
El presidente peruano Alberto Fujimori camina con el ministro del Interior, general Víctor Malca (izq.) y otro miembro no identificado de las fuerzas armadas durante una visita a una escuela militar el 24 de abril de 1992 en Lima. Crédito: HECTOR MATA/AFP vía Getty Images
Nacido el 28 de julio de 1938, Alberto Fujimori se dedicaba a la vida universitaria cuando se postuló por primera vez a la presidencia en 1990.
La sorpresa fue grande cuando el hijo de inmigrantes japoneses, e inexperto en política, superó en una segunda ronda electoral al célebre escritor Mario Vargas Llosa, quien lideraba un frente de partidos tradicionales de derecha.
Le correspondió gobernar un país desangrado por el terrorismo y asfixiado por la hiperinflación. Situación a la que se refirió durante el juicio en su contra por violación a los derechos humanos y corrupción.
“Tuve que gobernar desde el infierno. No desde palacio, sino desde un infierno, que quienes me acusan no vivieron como yo lo viví. Solo espero que quienes me sentencien traten por un momento de imaginar aquel infierno y no de pretender civilizarlo desde la distancia”, dijo Fujimori.
Hombre pragmático, Fujimori había ordenado, semanas después de iniciado su Gobierno, el “Fujishock” que a larga logró reinsertar al Perú en la economía mundial.
El 5 de abril de 1992, cerró el Congreso y el poder judicial en un golpe de Estado con el que logró concentrar el poder.
En septiembre de ese año, el gobierno capturó al cabecilla de Sendero Luminoso Abimael Guzmán y su cúpula, lo que significó un duro golpe para ese grupo terrorista.
En 1993, Fujimori, promulgó una nueva Constitución, vigente hasta la actualidad, que permitía, a diferencia de la anterior, la reelección presidencial inmediata, en periodos de cinco años de Gobierno. Una posibilidad que fue derogada tras su salida del poder.
En ese marco, en 1995 superó en las ánforas al ex secretario general de las Naciones Unidas, Javier Pérez de Cuéllar, liderando un segundo mandato marcado por denuncias de corrupción y autoritarismo.