
Por la verdad histórica
(I)
El 16 de agosto del corriente año 2024, se cumplió un nuevo aniversario de uno de los episodios más importante y aleccionador que se ha dado en la historia de América: un nuevo aniversario de La Restauración de la República Dominicana, generó un episodio que conmovió a todos los hispanoamericanos, porque fue una ratificación de La Independencia, de la soberanía y de la vigencia de lo que puede hacer con su destino un pueblo como ha sido el pueblo dominicano. La Restauración de la República iniciada el 16 de agosto de 1863, constituye en la realidad histórica la Gran Epopeya del pueblo dominicano.
El origen de ese episodio y el proceso político y militar en el cual se desarrolló, no tiene antecedentes en América; y solo en México se vivió un suceso con aspectos similares. Pero como otros hechos históricos dominicanos ha sido distorsionado, disminuyendo el papel y la categoría de muchos hombres protagonistas en esos acontecimientos, como es el caso de Pedro Pimentel.
Este soldado singular, fue héroe tres veces de la Patria y el autor de esta columna ha recogido la valentía y la firmeza de Pedro Pimentel y la ha publicado en un libro que se titula: “Héroes y Próceres Dominicanos y Americanos”, que está en su sexta edición, y que ha sido traducido al inglés, alemán, francés y portugués, para los archivos biográficos de la K.G. Saur Verlag Munchen de Alemania, la casa editora de libros educativos más importante del mundo.
Este libro fue declarado libro de texto para la enseñanza secundaria de nuestro país, por el gobierno del Dr. Joaquín Balaguer, aunque las autoridades actuales del Ministerio de Educación lo han excluido de la misma manera, como han excluido a Pedro Pimentel, que es uno de los héroes más importantes de ese episodio que llena de satisfacción y orgullo a nuestro pueblo.
El capitán español Ramón Gonzales Tablas, que combatió contra los dominicanos en aquel momento, en su libro Última Guerra de España en Santo Domingo, dice: “Pedro Antonio Pimentel era criollo de 50 años de edad, proporcionada estatura, buenas facciones y color europeo; su cabellera y bigote eran grises.
En el campamento se mostró muy reservado.
Algunos de sus compañeros indicaban que desconfiaban de él y que sería el obstáculo para llevar a buen término cualquier arreglo. La profesión de Pimentel en el país era de ganadero. Sus paisanos no le concedían la reputación de hombre ilustrado, pero tanto en las conversaciones que lo oímos, como en sus actos posteriores, demostró ser hombre de ruda franqueza y de enérgica resolución”. “Fue unos de los cabecillas que acaudillaron algunos grupos de sublevados y de los que con más fé y encarnizamiento combatieron a los españoles.
Se oponía a toda transacción que no tuviese por base el abandono de la isla. González Tablas fue crítico severo del pueblo dominicano, que no quiso reconocer virtudes o cualidades de ningún género; razón por la cual ese breve retrato de Pedro Pimentel es sumamente revelador, señal que sus compañeros de Comisión, que era la que representaba al Gobierno Restaurador en el campamento español de Montecristi, desconfiaban de él por su intransigencia para que se llegara a un arreglo como exigía el Capitán General español La Gándara, que contenía términos y condiciones humillantes para los dominicanos”, y apunta el autor, que aunque no era un hombre ilustrado cuando lo escucharon hablar lo hizo con franqueza y energía como lo demostraría, con su comportamiento, en el trascurso de la guerra. Continuaremos.