¿Un cambio que sacudirá la tecnología? Lo que se trama tras los aranceles a los chips propuestos por Trump

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La propuesta de imponer aranceles a los semiconductores extranjeros por parte de Donald Trump vuelve a poner bajo el reflector la fragilidad de la cadena tecnológica global. Lo que aparenta ser una medida comercial podría convertirse en un terremoto para fabricantes, consumidores y mercados. ¿Estamos ante una estrategia de protección o frente a una amenaza velada al bolsillo de millones?

La estrategia opaca: Un plan con más incógnitas que certezas

¿Un cambio que sacudirá la tecnología? Lo que se trama tras los aranceles a los chips propuestos por Trump
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Trump ha dejado entrever en recientes declaraciones su intención de imponer nuevos aranceles a los chips importados. Aunque no ha mencionado fechas ni detalles específicos, en el pasado ya propuso un 25% de gravamen a estos componentes clave para toda la tecnología moderna. A pesar de las fuertes inversiones en territorio estadounidense por parte de gigantes como TSMC, el enfoque del expresidente parece apuntar más hacia el proteccionismo que hacia el incentivo.

El problema radica en que Estados Unidos no importa grandes volúmenes de chips sueltos, pero sí millones de productos que los incluyen: móviles, ordenadores, coches, electrodomésticos. Así que la verdadera duda no es solo cuánto costarán los chips, sino si esta medida golpeará directamente a los dispositivos que usamos a diario.

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Una cadena de producción imposible de simplificar

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© Chip Somodevilla/Getty Images – Gizmodo.

Fabricar un semiconductor no es un proceso local, sino global. Las obleas de silicio pueden originarse en Japón, transformarse en Taiwán y ensamblarse en Malasia antes de llegar a una fábrica en China. Incluso un chip diseñado en Arizona por Intel puede hacer escala en Vietnam antes de terminar dentro de un portátil vendido en California.

Este enredo logístico complica cualquier intento de determinar el verdadero “país de origen” de un chip. Si Trump decide gravar solo a ciertas naciones, las empresas podrían reorganizar sus rutas de fabricación para esquivar los impuestos. Pero esto también tiene un precio: tiempo, adaptación y, por supuesto, dinero.

Empresas nerviosas y consumidores en la cuerda floja

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© Anna Moneymaker/Getty Images – Gizmodo.

Los mercados ya están reaccionando. Acciones como las de Nvidia, AMD, Broadcom y TSMC han caído notablemente este año, con porcentajes de hasta el 25%. Solo Intel ha registrado una subida, favorecida por un cambio de dirección interna y su apuesta por relocalizar procesos en suelo estadounidense.

Si se activan los aranceles, los fabricantes tendrán que decidir si absorben el golpe económico o si lo trasladan al consumidor. En el caso de Apple, que integra múltiples chips en cada dispositivo, no sería descabellado ver un aumento notable en el precio final de los iPhone. Y esto podría ser solo el comienzo.

Un futuro incierto que toca a todos

La falta de claridad sobre el alcance de esta medida mantiene al sector tecnológico al borde de un cambio significativo. ¿Será un movimiento estratégico que reactive la industria local o una jugada arriesgada con consecuencias globales?

Una cosa es clara: cualquier cambio en la política arancelaria afectará no solo a fabricantes y bolsas, sino también a cada consumidor que adquiera un dispositivo electrónico. Las decisiones de hoy podrían definir los precios y la disponibilidad de la tecnología del mañana. Y mientras el plan de Trump sigue en construcción, todos los ojos están puestos en el próximo anuncio.

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