Ha tenido que pasar un año desde que Ernest Urtasun se encontrara con las primeras goteras en la Biblioteca Nacional para que el Ministerio de Cultura se haya puesto por fin manos a la obra. Y lo hará, según avanzó este jueves en el Congreso, con «una intervención sin precedentes». En concreto, destinará 8 millones de euros para arreglar «un problema estructural de la gestión de aguas del edificio, que afecta a las más de 100 bajantes que se reparten por toda la biblioteca». El ministro reconoció lo que hasta ahora no había hecho: que los problemas de la BNE van mucho más allá de los que provocaron la DANA en octubre de 2023. «Se trata de un problema que no afecta solamente a las cubiertas, y que exige una actuación integral en todo el inmueble».
En su intervención ante la Comisión de Cultura, Urtasun explicó que la «multitud de reformas parciales» ejecutadas en el edificio no han tenido una visión integral y además «han generado una diversidad de patologías que explican la situación actual en la que se encuentra la gestión de aguas en la Biblioteca Nacional». En el último año, los trabajadores de la BNE han informado de al menos tres episodios de goteras que han afectado a cientos de ejemplares. «El presente y el futuro de la BNE no puede ponerse en riesgo con actuaciones limitadas. El tiempo de las soluciones parciales y de los parches se ha acabado», proclamó Urtasun.
Para abordar estas actuaciones, Cultura destinará una partida de 8 millones de euros. Las obras tendrán una duración estimada de dos años y medio. «Ya se ha elaborado un mapa para distinguir diferentes zonas de intervención en las más de 100 bajantes de las que se tienen constancia», explicó el ministro. ¿De dónde sale esta partida? Esto no lo explicó Urtasun. En un informe del Tribunal de Cuentas publicado recientemente, la dirección de la BNE informaba de que contaba con 8,5 millones de euros del Ministerio de Industria para rehabilitar y reformar determinados espacios del edificio. Y en ese mismo informe, la institución bibliotecaria reconocía que necesita hasta 28,9 millones para solucionar todas sus deficiencias solo en la sede de Recoletos.
Sobre esto nada dijo Urtasun, claro, y tampoco informó de cuántos ejemplares se han visto afectados en los últimos tiempos por las goteras. Por culpa de las filtraciones de septiembre del año pasado, se mojaron alrededor de mil ejemplares. La versión oficial de la BNE es que el mes pasado, cuando los trabajadores tuvieron que proteger con paraguas muchas estanterías con libros, el agua solo alcanzó al fondo moderno. El diputado del PP Borja Sémper, por su parte, lamentó la tardanza en implementar estas medidas. «Un año parece un tiempo demasiado extenso como para que pueda ser aceptado».
El plan anunciado por Urtasun se desarrollará en tres fases. La primera consistirá en «acometer la reforma integral del sistema de saneamiento y canalización de las aguas, tanto vertical como horizontal». Ya se ha elaborado un mapa para distinguir diferentes zonas de intervención en las más de 100 bajantes dañadas. En segundo lugar, se «protegerá el patrimonio bibliográfico». La Biblioteca Nacional ya ha empezado a trabajar en el vaciado de las plantas decimosegunda y última del edificio, que contienen parte del depósito general. «Estamos hablando de más de 240.000 volúmenes, que serán reubicados de forma provisional en la sede de Alcalá de Henares antes de final de este año».
La tercera parte del plan consistirá en «prevenir cualquier futuro inconveniente derivado del estado del edificio, incluso aquellos que no tengan que ver con el sistema de saneamiento y canalización del agua». Cultura encargará un diagnóstico para determinar «todas y cada una de las patologías y necesidades a diversos niveles (estructurales, de instalaciones, de equipamientos, etc.) que presenta actualmente el inmueble de la Biblioteca Nacional». Los problemas de la Biblioteca Nacional, en efecto, van mucho más allá de las filtraciones de agua. Un informe publicado recientemente por el Tribunal de Cuentas señala que las sedes de Recoletos y Alcalá de Henares cuentan con equipos e instalaciones con «una importante antigüedad y obsolescencia, derivándose de ello elevados riesgos en relación con incidentes ocasionados por fugas de agua, goteras e incendios». La BNE no dispone de equipamientos suficientes ni actualizados para luchar contra posibles incendios. Solucionar todas estas deficiencias tiene un coste estimado 46,5 millones de euros.
Con todo, Urtasun afirmó que el plan anunciado supone «una intervención sin precedentes en las últimas décadas». «La Biblioteca Nacional de España es el custodio de nuestro patrimonio bibliográfico. Es un símbolo, sin duda, pero es mucho más que esto: es la infraestructura pública que garantiza la pervivencia de nuestra memoria bibliográfica, y asegura el acceso de cualquier ciudadano a ella», añadió. «El alcance de las intervenciones de las que informo mandan un mensaje claro: desde el Ministerio de Cultura actuaremos diligentemente, con responsabilidad, y con todos los recursos a nuestro alcance para proteger tan valioso patrimonio».