El Mundo de Dysney más Mágico y cautivante junto a los nietos

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Meses atrás disfrutamos de una maravillosa excursión al mundo mágico de Disney Word acompañados de nuestros nietos Isabela y Fernando Arturo, de 3 y 2 años respectivamente.

La excursión la completaban nuestros hijos Fernando José y Jessica y nuestros grandes amigos Rafael y Zoila, los otros abuelos.

Han transcurrido varias décadas desde la última vez que visitamos este maravilloso complejo con nuestros hijos.
Todo parecía intacto, como si lo hubieran construido este año, todo impecable y resplandeciente en el más mínimo detalle.

La organización y disciplina se perciben desde la llegada al parqueo del parque. Niños de todas las edades, adultos jóvenes y no tan jóvenes haciendo filas que se movilizan en orden y resultan la piedra angular del movimiento organizado de este mundo maravilloso brotado de la imaginación de ese genio llamado Walt Disney.

Hemos llegado a la calle principal del Mundo Mágico y al fondo domina la imagen impresionante del gran castillo.
Antes de arribar a las proximidades del castillo, las calles y edificaciones (restaurantes y tiendas) semejan la de cualquier pueblo europeo.

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El esmerado cuidado de todos los elementos que conforman el paisaje es destacable, de igual manera los numerosos personajes que van desfilando por la arteria principal sintonizan con el panorama, con su vestuario impecable y una actuación perfecta a cada instante.

Un carruaje medioeval movilizado por unos enormes caballos, de enormes y peludas patas, con un conjunto musical en su interior interpretando canciones infantiles activa la atención de nuestros niños, contagiándonos a todos y convirtiéndonos en infantes para vivir la mágica experiencia.

El show en el palacio y sus alrededores con la participación de todos los personajes de Disney introduce totalmente a los niños y a los" mayores niños " en la magia de Dysnelandia.

Recuerdo que uno de los parques que más me impactaba "todos los años atrás; era Ecopt Center, donde se presentaba la visión hogareña, la movilidad y la robótica del futuro.

Comparado esa visión del futuro con el presente, hoy muchas visiones de aquel entonces son realidades. Esta vez no pude visitar ese maravilloso parque para actualizar su visión de futuro en la actualidad.

Participamos Tita y yo en cada uno de los atractivos, junto a nuestros queridos nietos y nos resultó una experiencia contagiante y maravillosa, con ganas de repetir. Nos cuidamos de las aventuras muy riesgosas, como la incursión en montañas rusas y otras actividades muy demandantes.

En uno de los parques que más sintonizamos pudimos disfrutar al máximo escenas de una de las ediciones de Indiana Jones, con las acrobacias del personaje central, perseguido agresivamente por los malos, incluidos explosivos y otros recursos del séptimo arte.

Vivir en el mundo de Star World resultó una experiencia inolvidable con esos raros personajes, los pequeños robots y los soldados del mal, ambientado por la música original de la famosa saga, que lleva décadas en las pantallas.

Por igual, la experiencia de manipular un simulador en pleno espacio, combatiendo con naves enemigas nos convirtió en niños alborotados y gozosos. La asistencia a los parques de Disney es muy diversa, además de infantes de todas las edades, adultos y ancianos (asisten incluso en sillas de ruedas y andadores).
La atención y energía del personal de Disney no decae un instante, con una sonrisa alegre siempre y esa es su doctrina.

Me cuentan que antes de que una persona ingrese a este mundo mágico un colaborador debe asistir a la Universidad Disney e impregnarse de su filosofía de servicio.

Un allegado que labora para la organización nos contó que un colaborador disfrazado de uno de los personajes de Disney cometió el yerro de decir "que él era uno de los tantos tribilines", ese pequeño descuido le costó el puesto.

Se persigue la perfección, en la fábrica de pudines con el rostro de Mikey (se venden alrededor de 20,000 cada día) el mínimo error en el camuflaje, significa que el pudín irá al zafacón.

Toda la magia que como público vemos y disfrutamos está soportado por un personal sólidamente adoctrinado y entrenado para sus funciones y de "no fallar" y una sólida estructura tecnológica que controla desde el encendido y apagado de una lámpara hasta la más complicada operación de uno de esos complejos aparatos de diversión.

Debo confesar "como niño grande" que mi mayor disfrute resultó un paseo en una embarcación de vapor por el río Mississippi (del parque) divisando los poblados, las concentraciones de indígenas, contrabandistas de licores, minas en operación y el sonido de la sirena en ese majestuoso ríos muchos años atrás, gracias a la magia de Disney.

Resulta para mi y para mi compañera Tita una reconfortante terapia el recuerdo de esas caritas de nuestros nietos envuelto en la fantasía y el disfrute de ese mundo.

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