A finales de la década de 1950, Brasil asumió uno de los proyectos más ambiciosos de su historia: la construcción de Brasilia, una ciudad que se levantaría desde cero para convertirse en la nueva capital del país. Impulsada por el presidente Juscelino Kubitschek, esta iniciativa buscaba descentralizar el poder político y fomentar el desarrollo de las regiones interiores.
Aunque la idea de trasladar la capital no era nueva, fue bajo el mandato de Kubitschek cuando finalmente se llevó a cabo. El plan no solo consistía en edificar una ciudad administrativa, sino en proyectar una imagen de modernidad y progreso para el mundo entero.
Diseño vanguardista y construcción acelerada
El diseño de Brasilia fue obra del urbanista Lucio Costa y del arquitecto Oscar Niemeyer, quienes rompieron paradigmas al crear una ciudad basada en principios de la arquitectura moderna. Construida entre 1956 y 1960, la ciudad se completó en un tiempo récord de solo cuatro años. Su estructura fue concebida como una cruz, simbolizando tanto la expansión territorial de Brasil como su visión hacia el futuro.
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Brasilia se planificó para facilitar la vida urbana, con amplias avenidas, sectores claramente definidos y un diseño enfocado en el uso del automóvil. Su monumentalidad y estética audaz la convirtieron rápidamente en un referente mundial de urbanismo y arquitectura.
Las proporciones de una metrópoli moderna
En términos de extensión territorial, Brasilia es una de las ciudades más grandes de Latinoamérica. Originalmente diseñada para 500.000 habitantes, la ciudad superó rápidamente estas expectativas. Este crecimiento dio lugar a la creación de ciudades satélites, como Taguatinga y Ceilândia, que hoy forman parte de la región metropolitana y albergan a millones de personas.
Un legado arquitectónico a pesar de los retos
A pesar de los desafíos, como la dependencia del automóvil y las dificultades en transporte público, Brasilia se ha consolidado como un ícono global. En 1987, la UNESCO la declaró Patrimonio de la Humanidad, destacando su valor como ejemplo único de urbanismo moderno.
Más de 60 años después de su fundación, la ciudad sigue siendo un testimonio del deseo de Brasil por posicionarse como una nación avanzada. Aunque enfrenta problemas derivados de su rápido crecimiento, Brasilia permanece fiel a su esencia: un símbolo del progreso que transformó el país en tiempo récord.
¿Qué ciudad fue la capital de Brasil antes de Brasilia?
Antes de Brasilia, la capital del país era Río de Janeiro, que cumplió esta función desde 1763 hasta 1960. Durante ese periodo, se convirtió en el centro cultural, político y económico de Brasil, dejando un legado importante antes de ceder su lugar a la futurista Brasilia.
