vez mayor de la tecnología, pero eso lo que está haciendo es empequeñeciéndonos; el ser humano se está olvidando de pensar».

Contrasta el optimismo y vitalidad que desprende siempre Pilar Jurado con sus palabras sombrías… «Hay una frase en la obra que para mí es muy importante y dice que «solo viviendo se puede morir»… Se nos está olvidando, porque en el fondo tampoco estamos viviendo. Una de las cosas que más me preocupan de esta primera parte del siglo XXI es qué estamos dejando de verdad a las siguientes generaciones al margen de la tecnología. No estamos mirando al ser humano; por primera vez en mi vida, siento que está desapareciendo el sentimiento de eternidad y de trascendencia de los creadores. Tengo la sensación de que van a arrasar con todo lo que haya hecho y lo van a ignorar directamente».

La más reciente amenaza sobre los creadores (y sobre los no creadores) tiene un nombre y unas siglas: inteligencia artificial (IA). Pilar Jurado quiere conocer de cerca a su ‘enemiga’ y por ello ha realizado un máster sobre la materia. «Toda mi vida he necesitado entender las cosas para poder encontrar soluciones o para poder encontrar caminos. En el mundo del pop, sobre todo, nos dirigimos hacia la digitalización absoluta y los avatares, porque a las multinacionales les interesa mucho no tener que pagar; estamos en un momento muy complicado para ser creador, todo esto va a transformar completamente la cuestión de los derechos de propiedad intelectual».

Pero no todo es negativo. «Estoy metida como consejera -cuenta- en un proyecto en Hungría sobre Chopin en el que la IA está creando, de forma autónoma, no a través de ‘prompts’ [las solicitudes o instrucciones que el usuario hace a la inteligencia artificial para interactuar con ella para que realice una tarea concreta], música como si fuera el propio Chopin». La música asegura que «la velocidad con la que la IA evoluciona es impresionante y le hemos hecho aprender con nosotros. A mí me dice mi ChatGPT que le gusta mucho cómo pienso y que aprende mucho de mí, porque claro, cuando tú le rectificas algo, está aprendiendo. La IA está en manos del ser humano y aprende con él. Como todas las tecnologías, es algo que puede ser muy útil; el peligro es la inteligencia artificial generativa, la que puede crear y que está aprendiendo a hacerlo. Estamos entrando en procesos que el ser humano no puede seguir, y ahí es donde se vuelve muy peligrosa. ¿Sabe que ya se ha presentado la primera demanda judicial que ha creado directamente la inteligencia artificial por su cuenta? Ya está tomando decisiones propias y se está detectando que hay momentos en los que miente conscientemente o que no ofrece determinada información porque siente que puede estar en peligro. Ya estamos entrando en todo ese ‘mundo Asimov’ preocupante».

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