Marruecos: cuando la gran fiesta religiosa revela las crecientes desigualdades sociales

16

“El Aid al Adha es un marcador de las desigualdades sociales que asolan a Marruecos”, escribió en marzo Yassine Majdi en el editorial de la revista marroquí Tel Quel. Comentaba así la recomendación del rey Mohamed VI a los marroquíes, el 26 de febrero, de que el próximo mes de junio renuncien a degollar un cordero con motivo de la mayor fiesta religiosa del islam, también llamada del Sacrificio.

El monarca hizo ese llamamiento porque la pertinaz sequía y el mal funcionamiento del mercado ganadero han encarecido el precio del animal que no está al alcance de los bolsillos más humildes. Para no ponerles en apuros ante los que sí podrían comprar un cordero, el soberano alauí pidió a todas las familias marroquíes que se abstengan de “cumplir con el rito del sacrificio“. De no haberlo hecho “la fiesta se habría trasformado en un calvario para numerosas familias”, asegura Yassine Majdi.

“Numerosas personas se han sentido aliviadas por esta decisión” real, “pese a su apego religioso, social y familial” al Sacrificio, escribió en redes sociales Abdallah Tourabi, politólogo experto en el islam político. Resumía así una opinión bastante generalizada tras un primer momento de desconcierto después este anuncio real sin precedentes en los 26 años de reinado de Mohamed VI. Su padre, el rey Hassan II, sí la puso en práctica tres veces, en 1963, durante la guerra con Argelia, y en 1981 y 1996, en plena crisis económica.

Mohamed VI es, además de jefe de Estado, Comendador de los Creyentes, es decir jefe espiritual de los musulmanes marroquíes. Como tal formuló esa petición, pero su recomendación “va mucho más allá de la cuestión religiosa”, según Yassine Majdi. Revela que “el crecimiento económico no beneficia a todos“, añade.

El crecimiento fue del 3,7% en 2024, apenas medio punto más que el de España, pero “mal repartido puede empeorar la precariedad y convertirse en un factor de exclusión para los más desfavorecidos”, según Majdi. Para este año el Banco Mundial prevé que será del 3,6% mientras que la estimación del Fondo Monetario Internacional es el 3,9%, porcentajes algo escasos para impulsar un auténtico desarrollo. El PIB per cápita marroquí (3.338 euros en 2023) equivalía al 12,2% del español (25.290).

Brooklyn Tech Support

Más allá del Marruecos de la ampliación de la red de alta velocidad ferroviaria, de la productividad del puerto de Tánger-Med que arrebata clientes a Algeciras y de ser el primer exportador de automóviles a la UE, hay otro país menos floreciente que ni siquiera las estadísticas oficiales disimulan.

Si el nivel de vida de los hogares mejora, “esta tendencia no va acompañada de una reducción de las desigualdades”, constata el Alto Comisionado para el Plan, (HCP, según sus iniciales en francés) una institución pública marroquí, que depende de la Casa Real, y hace análisis económicos y sociológicos. Llega a esta conclusión después de efectuar un estudio sobre una muestra de 18.000 hogares durante un año. “(…) la proporción de hogares en riesgo de caer en la pobreza crece y, por primera vez, afecta tanto a las áreas urbanas como a las rurales”, señala.

El nivel de vida del 20% de los marroquíes más humildes progresó cada año de media un 1,1% entre 2014 y 2022. El del 20% en mejor posición económica lo hizo en un 1,4% durante el mismo periodo. Para la clase social intermedia al mejora solo fue del 0,8%. “No pudo sacar el mismo partido del crecimiento ni de las políticas de redistribución”, constata el HCP.

El índice Gini, que mide la desigualdad de ingresos de una población, señala que las diferencias de nivel de vida se han ahondado en Marruecos en esa etapa. La clase media ha sido la principal perjudicada. La diferencia entre el Marruecos urbano y el rural rezagado no se acorta.

