¿Qué es el efecto Osborne y cómo afecta a los coches eléctricos?
En los años 80, Adam Osborne, uno de los pioneros en la fabricación de ordenadores personales, sufrió un golpe devastador en su negocio al cometer un error crítico: anunciar sus futuros modelos mientras lanzaba su producto actual. Este fenómeno, conocido como el efecto Osborne, provocó que los consumidores esperaran las nuevas versiones en lugar de comprar las disponibles, hundiendo las ventas y, finalmente, su empresa. Hoy en día, los coches eléctricos enfrentan un desafío similar.
Tradicionalmente, los fabricantes de automóviles renuevan sus modelos cada 5 a 8 años, con un restyling a mitad de ciclo para actualizar motores y tecnologías. Estas actualizaciones suelen mantenerse en secreto hasta su lanzamiento para evitar que los clientes retrasen sus compras. Sin embargo, con los coches eléctricos, la evolución tecnológica es tan rápida que los modelos actuales parecen obsoletos casi de inmediato, lo que genera incertidumbre entre los compradores.
Una de las principales preocupaciones de los propietarios de coches eléctricos es la constante mejora de las baterías. Mientras que las actualizaciones de software pueden aplicarse a vehículos ya vendidos, extendiendo su funcionalidad, las mejoras en las baterías no son tan simples. Los fabricantes están constantemente anunciando avances en autonomía y tiempos de carga, factores clave para los compradores. Por ejemplo, en 2020, el Audi e-tron ofrecía 437 kilómetros de autonomía. Hoy en día, modelos equivalentes ya superan los 600 kilómetros y reducen los tiempos de carga a la mitad.
La expectativa de nuevas tecnologías
A medida que los fabricantes prometen avances como las baterías de estado sólido, que ofrecerían aún mayor autonomía y tiempos de carga significativamente más cortos, los consumidores dudan en comprar los modelos actuales, esperando que las versiones más avanzadas estén a la vuelta de la esquina. Esta expectativa constante de mejoras inminentes retrasa las decisiones de compra y afecta a las ventas actuales, recreando el temido efecto Osborne.
La rápida evolución tecnológica también afecta al valor de reventa de los coches eléctricos. Los modelos más antiguos, con autonomías que ahora se consideran insuficientes, como los primeros vehículos eléctricos que apenas alcanzaban los 200 kilómetros, ven cómo su valor en el mercado de segunda mano se desploma. Los propietarios de coches eléctricos temen que su inversión pierda valor rápidamente a medida que la tecnología avanza.