
Pionyang.
La situación en Corea del Norte se ha vuelto aún más tensa tras las recientes inundaciones en la provincia de Chagang, que causaron la muerte de al menos 4,000 personas, según informes de medios surcoreanos.
Kim Jong Un, el líder del país, ha respondido con severidad, ordenando la ejecución de entre 20 y 30 oficiales y funcionarios de alto rango, incluidos miembros clave del Partido Comunista, como Kang Bong-hoon, secretario de la región.
Estos funcionarios fueron hallados culpables de corrupción y negligencia en la construcción de obras que colapsaron durante las fuertes lluvias.
Aunque no hay confirmación de que las ejecuciones se hayan realizado de manera pública, como suele ocurrir en Corea del Norte, las fuentes surcoreanas aseguran que todos los implicados murieron el mismo día, lo que sugiere que se trató de ejecuciones coordinadas.
Esta no es la primera vez que Kim Jong Un ordena ejecuciones masivas durante su mandato; Amnistía Internacional reporta que, solo en lo que va del año, al menos 100 personas han sido ejecutadas en el país.
El impacto de las lluvias ha sido devastador, con deslizamientos de tierra que han dejado a unas 15,000 personas desplazadas y daños estructurales que, según el propio gobierno norcoreano, requerirán al menos cinco años para la reconstrucción completa de la región.
Aunque las cifras oficiales del régimen minimizan el número de muertos, las pérdidas humanas y materiales han puesto de relieve los problemas internos de gestión y corrupción, así como la dureza del gobierno de Kim en su manejo de las crisis internas.