Incertidumbre

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El presidente Donald Trump declaró ayer el inicio de su anunciada guerra comercial con aumentos de aranceles de un 25 % a productos importados desde México y Canadá y de un 20 % a los bienes procedentes de China, lo que provocó la contestación de Ottawa y Beijing, que también decretaron alzas en las tarifas aplicadas a exportaciones estadounidenses.

Esa conflagración de tasas, tarifas y aranceles, que podría incluir a la Unión Europea, impactará en términos catastróficos sobre las economías mexicana y canadiense con pérdidas de millares de empleos y posible recesión económica, en tanto que ayer mismo, la bolsa de valores de Estados Unidos sufrió fuerte caída.

La presidenta de México, Claudia Sheinbaum, anunció que el domingo responderá con medidas arancelarias y no arancelarias a la penalidad comercial impuesta por Washington al tildar de ofensivo y difamatorio el comunicado de la Casa Blanca que anunció el alza de arancel, pero advirtió que “nadie gana con esta decisión”.

China anunció la aplicación de gravámenes de hasta un 15 % a importaciones agroalimentarias de Estados Unidos y limitación de exportaciones chinas de bienes de doble uso contra 15 empresas de seguridad y defensa de ese país, además de denunciar al gobierno de Trump ante la Organización Mundial de Comercio (OMC).

La reedición de la guerra comercial, que en la primera gestión de Trump (2016-2020) causó una crisis global a nivel de precios, no se sustenta ahora por motivo de equidad de mercado, sino en represalia de la Casa Blanca contra México, Canadá y China porque no hacen lo suficiente para impedir ingreso de fentanilo a Estados Unidos.

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Es ese un frente disruptivo de consecuencias impredecibles que acomete la administración republicana, junto con el affaire con Ucrania y la UE en torno la gestión de término de la guerra ruso-ucraniana, que encamina Trump directamente con Vladimir Putin, sin la participación del presidente Volodimir Zelensky.

Resulta difícil entender el cometido del presidente Trump al declarar una guerra comercial de tal magnitud, esta vez también contra sus aliados en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), aunque dentro y fuera de Estados Unidos, manufactureros, exportadores e importadores cruzan los dedos en la esperanza de que esas medidas arancelarias sean revocadas.

El manto de incertidumbre causado por esos aumentos de aranceles sólo puede ser despejado por el propio presidente Trump con la revocación de sus órdenes ejecutivas que decretaron tan controversiales medidas, lo que claramente es posible dada la imprevisibilidad que lo caracteriza en su retorno a la Casa Blanca.

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