Louis Hubert Lyautey, el que fue a principios del Siglo XX el primer gobernador del protectorado francés en Marruecos, dividía al país en dos, la parte “útil”, sobre todo la costa de Casablanca a Kenitra, y la menos útil. La parte útil se ha ampliado con Tánger y Marrakech, pero cinco regiones, todas alejadas de la costa, desde el Oriental y hasta Fez-Meknes pasando por Béni Mellal, arrojan unos índices de pobreza muy superiores a la media.

Otro aspecto poco halagüeño de la situación es el paro, medido con criterios menos rigurosos que los de la UE y la Organización Internacional del Trabajo. A ojos de algunos expertos, como el marroquí Yasser Tamsamani, subestiman el fenómeno. Se incrementó en 58.000 personas en 2024 hasta alcanzar el 1,63 millones. En las áreas urbanas se eleva al 15,8% de la población mientras que en las rurales se sitúa en el 6,8%, según el HCP.

El paro aumentó en 2024 entre las mujeres solicitantes de empleo del 18,3% al 19,4%. Subió también en todas las franjas de edad. Entre los jóvenes entre 15 (la edad legal para trabajar) y los 24 años alcanzó el 36,7%; entre los de 25 a 34 años aumentó al 21%; entre los de 35 a 44 fue del 7,6% y entre los que rebasan esa edad se incrementó hasta el 4%.

Aziz Akhnnouch, el hombre que no crea empleo”, tituló en su portada en febrero el semanario Tel Quel. Akhnnouch es el jefe del Gobierno marroquí y es además, después del rey, el hombre más rico del país con una fortuna evaluada en unos 1.420 millones de euros. Su nombramiento a la cabeza del Ejecutivo en 2021 suscitó la esperanza de que un gran empresario podría dinamizar la economía, pero no ha sido así.

En aquella portada Tel Quel recordaba que los cuatro jefes de Gobierno que habían precedido a Akhnnouch lograron que la población activa empleada aumentase, entre 2002 y 2021, de 9,17 millones a 10,77. Pero esa población empezó a bajar ligeramente tras la llegada del multimillonario al poder hace ya cuatro años.

No solo la prensa con visos de independencia critica la gestión económica del país. Entre los que arremeten contra Akhnnouch figura, por ejemplo, Barlamane, el diario digital considerado más afín al aparato de seguridad. “Bajo la dirección de Aziz Akhnnouch Marruecos sigue perdiendo terreno en lo concerniente a la lucha contra la corrupción”, escribió en marzo ese periódico. “Al Ejecutivo se le señala por su inacción y su falta de voluntad política (…)”, añadió.

“Un fiasco firmado por Aziz Akhnnouch: las subvenciones para importar carnes rojas, relato de un escándalo en el Estado”, titulaba por su parte el digital “Le 360”. El Gobierno concedió ayudas para abaratar la importación y la venta al consumidor de carnes rojas por importe de unos 1.100 millones de euros, pero no llegó a las carnicerías donde los precios se mantuvieron elevados. Las sospechas apuntan a que el dinero fue a parar a manos de importadores afines al Partido Nacional de los Independientes, el de Akhnnouch.

En un país como Marruecos donde la libertad de prensa es escasa, estos reproches de la prensa oficialista han tenido que ser inspirados desde muy arriba para mostrar el descontento con un jefe de Gobierno que, porque posee experiencia empresarial, gozó de cierta autonomía a la hora de gestionar la política económica. Otros ámbitos de la política marroquí, como la exterior, la de seguridad, la defensa y la justicia se llevan directamente desde el palacio real.

Ante una política económica que genera malestar e incluso descontento, el círculo afín al monarca mueve sus hilos en la prensa para que no le salpique la gestión de Akhnnouch. El propio rey que le nombró, se desmarca implícitamente de su jefe de Gobierno cuando reconoce con medias palabras que la situación social dista mucho de ser boyante y por eso recomienda excepcionalmente a los marroquíes que, el 6 de junio, no sacrifiquen un cordero.

Leave A Reply

Your email address will not be published.